lunes , 29 abril 2024

Lino Gutiérrez: lector de cartas que cree en Dios

 

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Lino Gutiérrez no estudió; aprendió a leer y escribir solo. Señala que en su infancia solo utilizaba “letra de carta”. A pesar de sus nulos estudios, hace poesía, escribe canciones y alabanzas. No fue a la escuela porque su padre lo llevó al rancho a cortar huizaches. Si no obedecía,  le pegaba garrotazos o le lanzaba pedradas en la cabeza.

Su padre era agente de policía en Yahualica. Lino recuerda que en esa época, su progenitor le daba puntapiés en el estómago. La madre era rubia con los ojos verdes y, el papá era moreno de labios gruesos. El padre era muy celoso. Pensaba que su señora coqueteaba con otros hombres. Encerraba a Lino y   a su madre en una casa con puerta de corazón de mezquite. Lino tuvo trece hermanos, él es el mayor.

Todos los días acude al Fraccionamiento Adobes a llevar el gasto del día a su mujer. Él vive solo en un cuarto con gotera s por la calle González Hermosillo. Cuando llueve Debe tapar su material para pintar: los caballetes, bastidores y algunos cuadros. Paga la renta de la casa de su esposa. Dice que vive en ese cuarto porque no puede pagar dos rentas. La carga de dos mil 800 pesos a la semana para los gastos de su familia no le permiten cambiar de domicilio.

Lleva dos años viviendo en su domicilio actual. No ha tenido problemas de ninguna clase con su casero. Paga el alquiler cuidando unos patos en la cochera de tierra de lo que ahora es su hogar. Alimenta las aves con hojas de lechuga.

“No soy un santo, ni un ángel, ni un Dios, pero a los patos los tengo muy consentidos, para mí son como mis hijos, es mi familia, en la noche cuando oigo alguno me salgo con ellos a platicar, a casi todos les puse nombre, hay uno que se llama el Pinocho, El Mosaico,  El Kikí,  hay una pata pelona y le puse la Peluda  de Memín. Me entienden cuando les hablo. Siempre esperan a que les lleve de comer. Yo soy feliz con ellos”.

Empezó a pintar al óleo cuando tenía veinte años. La devoción cristiana está plasmada en su obra. Pintó una Última cena , san  Antonio, El Señor  de la Misericordia, La Virgen  de Guadalupe, La Dolorosa, Santo Niño de Atocha, La Virgen  del Sagrado Corazón.

Decoró la Parroquia  de Jesús María. Pintó en Acatic con Ricardo Plascencia. Dejó plasmado su arte en paredes de cantinas. En Zapotlanejo pintó un mural en El Bar de las Calandrias , otro en el bar de Las Palomas . Dejó obra en Puente Grande , San Miguel el Alto y Capilla de Guadalupe. Iba a donde lo llamaran.

Le pregunto si admira a algún artista plástico, con seguridad responde que a Pablo, pero no a Pablo Picasso, sino al dueño de una antigua cafetería de la calle Galeana en Tepatitlán. En el establecimiento pasa un par de horas  todos los días conversando con el barista.

“Admiro a muchos, pero uno de ellos es Pablo el del café. Hizo un cuadro de un ángel con un niño muy bonito y yo lo felicité. Le dije que para pintar esa pintura necesitas una inspiración divina de Dios, no lo regales, si lo vendes véndelo de diez mil pesos para arriba y se me hace barato. Yo no soy hipócrita, cuando hablo lo hago con el corazón y el alma, yo no ando con mentiras, ni burlas. No me gusta andar con mentiras ni falsedades. Soy como los sapos, no puedo decir mentiras, porque las mentiras son del Diablo  y las verdades son de Dios, eso ya lo sabemos”.

Lino dejó de pintar durante quince años, dice que por tristeza y sufrimiento. Para ganar algo de dinero sube a cantar a los camiones, compone versos, corridos y alabanzas. Aunque tiene una fe inquebrantable, interpreta el tarot. Es un filósofo nato. Volvió a pintar.

En la parada del camión, sentado sobre una banqueta lee las cartas a una mujer de cabello castaño. El tarot como ingreso, lo interpreta. Las  vuelve a barajar, las guarda en una bolsa de plástico que anuda. La del pelo pintado le extiende dos billetes de veinte pesos y se va se satisfecha después de escuchar lo que tal vez, de Lino quería oír.

