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De maratones y ejércitos. De discapacitados y héroes. | OPINIÓN

Enrique Espejo Águila | @El_Esagui | 2 de noviembre del 2017

El “valemadrismo” a más no poder. Un nacionalismo exacerbado. Una visión alterna del mundo. Una pasión por la historia nacional y las antiguas glorias. Todo esto es lo que motiva a este peculiar ejército de… ¡6 personas! a marchar con rumbo al Álamo para luchar por ese lugar perdido y así recuperar Texas, esa tierra que es, fue y será por siempre México.

Una historia enternecedora, que logra aflorar los sentimientos más cursis en el lector más rudo, esto sin llegar a lo soso, aunque rayando en lo infantil (por coherencia a los personajes) pero sin caer en lo ridículo. Los soldados de este ejército nos dibujan una realidad diferente, la dibujan saliéndose de las líneas porque así lo complican sus manos, y alterna porque así la disfrutan ellos.

En pleno campo de batalla ajenos a la vigilancia del instituto; de los mayores que les imponen labores monótonas, son libres para demostrar que son mejor que eso, que pueden con una misión de ese calibre, que estarán dispuestos a morir por la patria… siempre y cuando se les permita morder un pepino antes de morir, se les entierre en un sarcófago de cristal y se les respeten sus títulos nobiliarios que ganaron tan valientemente.

Motivados por un maestro de escuela pública en busca de las antiguas victorias olvidadas, y harto del pueblo dormido e ignorante de su historia. Cansado del desprecio del “clase mediero” que, creyéndose de alcurnia logra truncar su carrera por un mero capricho. Por él, por desdén a esta sociedad apaciguada es que demostrará una vez más lo que él vale. Será el maratonista desconocido que derrotó al gringo en París y que ahora le arrebatará su tierra.

Sí, así de enmarañada, fantasiosa y bizarra es esta historia. Y sí, es maravillosa.
Una historia contada desde varios ejes, con vistazos rápidos al pasado, algunos “flashazos” de lo que parece ser el futuro y un presente… divertidamente ingenuo.

Así comienza la entrada en mi blog con referencia a ese libro en su primera lectura. Y luego de intentar en varias ocasiones escribir algo distinto para este espacio, sin éxito alguno, decidí decantarme por esas primeras letras. Siempre he pensado que la primera reacción es la correcta, y en el contraste, estas letras son mucho mejores que los remedos que puedo escribir ahora con varias relecturas del libro a cuestas.

Y es que es un libro al cual recurro cada que necesito recordar que es un buen mexicano, cuando requiero rememorar como ver la vida de otra manera, o simplemente, cuando estoy a punto de correr un maratón.
Por lo pronto dejaré correr las líneas y, al final, me explayaré sobre los motivos del nuevo acercamiento al libro.

El ejército iluminado nos narra la historia de un profesor que en sus mejores tiempos fue maratonista, venció en Juegos olímpicos de Paris al norteamericano que llegó en tercer lugar aunque… no corrieron en la misma pista… o en el mismo país… o en el mismo continente… ¡pero le ganó y merece esa medalla!

Dejando atrás esa victoria, ahora convertido en un estupendo maestro (al menos bajo mi parecer. Sus alumnos no lo disfrutan tanto) fanático de la historia, con un nacionalismo exacerbado al nivel de conservar aún (y como referencia para sus clases) un mapa de México antes de haber perdido la mitad de su territorio. Fanatismo que terminará costándole su carrera como profesor a causa de un “clase mediero” con ínfulas de alcurnia en la forma de un estúpido estudiante (estoy seguro que todos reconoceremos uno de esos en nuestra vida) que con solo acusarlo con su mamá garantiza el despido de ese “maestro prepotente”.

Esto lo obliga a tomar las riendas de su vida y poner en su lugar, de una vez por todas, a todos los que no creen en él. Conquistará de nuevo Texas, recapturará el Álamo y con ello la antigua gloria de éste, su país, que le niega todo reconocimiento.

Foto: Niño Soldado, Archivo Casasola

Tristemente esta nación dormida, olvidada de su historia, no da un solo soldado, incluso el propio gobierno lo vigila en su labor de reclutamiento para que esto sea así. Cansado y en franca retirada encuentra la pasión de una nación en un grupo de… de… inadaptados, personajes de visión alterada, una realidad encantadora desde mi punto de vista. Unos retrasados, enfermos mentales, cansados de su vida rutinaria, ávidos de una buena aventura que alegre su vida y con ella demuestren de lo que son capaces. Son los soldados perfectos, aquellos que sobre una carreta jalada por una mula, con un par de rifles viejos y un valor único cruzarán la maldita frontera; atravesarán el Río Bravo, infestado de pirañas, para así recuperar aquellas tierras mexicanas.

Una historia… no, una misión imposible, que con el pasar de las páginas vamos descubriendo que se va logrando. No con metáforas, no con analogías, en verdad ese ejército iluminado luchará contra los gringos para recuperar nuestra tierra.

