lunes , 29 abril 2024

Salsa enchilosa y platos copeteados: el secreto de una vida larga y sana | Puro Sabor

 

“El secreto de la larga vida es comer bienPor eso yo ya ando ochenteando. ¡Hay gente que ni los llega!” Así dice Don Chava, mientras coloca unas tortillas quemadas en un canastito.

Sus comensales toman las “tostaditas” y se deja escuchar el concierto de mordiscos en el modesto puesto ubicado frente al Parque de la Esperanza, en Tepatitlán, en la transitada avenida Arturo Bayardo.

Acto seguido, Don Chava, quien atiende desde hace 24 años su negocio llamado “Desayunos Económicos El Tesoro”, desparrama una generosa porción de chicharrón con chile en el plato de un cliente hambriento y ansioso. Acompaña este manjar de sazón muy alteño, con un cerro de tortillas y un puño de “quemaditas”.

“Ahí hay cebollita y salsita enchilosa”, dice, como si le hiciera falta más candela al chicharrón. Pero eso sí, aunque pique como lumbre, está “Bien sabroso”, suscribe un señor que mastica alegremente un taco.

Ubicado frente a los “Arcos de la Esperanza”, los cuales fueron inaugurados en la administración del entonces alcalde Ramón González para conmemorar la llegada del Nuevo Milenio hace 22 años, los guisos de Don Chava deleitan los paladares de los tepatitlenses desde hace más de dos décadas.

Dicen los que saben, que si un chofer come en cierto lugar, quiere decir que aquellos alimentos son de confianza. Y al puesto de “El Tesoro” acuden a “almorzar” (como decimos en Tepa) repartidores de abarrotes, taxistas, operadores de camiones, conductores de paquetería o carteros. Gente que se mueve todo el día por toda la ciudad o a lo largo y ancho de la región, lo cual es señal inequívoca de la calidad de los alimentos que ahí se sirven. Además, las generosas raciones garantizan que durante toda la mañana y buena parte de la tarde no te de hambre.

Antes que salga el sol, Don Chava ya está instalando su puesto que funciona desde las 6 de la mañana, hasta que se acabe la comida. Como está bien aclientado, casi siempre se termina a las 11 o un poco después.

El menú es sencillo, para no meterse en camisa de once varas. Chicharrón con chile, barbacoa o bistec con papas. No hay más opciones y no se necesitan. Para beber, refresco de cola. De ningún otro sabor. O si lo prefiere, agua caliente para echarle café soluble. Con eso es suficiente para tener contenta a su leal clientela. Y claro, solo una salsa, la “enchilosa” (como también decimos en Tepa). Porque a diferencia de otras ciudades donde les gusta tener muchas salsas, en estas tierras rojas basta con una bien hecha.

“Tengo 24 años vendiendo. Comencé un miércoles de ceniza. A mi me gusta trabajar desde tempranito, aquí desde las 6 de la mañana ya hay comida calientita. Yo nomás duermo un rato, como de 10 de la noche a las 2 de la mañana y a esa hora empiezo a preparar la comida para llegar tempranito aquí. A veces si descanso cuando llego al mediodía, pero duermo poquito”, explica.

En su juventud, Don Chava fue un trotamundos. En 1964 probó fortuna en Chihuahua donde duró cuatro años en diversos empleos. Luego trabajó en la fábrica de jabón “La Corona” en la Ciudad de México, ahí permaneció ocho años. Aquella compañía, por cierto, fue fundada por emprendedores alteños, a quienes recuerda con afecto.

“En mis tiempos tenían como trece camiones de carga y unas seis, siete camionetas de esas chatas, como las del Bimbo, para repartir en México. Era todo lo que había y fueron creciendo. Hoy está grandísima. Don Esteban, el dueño, nos trataba muy bien y siempre nos decía que cuidáramos la empresa, porque de ahí comíamos todos. Ellos y nosotros. Es gente que dejó mucho beneficio pa´ la nación, porque dan mucho trabajo. Cuánta gente no comíamos de ahí”.

Don Chava jamás pensó en dedicarse a cocinar para vivir. Fue un capricho del destino el que lo colocó en esta noble actividad. Él era conductor de un tráiler, pero comenzó a perder la vista de forma paulatina, lo cual lo alejó de las carreteras.

“Yo era troquero, pero empecé a perder la vista. Y pos así cómo iba a manejar. El difunto Bayardo me curó mis ojos, y volví a trabajar. Pero luego de algunos años de estar repartiendo en la Ciudad de México empecé a recaer. Y dije: ya no”

Fue así que comenzó a cocinar los guisos que acostumbraba prepararle su madre y su abuela, los cuales son típicos de la región de Los Altos. Se distinguen con una preparación campirana. Es decir, sencilla. De pocos ingredientes y condimentos, lo cual permite al paladar apreciar el platillo. Don Chava bautizó al negocio con el mote que le pusieron de niño: “El Tesoro”. Y añade: “Así me decían desde que estaba de brazos”.

La salsa de don Chava tiene la fama de ser una de las más picosas de Tepa. Así lo comprobamos en carne propia quienes almorzamos el día en que se dio esta charla con nuestro personaje. Pero aún con el sudor y los mareos propios que provoca una buena enchilada, no se puede negar lo sabroso de su sazón.

Don Chava revela el secreto de sus salsas: utiliza chiles directamente cortados de una huerta y no de las fruterías.

“Yo al principio compraba en las fruterías, de kilito nomás. Le echaba puños de chile a la salsa y la gente pues como lumbre. Un día llegó un señor, así joven como usted y me dijo que tenía una cosecha y fui con él. Estaba más barato comprar los chiles por año. Y así le hice y de ahí me «empiqué». El señor ya murió pero yo sigo yendo a comprarle a sus muchachos varios costales, con eso ajusto para todo el año. Es chile de árbol, del puro. Otros meten chile chino y ese no sirve, porque ni tienen cola”, afirma Don Chava.

Si usted quiere vivir la experiencia de enchilarse con una sabrosa salsa, comer hasta que su estómago quede satisfecho con generosas porciones y platos copeteados para andar a gusto todo el día y parte de la tarde; además de disfrutar de una buena charla, el mejor lugar es Desayunos Económicos El Tesoro.

Ahí a unos pasos, del puestito, en los famosos Arcos de Tepatitlán, hay una leyenda que dice: “A quien vive de valores lo sostiene la Esperanza”. Pero bien podría decir: “A quien vive de chicharrones, se le llena bien la panza”

Y es que don Chava le hace honor al nombre del puesto. Desayunos baratos y sabrosos. Y eso, en estas épocas de carestía postpandémica, es un auténtico Tesoro.

 

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