Lino me espera en un equipal del restaurante Carnes Asadas Loza, junto a una ventana  se refleja la luz que ilumina su cara. Con una pluma de tinta azul traza un paisaje en una servilleta de papel, dice que luego plasmará esos trazos en un bastidor. En el pedazo de papel dibuja unas montañas de donde sale agua en cascada, hay árboles, un ave surcando el cielo y otros elementos de la naturaleza. Los paisajes son recurrentes en las piezas más recientes del artista renovado.

“Estoy haciendo un dibujo, mira,  así salen los originales, así los saco yo. Siempre me guio con las enseñanzas de Dios, siempre le digo que me apoye, me guíe y me ayude  en lo que yo haga, que vaya con su voluntad y su mano; no quiero hacer cosas que no sean con su santa voluntad”.

Para Norberto Servín González, jefe del Museo Municipal de Tepatitlán, la obra de Lino Gutiérrez tiene un antes y un después. Explica que comparado con los tiempos pasados,  y tomando en cuenta que dejó de pintar por un periodo, y es hasta el 2021 que vuelve a tomar los pinceles, En las  piezas del pintor se puede hacer el comparativo de épocas pasadas con el presente. En el pasado era un tanto barroco clásico y en el 2021 cuando retoma los pinceles. La obra es colorida, refleja la naturaleza,  y el observar esa naturaleza como cascadas, árboles, montañas, el águila en pleno vuelo, refleja una tranquilidad espiritual del artista que es colorida, pero a la vez es sobria.

“En sus pinturas, aunque no lo diga él, siento que está invitando a superar determinados obstáculos y lograr un nivel de tranquilidad espiritual”, Agrega Servín González..

Actualmente Lino valúa sus cuadros en cinco mil pesos, pero algunos de sus clientes solo pagan entre cuatro mil o tres mil pesos.  Algunas tardes, si el día está sin lluvia, sale a pintar fuera de su casa para exhibir sus pinturas y poder vender alguna pieza.

Gutiérrez Gutiérrez inició creando desde muy pequeño, fue a los veinte años de edad que decidió intentar con óleo, técnica que utiliza en la actualidad. Cuando tenía nueve años su tío le enseñó a leer el tarot, en esa época aprendió a dibujar con piedras blancas que usaba como gises . En la edad temprana dibujaba vacas, burros, becerros, patos, gallinas, garzas y demás animales que veía en el Río Verde.

En la edad adulta, para obtener materia prima para pintar, . Hhacía bastidores que intercambiaba con don  Victoriano González,  “Tanito” a cambio, el ya consagrado artista le daba pinceles que ya no utilizaba, sobrantes de pintura y algunos otros utensilios para hacer colores.

Los costos de las piezas de Lino no eran elevados. Lino también hacía trabajos de calidad, no retratos, pero sí ex votos o retablos y algunos pedidos que la gente le hacía en específico. Personas de pocos recursos  lo buscaban porque cobraba poco o nada.

 “Es un artista dentro de la plástica que utiliza diversos materiales y se clasifica dentro del artista autodidacta”, señala el Director de Arte y Cultura  en Tepatitlán, Francisco Sandoval López, quien además indica que Lino Gutiérrez es un caso similar a Martín Ramírez, un tepatitlense fallecido en Estados Unidos, que tiene piezas expuestas en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.”

“El de Lino es un caso parecido al de Martín Ramírez, obviamente, Ramírez estuvo en un sanatorio psiquiátrico y Lino tiene la escuela de la calle, en el sentido de la palabra no de andar pidiendo limosna, sino de ganarse la vida prestando algún servicio como la lectura de las cartas. Su estilo lo encuentra en el deambular con diversidad de materiales en el reciclado de los soportes, como el cartón. Tiene la habilidad del uso de los pinceles, del óleo, pero siempre haciendo mezclas de material, pero en el caso de su estilo, en lo que plasma en sus papeles o lienzos, sería un impresionismo autodidacta”, asegura el titular de arte y cultura .

En su juventud, el también lector del tarot, no solo usaba lo convencional como el acrílico o el óleo, tomaba pinturas de esmalte, usaba materiales con tierra para la elaboración de mosaicos.  Generó una técnica que la hizo famoso, por ejemplo, la piroxilina, entre otros materiales.  Fue un artista muy rudimentario.

