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Juan Eduardo López Morales | @EduardoLopezM | 20 de septiembre del 2018
Esta semana comencé a escribir sobre nuestro «meme presidente», pero no puedo pasar por alto algo que nos compete a todos, más allá de declaraciones, argumentos válidos o no, radio pasillo, creencias: Hay una cloaca que se desveló en la opinión pública a nivel mundial. Los titulares mundiales, dedicando espacios en sus diversos medios informativos, televisoras, mostrando imágenes que han dado a vuelta al mundo sobre los 300 cadáveres de los dos tráilers.
Más allá de saber si estaban en Tlaquepaque, Tlajomulco o simplemente a la vuelta de mi casa, la primera impresión que tuve al saber de este caso es el terror, porque afortunadamente y en este momento que estoy escribiendo estas líneas, alguien de mi circulo cercano, no es parte de las cifras de desaparecidos y posiblemente no tenga alguna relación con esos cuerpos.
Pero, sí la gran mayoría, actuamos como si fuera algo ajeno a la sociedad, estamos literalmente viviendo un proceso de normalización de la violencia, hoy le sugiero, llamar a esos cadáveres que ni el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, ni la Fiscalía de Jalisco, han sabido explicarnos el ¿Por qué? De esta grave situación.
Hoy, debemos empezar a nombrarlos como «Nuestros Muertos», esos cuerpos son seres humanos, que independientemente de las circunstancias de su muerte, desaparición y/o no localización, pudo haber sido nuestro familiar, amigo, profesor, contador, abogado, mecánico, reportero, doctor, estudiante, enfermera, bombero, vecino, sacerdote, etcétera y cualquier actividad y profesión que hayan dedicado en vida, merece un trato digno y humano.
No es posible que Guadalajara y en sí el Estado de Jalisco, sea la ventana de México al mostrar las fallidas políticas en materia de inseguridad. Aunque parezca que en este estado no pasa nada, las imágenes que atraviesan las fronteras son las de una caja de tráiler con 157 cuerpos refrigerados, en vez de un ballet folklórico, bailando el son de la negra.
Nuestros Muertos, son seres queridos de alguien, no llegaron solos al mundo, nuestros muertos, reflejan esa falta de valores que como sociedad estamos perdiendo. Culpables somos todos por participar de alguna forma en que la violencia y la inseguridad nos permearán de la noche a la mañana, haciendo oídos sordos y complacientes, quizás para no ver nuestra realidad.
Nuestros Muertos, representan esa corrupción, esa carencia de valores, esas clases de formación cívica y ética en las escuelas y entre nuestros adolescentes y jóvenes, esos coscorrones que nos daban los abuelos, para que aprendiéramos lo que no estaba bien.
Nuestros Muertos ahí están en contenedores y tráileres. No sabemos, sí nos encontremos más, lo que, sí nos debería de doler, es dejar nuestra zona de confort y asumir la parte que nos toca a cada uno y saber que por mucha indignación que compartamos en redes sociales, Nuestros Muertos, están hablando de esta gran ciudad y de este maravilloso estado de Jalisco, de forma muy negativa.
Nuestros Muertos deben ser la oportunidad de replantear el modelo y estrategias en materia de seguridad pública que contamos actualmente, un sistema de justicia penal, que verdaderamente sirva y que proponga resultados, dejemos la complacencia de dar resultados mediáticamente o por la bola de fuego que generó este asunto.
Nuestros Muertos, son 300 cadáveres que se suman a los 3 estudiantes de cine, que suman a los miles de mexicanos que siguen desaparecidos en este país y que debemos de lograr una respuesta, por el bien de todos, Nuestros Muertos, deben de tener JUSTICIA.
