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El día que Salinas de Gortari visitó Tepatitlán | Crónica | Patrocinado

Julio Ríos | @julio_rios | 18 de abril de 2019 

Vaya sorpresa. Tanto fue el asombro de los niños, que aquel día salían a disfrutar del recreo a media mañana. Los chiquitines se arremolinaban y saltaban emocionados. Apuntando con sus dedos hacia el cielo. Sorprendidos, veían revolotear en el firmamento alteño a una cuadrilla de helicópteros

  Lo que los niños desconocían es que  desde hace años ningún Presidente de la República visitaba la región de Los Altos, ni mucho menos Tepatitlán. Y precisamente, aquel día, las medidas de seguridad se debían a la visita del Primer Mandatario de la Nación, Carlos Salinas de Gortari.

   En todos los periódicos locales se decía que el Presidente de la República apostaba por Los Altos. Sobre todo por Lagos de Moreno, donde emprendió múltiples obras para impulsar el desarrollo de aquella industrializada ciudad. Además del empuje progresista de los laguenses, también Tepatitlán ya se acomodaba como protagonista en el panorama nacional.

  El electorado tepatitlense había optado por la alternancia. Durante los recientes trienios el PAN y el PRI habían ocupado de manera escalonada la alcaldía. Primero unos y luego otros.

 Esta  competencia había llevado a la “Perla de Los Altos” a despuntar junto a Lagos de Moreno, por encima de las ciudades vecinas, al grado de que Tepatitlán estaba ya incluida dentro del programa de las 100 ciudades medias más importantes del país.

   Aquella mañana, el alcalde Rigoberto González Martínez “Chacho”, esperaba ansioso la llegada del Primer Mandatario de la Nación.

  • “¿Ya está  todo listo?” – preguntaba el primer edil a sus colaboradores de confianza.

  • “Si, ya estamos listos. Solo estamos a la espera de que llegue el señor Presidente”- respondía el funcionario refiriéndose al jefe de gobierno con respetuosa solemnidad

 Y efectivamente. Ya todo estaba listo. Camiones con escolares habían sido convenientemente distribuidos en los lugares donde el presidente habría de pasar.

–  “Cuando pase el presidente agiten estas banderitas, niños”- decía la “Prieta” Aguirre a sus alumnos, quienes felices meneaban ya los pequeños blasones

  El presidente cortaría el listón de varias obras. Entre ellas, la autopista a Lagos de Moreno, y que llega hasta  la Ciudad de México. Pero sin duda, entre las obras que se inaugurarían aquella tarde y que formaban parte de la agenda oficial, la que más importaba a las autoridades municipales era ni más ni menos que la carretera a San José de Gracia, delegación de Tepatitlán.

  La cita para la llegada del presidente era en el crucero cercano a la nueva autopista, donde un tramo de la carretera se desvía rumbo a Jalostotitlán y el otro a Arandas. Ahí se había erigido un gigantesco monumento, con la leyenda “Solidaridad”, y el conocido logotipo de la bandera estilizada en verde, blanco y rojo, mismos colores que adornaban el lugar con globos y serpentinas.

  Ahí en el monumento se había colocado un templete para dirigir mensajes a los presentes y para la solemne ceremonia inaugural.

   La hora había llegado. Luego de esperar durante varias decenas de minutos, aparecieron el Presidente Carlos Salinas de Gortari y el Gobernador de Jalisco, Guillermo Cosío Vidaurri, así como una comitiva de funcionarios.

  Los niños, felices, agitaban sus banderitas y estiraban sus brazos  para saludar al mandatario, quien sonriente estrechaba las manos de los chiquitines más cercanos al pasaje donde caminaba para llegar al tablado.

    Los políticos se acomodaron en el templete. Ahí, expusieron las ventajas del programa carretero que durante su sexenio había impulsado fuertemente el gobierno salinista, mediante la construcción de autopistas.

  Luego, llegó por fin el momento de mostrarle al gobernante la recién terminada y pavimentada carretera Tepatitlán- San José de Gracia. Se había preparado un vuelo en helicóptero, para que desde el cielo las autoridades presentes de los tres niveles supervisaran la calidad de la flamante obra.

     “Durante años  esta carretera fue una gran necesidad de la gente de San José de Gracia. Ahora es una realidad. Quienes viven en aquel poblado podrán trasladarse con seguridad y rapidez a Tepatitlán. Es una obra anhelada. Una carretera pavimentada en concreto hidráulico, con una longitud de 29 kilómetros y medio, y que beneficiará a alrededor de 8 mil habitantes”, decía un funcionario durante su intervención al micrófono.