Lino dice que Dios es quien lo inspira, a ese mismo Dios le pide guiar su mente, le pide inteligencia, que guíe sus ojos, pincel y manos para que todo lo que haga tenga éxito y le guste a las personas.  Asegura que un día soñó a la Virgen de Guadalupe y al día siguiente le mandaron retocar una Guadalupana. Luego en otro sueño se topó con la Virgen del Sagrado Corazón, días después una vecina del Barrio Alto,  mandó llamar para que retocara una imagen de la Virgen del Sagrado Corazón , enseguida soñó con la Virgen de los Remedios, luego otra virgen con manto color rosa. Un día,  sobre un entarimado se topó con una imagen de bulto con un manto rosa hasta los pies.

En sus mejores tiempos y en los días de mayor creación, vendía sus piezas, otras las rifaba. En esa época pintó la copia de un claroscuro de “La Última Cena ”. La pieza fue expuesta en el Museo Municipal de Tepatitlán durante la segunda quincena de abril de este año.

Norberto Servín,señala que la exposición de Lino fue un  éxito, llamó mucho la atención. El titular del Museo Municipal indica que el espacio de la calle Hidalgo tuvo muchos visitantes que admiraron la obra de este artista. Hubo personas que específicamente acudían a ver la obra del artista. Algunos empezaban a recordar y decir que Lino le había pintado un cuadro a algún familiar. Las redes sociales influyeron para que más personas se enteraran y la exhibición fuera exitosa.

“Nadie puede discutirte ni decirte que no es original lo que estás haciendo porque es una creación propia, de tus propias ideas”. (Señala con su dedo la servilleta mientras sigue dibujando), expresa Lino sobre su copia de Rembrandt.

“Lino siempre ha sido muy honesto en la creatividad de sus cuadros. Lino como creador y como una propuesta que nos hace con sus imágenes, sus figuras y sus colores. Es un artista con propuesta que merece todo el reconocimiento como cualquier artista del mundo”, detalla Francisco Sandoval.

Lino lector del tarot

Para Lino, una forma de ganarse la vida es leyendo el tarot. Suele cargar consigo un mazo de 78 cartas forradas con cinta adhesiva para protegerlas.

De acuerdo a información de Francisco Sandoval, desde joven, Lino ha tenido una inquietud por los símbolos, el misticismo. Maneja elementos simbólicos. Hay personas que lo buscan para que les lea la mano, las cartas o simplemente a platicar con él.  En esas cuestiones que tienen que ver con la reinterpretación de la realidad, a través de esas costumbres que manejan personas que en su momento se hicieron famosas como los gitanos. Sandoval agrega que se trata de eso, es una explicación de una tradición oral para explicar problemas de nuestra realidad, con el objetivo de, entre comillas, tratar de curar cuestiones que se cargan en sus comportamientos y personalidades  o, para los tratamientos de medicina tradicional. Eso es muy palpable en Lino, lo hace con formalidad, convencido de ello.

“Un dinero hallado o un sorteo grande de la lotería. Considera que encuentres dinero. Posibilidad en puerta. Aquí está la creación del mundo, están Adán y Eva, aquí está el sacerdote Ángel que los sorprendió porque desobedecieron al comerse la manzana, es que tuvieron relaciones amorosas, ella salió embarazada. Este es sacramento del altar. Los doce frutos son los doce meses del año. La serpiente según los católicos y cristianos es Satanás , el demonio era la carne que más bien significa la pasión y el deseo entre los seres humanos, que es lo que atrae para hacer el amor”.

“Tienes una conquista de una mujer rubia, puede ser escorpión, cáncer o piscis, muy güera. Felicidad terrenal. Favores de amigos y éxito en los negocios. En el amor hay que cuidar lo logrado, hay que tener acuerdo con la pareja y aprovechar los favores con los amigos. Veo triunfo amoroso. Dios aparece arriba, Dios no nos castiga, aquí vemos la balanza entre el bien y el mal; nosotros nos castigamos o favorecemos, Él  no nos hace nada, es la justicia divina de Dios. El éxito lo tienes, dicha y poder, anuncia también protección de jefes de gobierno poderosos”, eso me dijo Lino cuando me leyó las cartas.

