martes , 30 abril 2024
Foto: Recuerdos de San Juan | Eduardo Castellanos

La Obdulia | RELATO

Rosana Romo Pérez

 

(A la tierra que me vio nacer, donde aprendí a convivir con gente con valores, maestras, compañeras de colegio que se convirtieron en mis hermanas. A mis padres, que me dieron la educación y una familia grande y hermosa que han sido la pauta a mis escritos)

 

*   *    *

 

Pos les cuento a sus mercedes que acá en Mezquitic de la Magdalena, cerca de San Juan de los Lagos, Jalisco, donde vive su servidora Juana García, y que a mucha honra me gusta haber nacido en la tierra de las brujas; porque, ¡ah cómo joden los catrines del pueblo de San Juan!, quesque semos eso que les conté, que utilizamos hechizos, y que en las noches se miran a lo lejos que van volando estas mujeres chimuelas vestidas de negro con sombrero picudo trepadas en su escoba con linterna en mano. Los coyotes aúllan rete harto; algo ha de haber de cierto porque cuando hay luna llena vieran nomás como que se oyen a lo lejos las carcajadas de estas malévolas, hasta se enchina la carne; y son unas pesadillas las que tienen los probes escuincles, nomás se dan el levantón con premura y todos sudorosos saltan de la cama y se meten debajo y no salen hasta que aparece la luz del sol.

 

Por acá tenemos tamién un cerro, que luego nos vamos a buscar vasijas  y monos de barro, d’esas de los indios que vivieron aquí hace munchos años, algunas salen enteritas, ni crean que están tan enterradas, ya me aprendí la maña de desescarbar pa´que no se me maltraten. Aigan de ver a don Emeterio cuántas ha junta’o; tiene años  en ese oficio. Es lo único que hace, darse su vueltecita a los lugares que cree que naiden ha visto; luego se aplasta todo el día en la banqueta de ajuera de su cantón a rascarse las verijas, mirando a las muchachas que pasan presurosas, y como ya saben cómo es, éstas le gritan, — ¡viejo rabo verde! — no les hecho mentiras, porque me ha tocado verlo con estos ojitos que se han de tragar los gusanos, mientras salgo del templo del Señor de las Cinco Llagas.

 

Yo, con mi reciente viudez y con tanto problema. Mi dijunto marido falleció de una picadura de araña capulina hace no mucho, era hombre de ley y entrón p’al trabajo; no tenía ninguna dificultá pa´ sacar adelante a la familia, desde las cinco de la mañana estaba de pie esperando su atole blanco; a veces se lo daba con hígado en chile de tomate y a veces con gordas recién hechas de nopales y natas.

 

Luego se iba al potrero a uncir su yunta pa´ arar la tierra, no s’iva sin darme un beso en la frente y decirme  —a’i te veo al rato mi trompuda — ora nomás me toca ir al panteón a llorarle a su tumba y pedirle que por lo menos le diga al Creador que me de juerza de sacar a la familia pa´lante. Procuro que sea en las mañanas cuando ando por San Juan. Quedó sepulta’o en el cementerio de Jesús, María y José. Y lo hago tempranito porque me dan cus cus  esas pinturas que tienen en el corredor. Carga’o al lado izquierdo es la muerte del pecador, o’nde aparece un moribundo en la cama que no se quiso confesar y el diablo contentote por su triunfo está presto pa´ arrastrarlo al puritito infierno. Ni crean que la miro bien, nomás de reojo. Al lado derecho esta la muerte del justo, el que está tamién  en su cama recebiendo todos los auxilios espirituales. Esa si está re´bonita, lleno de ángeles buenos, sus sábanas blancas y toda la cosa, listo pa´ treparse al cielo. Hay un refrán que ancina dice: “Muerte, juicio y gloria, ten cristiano en la memoria”.

 

De este matrimonio me nacieron seis hijos. Atanasio el mayor, es güeno como un pan dulce, trabaja en el Norte, en la pizca, de sol a sol, me manda mis dolaritos cada que puede; dice que pa´ fin de año se va a trair una troca pa´ apantallar a toda la bola de sangrones que se rían de él cuando iba a la escuela con los pantalones parchados. Le sigue Atilano, que ese ni fu, ni fa; no quiso acabar más que la primaria, a tiros y tirones le llegó hasta ái, cada y cuando me mandaban llamar de la escuela, siempre anda de buscapleitos y por mal nombre le pusieron “el Rabioso” porque emprende un oficio y a luego lo cambia por otro, yo ya no le hallo.

