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La fe en el pan y en el camino; Todo sea por el Señor de la Misericordia

Cinthya Gómez | @KioscoInfo | 27 de abril de 2018

En la temporada de fiestas del Señor de la Misericordia, la distancia que hay de Guadalajara a Tepatitlán no se debería de medir en kilómetros, sino en litros de agua, sanduiches, lonches, piezas de pan, naranjas y tacos.

A lo largo del recorrido que hacen los peregrinos, docenas de familias se apuestan a las orillas de la carretera para socorrer a los fieles que cansados buscan rehidratarse, descansar o alimentarse.

Hace apenas tres semanas, la hermana de Himelda Sánchez se recuperó exitosamente de una enfermedad que acongojó a todos en su familia. Tras salir del riesgo, Himelda dio gracias al Señor de la Misericordia, y prometió hacer la caminata en su honor, en agradecimiento por la recuperación de su hermana.

Si bien no completa, como la hacen miles de peregrinos tepatitlenses y de otras latitudes, la fe con la que Himelda y su esposo Rigoberto salieron del crucero de la presa de La Red con rumbo a Tepa, era igual de grande como la del resto.

Salieron a las 9:30 de la noche. Y en apenas dos horas y media llegaron al Santuario del Señor de la Misericordia para agradecer no sólo eso, sino también la salud de ella y de su familia.

El recorrido no fue difícil, porque ya estaba mentalizada, el ver como la demás gente, con otras limitantes no disminuía o paraba su paso, la motivaba a seguir adelante.

Eso, y el hecho de que la gente ofrecía a cada paso su ayuda, de cualquier tipo.

“Nosotros veníamos, y mucha gente, aunque fuera muy humilde, tenía pan, galletas. Había una señora que tenía una caja de mazapanes, y pues fue muy padre la experiencia. La gente a la que veían sentados les preguntaban si necesitaban ride, o que los llevaran a algún lado, estaba la gente de Protección Civil, y había unos chicos que daban masaje y reventaban ampollas, checaban la presión. Hubo mucha gente apoyando”.

Ni los callitos, las ampollas ni el dolor de rodillas le impidió terminar lo que se había propuesto, y espera poder caminar más el próximo año.

Rigoberto Gutiérrez Pérez, esposo de Himelda, en solidaridad con ella se unió a la peregrinación, conciente de que cualquier paso en falso podría costarle un esguince y la consecuente finalización de la caminata, pero su fe le permitió hacer a un lado esas ideas y proseguir.

Las penas con pan son menos

Para todos, siempre el último tramo, ya sea el del Chispeadero, o el de la cuadra antes de llegar al Santuario del Señor de la Misericordia es el más difícil, pero también, son los tramos que más tienen gente ayudando y dAndo ánimos.

Como el equipo de Alejandra Aceves, quienes a las afueras del Santuario, colocaron un puesto en el que la medida de los sanduiches, las botellitas de agua y las naranjas que se dieron, fueron solo las sonrisas.

“Nos une el amor al Señor de la Misericordia. Es el Principal Motor que nos mueve, tanto a los peregrinos como a nosotros que los recibimos con los brazos abiertos. Estamos toda la semana, y en todo el camino”, comentó la mujer.

Sin embargo nada de la ayuda que se les da a los peregrinos es posible si no es gracias a las donaciones de fieles anónimos, quienes a través de cajas de pan, arpillas repletas de naranjas, varios kilos de tortillas o jamón, quienes a través de esa sustancia material demuestran su fe, que se compara con el caminar varias docenas de kilómetros.

 

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