Para este personaje, la lectura de cartas es un don de Dios que sirve no solo para ganarse la vida, sino para servir al prójimo.

Lino compositor

Duré varios días buscando el paradero de Lino, cuando de casualidad lo encontré en la calle. Llevaba dos servilletas, en una había plasmado un poema, en la otra, un corrido, los dos de su inspiración.

Esto leí en las servilletas:

Poema

“Qué bonito conocerte tus ojos son dos luceros

que parecen los pajarillos besándose en un romero

quiero decirte mi vida

lo mucho que yo te quiero

tú serás en mi vida

mi amor más verdadero

no me pidas que te olvide

por Dios, te lo ruego.

 

Ya llegué por tu cariño

me dijiste que era mío.

Aquí estoy al pie de tu ventana

dulce amor mío

Estoy desesperado por abrazarte

chiquitita de mi vida

Si eres mi consentida dueña y amor de toda mi vida.

 

Corrido de Los Altos de Jalisco

Aquí me siento a cantar a la orilla de este risco

a cantarles el corrido de los Altos de Jalisco

bonito Tepatitlán, también sus alrededores

con sus mujeres hermosas que parecen girasoles

 

Sus hombres si son muy machos y muy buenos pa´  tomar

en asuntos de mujeres nunca se saben rajar

ya con esta me despido yéndome por este plan

ya les canté su corrido del mero Tepatitlán.

 

Corridos como este son interpretados en vehículo de transporte público de las rutas Pedregal y Aguilillas. Algunas ocasiones recibe un par de monedas, en otras desprecio y discriminación. Tal vez su aspecto de indigente ahuyenta a los usuarios.

 

Lino el creyente

Lino es muy devoto, aunque no fanático. Da una explicación del porqué  de su religiosidad. Hablar con él sobre su fe, que es sensata, pura y limpia, refleja también su espiritualidad.

Hace algunos años se le veía caminando por las calles de Tepa con una cruz de madera que cargó por más de cuarenta años. La extravío más de diez veces y decidió dejarla para ya no perderla más. Un día le dijo: “¡Ahí quédate!”. Era su tesoro más preciado. Fue bendecida en cinco ocasiones en distintos templos.

Expresa que el símbolo en que murió Jesús, era como su verdadero Dios. La dejó también por tristeza y sufrimiento. Un día la olvidó en el fraccionamiento Los Adobes . El sentimiento invadió su corazón.

“Llloré y dije: crucita santa, si me amas regresa a mí. Volví y estaba recargada en el parque donde había alambre”, afirma el pintor.

.“Un día un fulano ahí para la Casa de la Cultura, tenía dentro de una bolsita de plástico con mi cruz adentro. Pasó un fulano y le puso un patadón y me la aventó algunos metros, si me enojé. Me le llegaron a dar patadas, guantadas y rodilladas a mi cruz. Un fulano que vendía piedras, amigo de Policarpo el que daba clases en el prepa, estaba en una combi allá por la Sello Rojo, y me maltrató y me dijo: si crees que ese es el poder supremo estás equivocado, me dijo. No será el poder supremo, pero esta cruz que traigo Dios me la hizo  (mostrando una cicatriz en el brazo) y es de antes de nacer, Dios sabe por qué me la hizo, para que tuviera fe en la cruz”. Hay una cruz que se llama la cruz ansada  o llave de la vida, existió 500 años A. de C.»

Para Lino, el verdadero cristiano es el que cree y ama la cruz, explica que los Testigos de Jehová,  hablan mal de la cruz, dicen que ella fue el instrumento para matar a Jesucristo: “Estoy  de acuerdo, pero en lo que no estoy de acuerdo, han pensado que el destino de Cristo estaba dirigido y pronosticado por su propio padre, para enseñar a los humanos a sufrir con paciencia los dolores y sufrimientos de la Tierra.

Pero carga otra cruz, es de nacimiento, esa nunca podrá perderla “Esta sí me la hizo el Señor  de los cielos. (Muestra una cicatriz en la mano).

Lino y los roces con la muerte

Sepultó a tres de sus hijos: uno tenía 28 años, murió a causa de golpes que recibió durante una riña en la colonia Aguilillas, otro falleció de 42 años y uno más  por complicaciones a causa de un coágulo de sangre en la cabeza.