El autor nos muestra la perspectiva de un viejo maestro dueño de antiguas victorias y en busca de una más, un arranque de venganza que llevó mucho tiempo dormida, dueña de la realidad fría y tosca, esa que vemos todos. Y por parte de los 5 trastornados tenemos acceso a ese mundo de ensueño que sus ojos interpretan, esa realidad distinta, las palabras distorsionadas, las frases descontextualizadas para encajar así en su realidad, en la visión que ellos crearon y seguirán transformando, una fantasía quijotesca que a falta de molinos, el Álamo, mas no por ello se le odia menos, se le embiste con más furia porque ésta no es una aventura personal, es por un bien mayor, por la patria, sus hijos se convirtieron en soldados y darán la vida por ella.

Los personajes son enternecedores, las relaciones entre ellos y las interacciones entre las distintas realidades son estupendas, bajo una sutileza magistral David Toscana nos demuestra que nuestras percepciones, aunque diferentes, tienen un punto de apoyo común. Lo que nos permite aprender de las enseñanzas de Toscana, a veces crudas y frías en ambas realidades, algunas otras suaves, pero siempre plagas de profunda reflexiones.

cinco trastornados que se ganarán el corazón de los lectores con su valentía y espíritu libre. Nos dejará  claro que existe otra manera de ver la vida y con ella otra manera de verlos y comprenderlos, a ellos, los afortunados.

Un libro que recomiendo ampliamente. Encontraremos una perspectiva de vida diferente, un acercamiento a esas enfermedades mentales que desconocemos tanto y que aún hoy en día, pese a toda la comprensión fomentada sigue siendo tabú en ciertos sectores.

Una narrativa magistral, plagada de todo tipo de mensajes: sutiles, firmes y directos. Una historia divertida, un humor tierno, inocente, nos roba sonrisas sin darnos cuenta y nos plaga de asombro ante la capacidad de estos personajes.

Este libro es una recomendación total. Un libro pequeño, apenas alcanza las 162 páginas, medida justa para la historia. Con un completo e ideal cierre, pero que te deja con ganas de más, con el deseo de conocer más a esos personajes que a lo largo de la historia se ganaron tu cariño. Y claro con toques de un humor estupendo, algunas veces ácido, otras inocente y muchas veces con algo que ya denominó: “Toscana”, un humor propio.

Reseña escrita originalmente en 2013, cuando apenas comenzaba a dar mis primeras zancadas al correr y que la palabra Maratón no significaba nada fuera de ver una temporada completa de alguna serie en un fin de semana. En 2017, con un Maratón completado en 2016 y dos en puerta en los próximos 35 días, puedo entender de otra manera el libro. Y es ahí donde radica la magia de la relectura: con los años nosotros, nuestro entorno, la vida misma cambia. Mágicamente, con esos cambios también el mensaje de los libros. Mensajes demasiado maduros comienzan a cobrar significado; El viejo y el mar de Hemmingway. Las pasiones juveniles te empalagan; El principito  de Antoine de Saint-Exupéry. Lo vicios cambian, quizá te atraparon y disfrutas en ellos; La senda del perdedor de Bukowski. O quizá como a mí, el deporte te transformó y cosas como Nacidos para correr de Christopher McDougall y El ejército iluminado de David Toscana simplemente “te pegan”.

Y es que, cosas como:
<<…Que sangren mis pies, que las uñas se desencajen, que broten ampollas y callos y moretones, que mi cuerpo proteste cuanto quiera porque no lo voy a escuchar (…) Pasan los minutos, quizá veinte, quizá media hora o más. Matus tiene sed; la boca se le ha vuelto grumosa, incapaz de escupir. El malestar de todo el cuerpo es tal, el fastidio es tal, que sería capaz de confesar un crimen. Sí, yo lo maté; no me hagan correr más, por favor…>>

En aquel lejano 2013 eso lo había pasado por alto. No me decía nada, no me significaba absolutamente nada. Hoy… puff hoy son recuerdos y advertencias: en el maratón de 2016 mis calcetines se mancharon de sangre, perdí dos uñas y me brotaron dos ampollas. Mi cuerpo protestó, en algún punto amenazó con no marchar más. A base de agua lanzada al rostro, seguida de aspiraciones profundas, simulando ahogo, logré reactivar el cerebro: sentirte morir reanima a cualquiera, solo así pude ignorar el malestar y terminar con esos malditos 42.195 Km.

No. No confesé, no maté a nadie, pese a que los gringos con sus francotiradores, tanquetas escondidas entre callejones, sus decenas de patrullas y cientos de militares repartidos por toda la ruta me daban la sensación de ser vigilados como sí realmente lo hubiera hecho. No me rendí y, como lo expresa Toscana:

<<…En algún lugar leyó que los ganadores del maratón se vuelven héroes por tantas horas dedicadas al entrenamiento; el día de la carrera, en cambio, los héroes comienzan a llegar después de las cuatro horas. >>

A las 4 horas con 16 minutos y medio de comenzar a correr me sentí así, como un héroe que solo quería una cerveza y un pequeño lugar donde dejarme caer a descansar.