  Entre aplausos y porras, el titular del Poder Ejecutivo Nacional y el Estatal, junto a su comitiva oficial y algunos reporteros (la mayoría de ellos corresponsales de diarios nacionales y televisoras) subieron al helicóptero.

–   “Desde arriba tendremos una excelente vista panorámica, señor presidente, para que vea la obra. Quedó preciosa” – expresaba un funcionario de bajo rango de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

  El helicóptero emprendió su vuelo y en poco tiempo llegaron a la altura de San José de Gracia.

–   “Mire señor presidente, desde aquí puede usted apreciar la carretera. Está recién pavimentada. Quedó muy bien, como lo puede ver”- gritaba el funcionario para hacerse escuchar entre el ruido de las girantes e inmensas hélices.

   Al sobrevolar por encima de la carretera,  los tripulantes coincidieron en sus comentarios. Decían que aquello se trataba de una senda que fulguraba llena de suntuosidad. El oscuro color en todo su trazo la hacía ver impecable. Así mismo, la línea blanca en medio del camino estaba recién pintada, al igual que todo el trabajo de balizamiento, que lucía igualmente recién trazado. El sol se reflejaba resplandeciente en aquella obra.

–  “Señoras y señores. ¡Esta es la nueva carretera Tepatitlán-San José de Gracia!” – presumió el funcionario mientras las autoridades que viajaban en el helicóptero aplaudieron.

  Una vez que sobrevolaron toda la carretera, en cosa de algunos minutos, el helicóptero descendió en Tepatitlán para bajar a algunos funcionarios y que el presidente prosiguiera con su gira, ahora en Lagos de Moreno.

   La visita había sido un éxito. El personal comenzó a recoger sillas, carpas y templete. Los niños regresaban con sus maestras. Sobre todo, los chiquitines que estudiaban en el turno vespertino recibían la  feliz noticia de que podían regresar a su casa.

– “Hoy no hay clases”, decía sonriente la “Prieta” Aguirre, ante la algarabía de los infantes.

  Así como los niños, ahora, las autoridades tepatitlenses podrían irse a descansar ya satisfechos por haber cumplido con su deber.

  Como cada mañana, el Gobernador arribó a su despacho. Se sentía jubiloso, luego del gran éxito de la visita del Presidente de la República el día anterior.

–  “Todo salió a pedir de boca”- expresaba para sí mismo, mientras se recargaba cómodamente en su acolchonado sillón ejecutivo y encendía un puro.

 Fue entonces, cuando abruptamente entró a la oficina uno de sus más cercanos colaboradores, con un diario en la mano.

–  “¡Señor, señor!….. Ya vio lo que salió publicado ahora en el periódico. Vea este artículo. Lo firma un tal Ángel Fuentes Ambriz.

–  “¿Cuál Ángel? ¿El que trabajó mucho tiempo la sección policíaca? ¿El de El Informador?- preguntó.

–  ¡Ese mero!- confirmó el funcionario al tiempo que depositaba el rotativo en el lujoso escritorio de caoba de su superior.

  El Gobernador tomó entre sus manos el periódico, y comenzó a leer.

    “Cuando sobrevolamos por la región alteña, durante la gira de trabajo del día de ayer, una comitiva formada por los titulares del Poder Ejecutivo nacional y estatal, así como algunos funcionarios y varios reporteros; nos mostraron un camino recién pavimentado. Nos dijeron que era la recién finalizada carretera Tepatitlán-San José de Gracia.

    Se trataba de una ruta en todo su esplendor y cuya negrura en todo su trazo nos hizo creer que verdaderamente estaba recién pavimentada, como así lo creyeron también el Señor Presidente y el Señor Gobernador.

    Pues no eran así las cosas. Caímos en el garlito. Nos engañaron nuestros sentidos; pero más nos timaron las autoridades de tercer rango que ordenaron a sus `macuarros´ pintar de negro la carretera empedrada para hacer creer que estaba asfaltada. Así de fácil, pero también de vergonzante e irresponsable.

    De tal hecho, nos dimos cuenta físicamente, ya estando en Tepatitlán, que la carretera no estaba pavimentada, sino solamente empedrada y que por lo tanto se había tratado de una burda y cruel artimaña en la que habíamos caído tirios y troyanos”

– “¡Me lleva la chingada…Nomás esto nos faltaba!…. ¡Tráeme los demás periódicos, a ver qué dicen de esto! ¡Y qué me comuniquen por teléfono con estos cabrones de la Secretaría de Transportes!”-  prorrumpió en voz alta el Gobernador…

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