martes , 30 abril 2024
Foto: Botellas | Eduardo Castellanos

A través de un pomo | RELATO

Bernardeth Esquivias

(A mis amigos por ser mi alegría e inspiración, éramos cinco, hoy somos quince, gracias Zukhunemas)

 

Manuel esperaba afuera de su casa a que llegaran sus compañeros, seis hombres y tres mujeres que junto con él formaban el equipo de trabajo de la clase de Biología. Tendrían que entregar esa tarea antes del 30 de noviembre del 2017 como derecho a examen, todos cursaban el tercer semestre en la Preparatoria  Regional de Tepatitlán y ese fin de semana estaban planeando ir a hacer trabajo de campo de la materia a la finca que los padres de Manuel tenían en el rancho El Fresnillo en las cercanías de Arandas.

Esta reunión no sería diferente a las anteriores, donde el pretexto de  hacer labores escolares era una oportunidad más de compartir todo tipo de aventuras de acuerdo a las edades de los estudiantes. Sería menester coordinarse para aprovisionarse de lo necesario para la estancia en el campo, desde una semana antes comenzaron los preparativos. Linternas, cerillos, almohadas, bolsas de dormir, una hielera con carne para asar, carbón, y alcohol, mucho alcohol; entre otras cosas.

—¿Qué pedo con estos papus? Ya debieran estar aquí — mascullaba impaciente Manuel — si mi jefe ve el pisto en el Vocho no me la ando acabando.

Habían quedado de verse a las dos de la tarde, transcurrían los minutos después de la hora pactada y no aparecían los compañeros del muchacho, quien ya empezaba a dar muestras de la impaciencia que solía presentarse en él cuando alguna circunstancia no le era favorable.

—Ojalá las elfas no se aprieten el calzón y  por andar de quedantes nos abran — se decía el muchacho— neta que la pusimos en el equipo pa’ que nos hagan el paro con el trabajo y frieguen los trastes.

En ese momento, calle abajo, Manuel divisó las siluetas de dos de sus condiscípulos, eran Adrián y Alan, el primero caminaba  con dificultad cargando una mochila voluminosa y el segundo arrastrando una bicicleta en la que, colgando de los manubrios, traía una bolsa negra de regular tamaño.

—¡¡¡Ehhh putos!!! No mamen, ya van a ser las tres y no llega nadie — les gritó  Manuel en cuanto los muchachos estuvieron cerca.

—Qué onda wee ¿listo para la acampeda? — preguntó Adrián mientras apresuradamente descolgaba la bolsa negra de su bicicleta y se la amarraba a una de las presillas de su roído pantalón de mezclilla.

—¿Qué pex con ustedes? Ya ni la chingan, neta que si no llegan lo demás en diez minutos nomás nos vamos los que estemos — le dijo Manuel visiblemente contrariado.

—Cálmate wey, mejor dime si puedo dejar mi baica aquí en tu house — inquirió Adrián.

—Amárrala debajo de la escalera, mi jefe no creo que la haga de pedo y mis sisternas menos, nomás ponle cadena porque en el barrio está cabrona la maña.

—Arre pues — contestó Adrián mientras se dirigía al interior de la casa a dejar asegurado su medio de transporte.

—¡¡¡Wey, no mames, esta madre se va a descontrolar!!! — vociferaba Julio — ya compré unos pomos y descargué unas rolas pa’ aullar a gusto cuando la hora sad se ponga cabrona.

—Ya pues putete, sube los pomos al Vocho, no mames wee, esta noche se va a armar cabrón y más si nos tomamos los dos garrafones de Tonayan y yo aparte compré cinco sixs de birrias, ora si se va a prender el cerro — le dijo en voz baja Manuel.

—¿Qué pasó mi negro?, ¿qué transa?, ¿no se te olvidó algo en tu casa o qué pedo? Ya sé, no me digas, lo único que te faltó fue tu jefa — expresó Julio al ver la cajuela del Volkswagen rebosando de utensilios.

—Si pendejo, como ayer no me faltó la tuya.

—Bueno, ya estuvo bro, no te prendas, es nomás pura carrilla.

—Si wey, no hay pedo, acaba de acomodar y vámonos a la verga, yo creo que ya no va a llegar ninguno, pinches mal quedados, ya van a ser las cinco y ni un Whatss ni nada, putitos de mierda. Vámonos antes de que llegue mi jefe del jale y se raje de prestarme el Vocho ¡!!Fuga puñetas!!!