Y aquí, entre estas ínfulas quiero comenzar con el comercial/petición para este 5 de Noviembre. La ciudad de Guadalajara organiza, como lo viene haciendo desde poco más de 30 años, el maratón anual. En está ocasión busca lograr más empatía con la gente, invitándolos a salir a apoyar y motivar a esos guerreros de los 42 KM.
No solo en apoyo al evento en sí, este tipo de competencias generan una considerable derrama económica en cada ciudad que se organiza, por ellos los organizadores buscan obtener la medalla bronce en cuanto a organización se refiere, lo que detonaría una mayor participación y difusión en todos los niveles, aumentando así el derroche económico en la ciudad.

Basta ver lo acontecido en ciudades como Chicago, donde los cerca de 17 mil competidores abarrotan la ciudad desde una semana antes hasta cerca de la semana después del evento. En esos días es imposible no encontrar algún lugar donde no esté invadido por maratonistas conociendo o disfrutando las opciones que solo esa ciudad ofrece.

Imaginar algo así para la ciudad de Guadalajara no es descabellado, aguantar el tráfico de gente por solo dos semanas a cambio de mucho dinero proveniente del turismo creo es un trato justo.

No tengo idea de que me voy a encontrar en esa ruta de 42 km en Guadalajara pero puedo contarles que me encontré en Chicago hace un año:

-Correr entre edificios, voltear arriba y sentirte poca cosa, esperando de qué lado saldría Godzilla a destruirlo todo. La falta de oxígeno en el cerebro te juega curiosos efectos.

-Encontrar un escuadrón de militares imponente. En extremo musculosos y vestidos totalmente de blanco. Para descubrir su rutina totalmente gay con un rifle de madera. Me destornillaron de risa, ellos y los hermosos cabrones con vestidos de can-can y unas barbas bastante largas. Había entrado al barrio Gay de Chicago y nos daban la bienvenida. Una ciudad incluyente, digno ejemplo al mundo.

-Los coreanos, japoneses, irlandeses, apoyando en distintos tramos de la ciudad. ¡El barrio Mexicano! El que reconoces porque doblas una esquina y comienzas a ver las calles sucias, llenas de música de cumbia, banda y salsa. Donde reparten cerveza ¡y acepté la oferta!: 

<< ¿Es neta tu letrero de “Free beer”? 

Sí, ¿cómo chingaos no? Toma un vaso.
Gracias caon, pero, pasé a los japos, a los irlandeses, todos con música ¿on ta la banda o el mariachi? ¡Quedan mal cabrones!
Si te digo no me la crees.
Ah cabrón ¿pus qué pasó?
Andan crudos, ayer tuvimos relajo y valió madre
¡jajajaja! Como buenos mexicanos. Ta bueno caon, le sigo que todavía falta rato.
¡Órale cabrón, a partir madres! ¿No quieres otra chela?
Mmm…>>

-En tierra extranjera el llevar algo distintivo nacional y sentir como la gente que grita, apoya, ovaciona y desea lo mejor.

-Los incontables letreros. Los más, indicando que los keniatas se estaban acabando la cerveza en la meta “¡corre más rápido!”. En este año el estupendo “Te falta solo una milla. No, menos, como 5.”

-Las familias esperando al corredor para darle alguna bebida, un poco de alimento, besos, abrazos… fuerza. Extrañé no tener a nadie entre ellos. Aunque los mexicanos me hacían sentir un poco en casa.

-Los personajes únicos que puedes encontrar esos días: Una “monjita” con su paquete para correr al día siguiente. No la pude ver en toda la carrera, no llevaba su hábito pero si puede ver una calle con varias personas con el mismo hábito que, supongo, estaba a la espera de darle apoyo a esa corredora.

Todo eso, algunas cosas que quizá se quedan en el recuerdo profundo y más mexicanadas, esas ocurrencias que solo aquí nacen es lo que me gustaría vivir en Guadalajara. Me encantaría que este maratón comenzara a crecer en todos los sentidos y se volviera un referente. Para ello, como en otros lugares se necesita no solo corredores; el apoyo de la gente, ese que desde semanas antes se va recabando y solicitando, de diferentes maneras.


Ésta es mi peculiar manera de poner un grano de arena. ¡Visita la ciudad por el evento, elige una avenida y apoya, grita, motiva! No te molestes por los cortes viales; es una vez al año, por pocas horas y en un sector muy reducido. Piensa que de esto se puede hacer algo más grande, pero ello solo se logrará con el apoyo de nuestra gente. Así como apoyamos en la desgracia, apoyemos para lograr la grandeza.

Ya les contaré, pasado el 5 de Noviembre, como me fue y la experiencia vivida de primera mano. Por lo pronto a leer, aquí estuvo una buena recomendación para disfrutar durante los días que faltan.

Como siempre, me despido recordándoles mi blog donde podrán encontrar muchas más reseñas de libros y notas interesantes: Contra el promedio mexicano

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Nos vemos en la siguiente.

  • Enrique Espejo es promotor de la lectura y escribe para el blog “contra el promedio mexicano”
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