 

El tercero es Melquiades, que es terco como una mula y lento pa´todo, ya puso su carnicería, desde bien chamaco ha trabajado muncho,  le pusimos “el Tortugo”, pero nos ha demostrado que más vale paso que dure y no trote que canse.  Miguelito el que le sigue es… como les dijera, como que re’depente  se acelera y le da duro a la tijera, ese muchacho siempre está al pendiente mío, no puede ver que yo eche un suspiro porque pa´ pronto me pregunta que si estoy bien. Dice que quere ser modisto de señoras, si lo hace, tendrá todo mi apoyo. Feliciano es el quinto, ese pinta pa´ veterinario, ya le viene de su agüelo, el apá del difunto, regresa la salú a todo animal que se enferma, a las vacas que luego se les inconan las ubres va y le pone una pomada que se llama Mamisan y santo remedio, aquí en esta su casa la usamos pa´ curarnos el reumatismo.

 

La última que me nació fue la Obdulia. Enclenca la probe chamaca, ¡pos qué parecía ratón mojado! La agarraba en mis brazos y sentía que se me escurría, chillona como ella sola, todo el tiempo quería estar pegada a la teta y ni así se reponía, cada y cuando tenía que curarla de empacho. Iba creciendo de a poquito, nunca la vi tan bonita como cuando la llevamos a presentar al templo con su vestido blanco bien ampón, apenas cumpliendo sus tres añitos, sus chapas rosaditas, a lo mejor eran por el frío que hacía en el invierno, vaya usté a saber,  pero la hacían verse más blanca, me parecía ver a un angelito.

 

Luego tamién en su primera comunión, cuando contaba con nueve años le hizo su vestido doña Tere, una costurera que hacía puras chuladas, con decirles que de sentirse tan bonita se le olvidó el trago amargo que pasó, cuando tuvo que ir a confesarle al padre Chito sus pecaditos, esos que tiene uno de chiquillo “me acuso padre que le eche mentiras a mi amá, me pelié con mis hermanos, me robé un veinte en la escuela, tuve malos pensamientos”,  le dejó de penitencia, rezar cinco Aves Marías y tres Credos. Ese día la retrataron y  colgué su retrato en la sala con su vela en mano, junto con otra donde se le ve recebiendo la Santa Hostia. L’hice tamién su desayuno pa´ celebrar tal acontecimiento y se invitó a casi toda la comunidá. Había menudo con tortillas recién hechas, frijolitos refritos y de la olla, queso fresco, muncho refresco, unos pedían Chaparritas del Naranjo y la mayoría querían Coca Cola que era la de lujo, ora que en San Juan ya la vende don Chema Romo, tamién les ofrecí al último, alfajor de coco, que es bien conocido en las dulcerías, sin faltar la cajeta. Y no podían quedar atrás los tamales colados, hechos de la lechita del elote y canela,  como dicen las de la alta alcurnia de San Juan “es el postre más fino que se pueda obsequiar”.

 

Pasaron los siguientes cinco años con más tranquilidá, los hijos siguieron creciendo haciendo lo propio, mientras, yo le seguí al pendiente de mi mocosa.  ¡Re’depente! En un abrir y cerrar de ojos; se puso fea, le crecieron las narices y tiene hartas espinillas. Lo taruga se le ha estado diezmando de a poquito. ¡Ah pero eso sí!,  de todo refunfuñea, no se quere bañar, que’sque porque le hace daño. Ya tamién le quemé hartas tortillas pa´que luzca la mazorca, dicen que se parece a mí y me gusta, pa´que digo que no, si sí. Igual de muelona y volada la catrina, a sus catorce años y ya se le alborotó la feminidá.

 

Ta´ rete bonita mija., no es que lo diga yo, me lo hacen sentir mis vecinas mitoteras, tiene unas trenzas bien gruesotas, dos veces a la semana se lava las greñas con jabón en polvo Roma, no hay otro mejor que ese p’al rechinar y el brillo ¡Cuánto quisiera la hija del alcaide que su hija tuviera los ojitos de gato, enmielados y juguetones que tiene mi escuincla!

 

Pa´ mí que m’hija, anda de enamorada con un tal Jerónimo, pariente de mi compadre Salomé, se le nota en el mirar, namás es que lo vea pa´que le brillen los ojitos, hasta le noto que se le prenden sus cositas… esas que tenemos las mujeres. Yo le digo que no le haga mucho caso cuando la lleve pa´ los güizaches y la arrejole tras la cerca, porque luego va a querer meter mano el muy atrevido, mientras la engolosina con una sarta de mentiras. Esos catrines son re´ mañosos. Las malas lenguas dicen, que a la ñeta de Domitila mi prima hermana, namás le prometieron vestido y velo, y tómala que le enjaretaron un chilpayate, ora me resulta esta, que desde días atrás trai basca y deposiciones y siente mareos. Ya no veo lo duro sino lo tupido y ni a cual santito rezarle.

 

—¿Qué tragates mija?— le digo — ira chiquilla… no vaigas a salir con tu domingo siete, porque antonces sí van a llover pedazos de jeta y nalga de la zurra que te ponga. Ya desdenantes andas como azorada.

