Staff Kiosco Informativo | 2 de mayo de 2025
Mexticacán, Jalisco.— Ni el paso del tiempo ni la inercia de la modernidad impiden que la historia se mantenga viva. Prueba de ello fue la Asamblea Ordinaria del Consejo de Cronistas de los Altos de Jalisco, celebrada en abril en la Casa de la Cultura de Mexticacán, donde la palabra volvió a ser puente entre el presente y la memoria.
La cita reunió a cronistas de diversos municipios alteños, quienes, más que intercambiar informes, refrendaron su vocación por narrar, proteger y difundir los hechos que dan identidad a esta región jalisciense marcada por su religiosidad, su temple y su profunda raíz rural.
La presidenta municipal del municipio alteño, Celenne González López, fue la encargada de dar la bienvenida a los asistentes. En su mensaje, reconoció la labor silenciosa pero fundamental de quienes, a fuerza de archivo y de calle, documentan la vida cotidiana, las gestas olvidadas y las costumbres que aún perviven en los pueblos alteños.
“El trabajo de ustedes fortalece el alma de nuestras comunidades”, señaló la presidenta municipal, quien también acompañó a los cronistas en una comida de camaradería en el Santuario del Sagrado Corazón de Jesús.
La asamblea fue posible gracias al impulso del arquitecto J. Guadalupe Guerrero Márquez, presidente del Consejo, quien ha fungido como un catalizador de encuentros entre cronistas, bibliotecarios, historiadores y promotores culturales.
Como detalle simbólico —pero nada menor— los asistentes recibieron una paleta tradicional alteña, gesto que evocó la sencillez de las reuniones de antaño y reforzó el espíritu hospitalario de la jornada.
La reunión no fue únicamente protocolaria. Fue, sobre todo, una afirmación de que la historia no está en los libros polvosos, sino en la voluntad constante de escribirla y compartirla, de rescatar lo local en tiempos donde lo global amenaza con borrar los matices.
Mientras haya quien escuche, pregunte y escriba, los Altos de Jalisco seguirán teniendo quien los narre.