—¡¡¡Arre!!!— dijeron los tres muchachos al unísono.

Subieron al auto y se encaminaron hacia la salida de la ciudad por la colonia Españita, antes de tomar la carretera llegaron a cargar gasolina, en realidad pocos litros de combustible pues su presupuesto había ya sido mermado con la compra de las bebidas alcohólicas y la carne. Con el escaso carburante en el tanque y la adrenalina a flor de piel siguieron su trayecto entre pláticas, bromas y uno que otro puyazo lingüístico propio de su adolescencia. La falta de pericia junto con la inmadurez del osado piloto hizo que a la altura de una pronunciada curva en Los Sauces casi tuvieran una volcadura, una maniobra acertada y las manos de los tres mozalbetes sobre el volante lograron darle estabilidad al endeble vehículo.

Pasado el susto prosiguieron a su destino, al que llegaron ya cuando el sol comenzaba a ocultarse y hambrientos como estaban a esa hora comenzaron a bajar las cosas del auto y acomodar cada una en su lugar. Alan, que era el más pragmático, les indicó que él se haría cargo de encender el carbón y fue en busca del combustible internándose en la finca rural, en ese momento Manuel reparó en la misteriosa bolsa negra de plástico que traía amarrada en una presilla del pantalón Adrián.

—¡¡¡Ehhh mamilas!!!,¿qué traes allí?, ¿es tu pañalera que te preparó tu mami?— le dijo con sorna Manuel.

—¡ A huevo! — le contestó Adrián — ya ves que necesito chupón cuando me junto contigo porque con tu alucín de que tu vieja no te hace caso me haces chillar un chingo.

—Mi Diana la neta, me gusta un chingamadral esa elfa, me la paso estalkeando su Insta pero no me pela, yo creo que ya me dejó en la friendzone.

—Lo más pro de no tener vieja es que te puedes poner hasta el queque y ni quien te pendejee.

—¡No mames! Ya como tú no pasas de tener crush.

Terminaron de bajar las cosas del carro cuando apareció Alan para proponerles una visita a una casa contigua que estaba abandonada y a punto de caer y de la que se decía por los alrededores que estaba embrujada — a que se cagan de ir a la casa embrujada, dicen que allí se escuchan alaridos bien machines en noches de luna llena— para convencerlos, les propuso que serían unos minutos sólo mientras el carbón acabara de encender y que se llevarían la mochila con las bebidas para tomarse unos tragos para darse valor.

El reto fue tomado y los tres muchachos caminaron los cien pasos que separaban las fincas, antes de entrar a la vivienda, cada uno de ellos bebió una cerveza y una cantidad de tequila equivalente al contenido de la lata de la misma, una vez dentro agudizaron sus sentidos. Sentían un gran miedo, pero ninguno de ellos deseaba que los otros dos lo notaran, así que decidieron instalarse en lo que parecía que había sido la sala, donde polvo, telarañas, ratas, cucarachas y pedazos de sillas se confundían entre sí. Decidieron que era tiempo de la segunda ronda de bebidas, de igual manera, primero se tomaron una cerveza y en el mismo recipiente se sirvieron tequila.

—¡¡¡Ehh culeros!! Hay que contar historias de terror — sugirió Manuel.

—2.0 — dijo Alan.

—X2 — terció Adrián — pero antes propongo otro pisto y unas mamadas de mi chupón.

Ante la mirada desconcertada de los dos muchachos, Adrián comenzó a abrir su misteriosa bolsa negra, de ella sacó dos paquetes de un pan de apariencia obscura, abrió uno de ellos y los chicos supieron en ese instante que se trataba de panecillos hechos de mariguana.

—No mamen, ¿a poco nunca había visto unos brownies con weed? La neta del planeta es lo mejor de la mota — les decía eufórico Adrián.

—¡¡No pinches mames!! Yo no le hago a esa putada — gritó alterado Manuel.

Alan sólo se concretó a guardar un incómodo silencio y servirles la tercera ronda de bebidas, aunque esta vez la ronda consistía en una cerveza por doble ración de tequila. Adrián se resignó al desaire y tomó un panecillo y lo comió lentamente. En unos minutos más, decidieron la cuarta ronda de bebidas, con lo que la sobriedad de los imberbes era algo impensable.

—¡¡¡Ehhh putos!! Ya tengo un chingo de hambre, dame un pinche brownie — pidió Manuel quien de un solo bocado engulló el panecillo — ¡no mames! qué chingón sabe, dame otro — después de comerse el segundo pan, Manuel se levantó tambaleante y arrebató de las manos de Adrián la segunda caja de bocadillos y sin chistar consumió las ocho piezas. Se comió un total de diez pastelillos de mariguana.