 

Y yo con la muina, me veo como mula de noria, vuelta y vuelta, y es que cuando no me llueve me llovizna. Hasta unas cataplasmas de cebolla morada y ajo le estoy poniendo en la panza, con trapos calentados en el comal  de barro y unos chiquiadores en la sienes de hojas de planta de gigante, ya si con eso no tiene, antonces me la llevo al doitor a que le dé una revisión. Me da harta pachorra de pensar treparnos a la lechera después de la ordeña de en la mañana y regresarnos hasta el entriego. Una semana, y sigue con la enfermedá, sus ojeras son de color morete,  probecilla, por más que le coso pollito y le doy remedios y su jaletina de limón, de esas de cajita, no veo ninguna méjora….  ¡¿Ay Diosito y hora qui hago?!

 

Nada menos ayer en ca’ de mi hermana Chofis casi se me desmayata mi probe Obdulia. ¡¡Ahhh!! Si vieran que re´feo siento, me duele hasta el gogote verla así. Los ojos se le jueron p’atrás y le quedaron como de güevo cosido, la cara parecía una galleta cruda. Ái’ tamos, echándole alcohol pa´ que reviviera, no hay de otra más que ir con el matasanos. Mientras tanto, que me agarra la aflición… ái voy corriendo calle abajo dándome de trompezones, llorando de arrepentimiento, namás pensar que saliera igual de traviesa que yo.

 

Pos, ái vamos a treparnos a la lechera muy temprano, a eso de las seis, y orita que llueve tanto, atravesar el río ái en El Paso es un suplicio, está muy crecida la corriente, nos alistaron en una canastilla y al otro lado del río nos jueron jalando hasta hacernos llegar. Vían de ver sus mercedes la guacariadera que tráiba m’hija con tanto jaloneo.

 

Na’ menos el 17 de setiembre jueron las fiestas patronales acá en Mezquitic,  ya se han de imaginar a la bola de borrachos queriendo verse muy buenos pa’ jalar el caballo; pos ándeles que la corriente se llevó a tres mensos con todo y animal. Los vinieron encontrando por allá cerca del Pedregoso un día después, ya bien abotagao’s y a medio vestir. Los caballos flotando patas pa´rriba atora’os en los matorrales. No queren entender las autoridades que deben hacer algo pa´ remediar este mal.

 

Y siguiendo con lo mío… Ya’stando en el centro de salú, que por cierto  lo estamos estrenando; tiene hasta columpios y resbaladeros en la parte de ajuera pa´ todos los mocosos. Lo que antes jue un jardín ora es clínica, es parte de la modernidá de los años 60.

 

Nos recebió la señorita Licha Pérez, enfermera del lugar, aparenta ser muy hosca pero en el fondo es re´ buena gente; grandota  y de buena percha. No le jue fácil la vida, sufrir la falta de madre a su corta edá de nueve años fue pena grande, cuantimás que dicen que era una santa doña Jesusita; lo bueno que cuenta con su hermana Conchita que se hizo cargo de su crianza y le mantiene la casa reluciente. Camina rete harto la señorita Licha, anda a los alrededores del pueblo haciendo la vacunación, pa´ prevenir la polio y el sarampión. Luego semos así; nos ponen al tanto de cuándo tenemos que vacunarnos y ni caso les hacemos. Me estaba fijando lo bien ordenada que es en su trabajo, tiene sus jeringas y lo que necesita bien desinfecta’os, todito acomoda’o en su lugar, limpiecito como ella mesma, hace sus anotaciones en unas tarjetas, nos pregunta si andamos falto de dinero y nos dice cómo hacerle pa´ no pagar ni un quinto.

 

Vi’an de ver qué risa me dio ver llegar a uno más suato que yo, con su muestra de caca en una caja de zapatos, le favoreció que padecía de estreñimiento, sino Dios guarde l’hora. Otro llega tantito después con una botella de tequila Sauza Hornitos repleta de orines, y’hasta se me antojaba darle un trago,  daba la aparencia de ser reposado. ¿Pos qué no tendrán una buena vieja en su casa que los oriente?

 

Y dejen les cuento, que la  muchacha que ayuda en los quihaceres de la casa de la familia X, que mejor no digo el apelativo; entró a recoger unos análesis del patrón y yo no sé de quén fue la suatez, pero cuando éste los abre resultó que estaba preñado.  ¡Válgame la Virgen Pura con esta gente tan descuidada! Ya viera yo al señor con semejante panzota. Nos toca l’hora de entrar a la consulta después de ver tanta cochinada desfilar.

 

—¡Mira nomás cómo viene esta muchacha, Juana! — me dice el doitor Grabiel

— ¿no te das cuenta que está en pleno desarrollo? Te puedo decir que por los síntomas que presenta que trae una tremenda solitaria. En estos tiempos, Juana, ya está muy adelantada la ciencia— seguía con su alegata.

 

—¿Por qué has tardado tanto en traer a tu hija, mujer?  Para empezar, está deshidratada, se ve anémica, ha de traer unos tres kilos menos de lo requerido a su edad y estatura, los huesos los trae pegados a la piel.

 

No dejaba de rezar, parecía matraca este hombre, bla, bla, bla, tra, tra, tra. Ni que yo no quisiera a m’hija, quén mejor que yo pa´querela y cuidala. ¡Vaya pues’n!

Ordenó unas pastillas pa´ desparasitala y que la vitaminara muncho pa´ que no se juera a desnutrir más de la cuenta. ¡Santo Cielo!, y yo pensando mal de mi chiquita.

 

Al rato después, en su probe casa y sin aviso alguno, que la jondeo y le meto tremenda lavativa de yerbas pa´ lavale todo aquello… ¡Namás me gustaría que vieran todo lo que sale desde adentro!  Chilla y dá de patadas mientras le refiero la que a mí, mi amá me rezaba cuando me la aplicaba y ansina  decía:

“Ahí viene San Juan de Dios con su bitoque en la mano, diciendo: voltéate hermano que es la voluntad de Dios”.

 

Le digo a la Obdulia pa´ darle ánimo que le eche ganas, que ora que cumpla sus quince le hago un fiestón que no se le va a olvidar nunca. Pa´ la ocasión el vestido será rosa con una crinolina bien grande, pastel de munchos pisos con su mona de azúcar a mero arriba. Total…que tanto es tantito, matamos dos puercos, pa´ que no se vea miseria. T’oy pensando en traele al conjunto norteño más caro que anda de moda; ya se me enchina el cuero nomás de escuchar la de “Curru cú, curru cú, cantaba el palomito” al fin que tengo tiempo queriendo vender unas tierritas, si se me hace y  me alcanza la lana vuelvo a invitar a todo Mezquitic, no faltaba más.

 

Lo más pior ya pasó por la providencia de la Corte Celestial, después de tanto cuidado se está poniendo güena de salú. Al rato hay qu’ir a la Basílica con mi Virgencita de San Juan y a rodilla pelona y ensangrentada darle gracias por el favor recebido. Vestida de virgen, de azul celeste y blanco, va andar la Obdulia por todo un mes como lo prometí. ¿Qué creen que me dijo la muy indina?

 

—¡Y usté, pa´ que anda prometiendo cosas por mí! ¡Vístase usté con esas ridiculencias!

 

¡Hocicona ésta! Después de todo lo qu’hecho por ella. Pero nada importa, quiera Diosito que me dure muchos años mi muchacha tan chula, que mientras viva su amá Juana, estará bien resguardada.

 

¡¡Susto que me sacó!!

 

GLOSARIO

 

Abotagaos                                     Hinchados

Aflición                                           Preocupación

Alegata                                           Perorata, discurso

Ampón                                            Pieza de vestir de corte amplio

Apantallar                                       Presumir

Aplasta                                           Se sienta

Arrejole                                           Arrincone

Azorada                                          Asustada

Basca                                              Vómito

Cantón                                            Casa

Chapas                                           Rubor natural de las mejillas

Chilpayate                                       Niño

Chimuelas                                       Sin algunas piezas dentales

Chiquiadores                                   Cataplasmas de hojas

Cuantimás                                       Cuanto y más

Cus cus                                           Miedo, temor

Deposiciones                                  Diarrea

Desdenantes                                  Desde antes

Desescarbar                                   Remover la tierra

Desmayata                                     Desmayo

Enclenca                                        Enclenque

Escuincles                                      Niños

Gogote                                           Garganta

Guacariadera                                 Vomitadera

Indina                                             Indigna

Inconan                                          Infectan

Jondeo                                           Volteo

Hosca                                            De apariencia ruda

Mazorca                                         Dentadura

Méjora                                            Mejoría

Mocosa                                          Muchacha

Mona                                              Muñeca

Morete                                            Moradas

Muina                                             Enojo

Ni fu, ni fa                                       Ni una cosa, ni otra

Pachorra                                         Flojera

Presto                                             Dispuesto

Quesque semos                             Dicen que somos

Re’depente                                     De repente

Ridiculencias                                  Ridiculeses

Suatez                                            Tontera

Suato                                              Tonto

Vaigas                                             Vayas

Verijas                                             Órganos sexuales

Zurra                                               Golpes, azotes

Este texto pertenece al libro «El habla de los Altos de Jalisco» del Colectivo El Tintero

 

Kiosco Informativo pertenece a la Alianza de medios Regionales de Perimetral.Press

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