Llegó la quinta ronda y el primer garrafón vertió su última gota, los chicos seguían bebiendo y saboreando los panecillos. La mezcla o el exceso comenzaron a hacer efecto en los muchachos, no tanto en Adrián que era asiduo consumidor del enervante, aunque esta vez un súbito ataque de risa compulsiva lo hacía contorsionarse hasta orinarse en los pantalones. La respuesta al uso del producto horneado de cannabis por parte de Alan fue diferente aunque habían consumido la misma cantidad de bocadillos; cuatro cada uno.

—¡¡¡No mamen cabrones!!! Me robaron mi cartera, ¿dónde está mi cartera? ¡Si no me la dan los voy a agarrar a vergazos! — gritaba desaforado Alan mientras sostenía su propia cartera entre las manos.

La reacción de Manuel fue cambiante, primero permaneció sentado con la vista al techo mientras veía como las paredes se comprimían y se alargaban hasta hacerlo sentir que estaba en un punto lejano, luego lanzó una lata vacía hacia arriba y se quedó como idiotizado.

—¡¡Ey!!, ¿vieron cómo lancé una nave al espacio y regresó? ¡¡Esto es fantástico!! — la euforia hacía presa del muchacho — ¿escucharon eso? ¡¡Ya llegaron!! Creo que son alienígenas, viene por nosotros… nos abducirán ¡¡¡Ahh pero no me atraparán!!!, ¡¡¡yo soy Flash!!

El estado de inconsciencia del estudiante era patente, mientras los otros lo observaban con indiferencia, sumidos en su propio estado de inconsciencia también. De pronto Manuel comenzó a desnudarse y a correr por todos lados mientras recogía el recipiente donde estuvo el tequila que acababan de beber, y ponía  su boca en el orificio de la enorme botella como aspirando el vacío de ésta.

—¡¡Hay que encuerarnos para que no nos reconozcan!! Sin ropa estaremos  más ligeros para meternos a la cápsula del tiempo. ¡¡Córranle!!!, hay qué meternos rápido, yo primero, por aquí, por el túnel, síganme, no se vayan a perder, la cápsula tiene un letrero que dice “Tonayan” por afuera, el último cierra la escotilla.

Pasó un año después de esa aventura, nunca nadie supo más de Manuel. Adrián y Alan todavía conservan el envase vacío de la bebida alcohólica y en noches de luna llena juran ver a Manuel a través de “el pomo”.

 

 

                                    Glosario

 

2.0                                                Apoyo a algo que se proponga

2X                                                Segunda persona que apoya algo

A huevo                                        Claro que si

Abran                                            No participen

Acampeda                                    Acampar y beber alcohol

Alucín                                           Alucines

Aprieten el calzón                        No acepten

Arre pues                                     Vamos pues

Baica                                            Bicicleta

Bro                                               Hermano, compañero

Brownies                                      Panecillos

Carrilla                                         Broma

Chingamadral                              Exageradamente

Crush                                           Amor platónico transitorio

Elfas                                             Chicas, mujeres

Estalkeando                                 Ver el perfil en redes sociales

Frieguen los trastes                     Laven los utensilios de cocina

Friendzone                                   Zona de amigos

Hagan el paro                              Hagan el favor

Hora sad                                      Momento triste, melancólico

House                                          Casa

Insta                                             Red social Instagram

Jale                                              Trabajo, empleo

Jefe                                               Papá, padre

Lo más pro                                    Lo mejor

Machines                                      Experiencias fuertes

Maña                                            Delincuencia

Neta                                              La verdad

Papus                                           Amigos

Pisto                                             Bebida alcohólica

Pomos                                          Botella con bebida alcohólica

Prendas                                        Enojes

Qué pedo                                      Qué pasa

Qué pex                                        Qué pasa

Qué transa                                    Qué haces

Quedantes                                    Pretendientes

Raje                                              Arrepienta

Se cagan                                      No se atreven

Sisternas                                      Hermanas

Six de birrias                                Paquete con seis piezas de cerveza

Vergazos                                     Golpes

Vocho                                           Volklswagen

Weed                                            Mariguana

Whatss                                         Mensajes de WhatsApp

Este texto pertenece al libro «El habla de los Altos de Jalisco» del Colectivo El Tintero
Biotiquín

 

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