Hace unos meses su esposa se debatió entre la vida y la muerte, las dos disputaban los 21 gramos de la señora. La habían operado por problemas en la vesícula, contrajo una infección; la volvieron a intervenir quirúrgicamente. Comenzó con fiebre. Sufrió neumonía. Lino asegura que su esposa, todo el tiempo estuvo en manos de Dios.

Vivió dos años en Temacapulín, trabajó en la construcción de una presa. Se enfermó cuando cuidaba un aparato para extraer agua. Dormía a la orilla. Era época de frío. Había hielo. Cayó en cama por complicaciones en los pulmones. Duró seis años enfermo. Arrojaba sangre por  la boca. Sufría una tos que casi lo dejaba sin respirar.

En Ameca trabajó como albañil. Se cayó de una casa, se fracturó las dos canillas. Siete meses para que soldaran los huesos. Fue atropellado por un camión lleno de caña. Un Jueves Santo  tuvo un accidente automovilístico cuando regresaba de ver una película de Cristo. Estuvo postrado nueve meses con yeso y boca arriba. El hueso de una de sus piernas está seco. Tiene fracturas en un hombro.16 años estuvo enfermo de asma. Tiene 18 golpes en la cabeza. Declara que Dios no ha querido llevárselo del mundo de los vivos.

“Me he salvado de morir envenenado, ahogado, quemado, ahorcado, de morir a balazos,  a puñetes, de hechicería, de brujerías, de todo eso me he salvado”, agrega Lino.

Lino, tepatitlense por adopción.

Aunque nació en Yahualica de González Gallo en 1940, desde muy joven,  y para ganarse la vida, Lino llegó a Tepatitlán buscando nuevas oportunidades para él y su familia. Poco a poco fue ganando la confianza de los tepatitlenses. Hablar con los de Tepa, reconocerse en ellos y sus tradiciones, han llevado a este personaje a ganar el respeto de una parte de la población.

El jefe del Museo Municipal de Tepatitlán, informa que Lino se convierte en un personaje de la alegría social de la ciudad. Sobre el deambular del artista, su aspecto físico que lo hace ver como hombre humilde y sencillo desde lo marginal.

“Yo no me explico la marginalidad, lo digo en el sentido de que cada quién elige un estilo de vida. Lino escogió ese estilo de vida, tiene a su familia”, asegura el también preservador de la historia.

En los años 60´s cargaba a la espalda un óleo gigante, la escena lo hacía ver como un Pípila . Vendía rifas del cuadro para ganar un poco de dinero.

 “Yo considero a Lino un personaje, ojalá que la población se diera la oportunidad de platicar con él, porque es una persona que enseña, lo hace de una manera educada, no premeditada, sino que su conversación es así. Lo considero un buen escritor de poemas, de canciones. Se siente como escribe de una manera muy pura. Todo lo que escribe tiene armonía», añade Sandoval.

Lino soñador y filósofo

Alguna vez el artista plástico se soñó flotando en el cielo, en medio de las estrellas, con los brazos juntos y los pies también. Observaba al mundo desde arriba. La Tierra era como una pelota de futbol, también podía ver el azul del mar. En otra ocasión soñó un caballo grande en el Cerro de Picachos, le pasaban las nubes sobre el pecho. En el sueño estaban,  su papá, otro muchacho y él, los tres veían al caballo. En otra ocasión,  soñó que iban él y su esposa para una barranca, estaba una planta de maguey, pero en lugar de tener espinas tenía bocas de serpiente y había una piedra que decía: “aquí existe una maldición ”.

Hablar con Lino es una experiencia que pone a sus interlocutores a pensar, analizar o dudar. Tiene talento para abordar temas que te incitan al razonamiento. Casi siempre tiene respuestas a todos los cuestionamientos.

“Hay personas que lo ven con cierto miedo, pero realmente no hay nada de que incomodarse, todo lo contrario, es una persona a la que hay que aprovechar, hay que escucharlo para aprender de él, es una persona tepatitlense por adopción, artista, escritor, filósofo y alguien que está dispuesto a dar lo que tiene para hacer sentir bien a los demás.   Es un personaje que no busca reflectores, él es feliz así, por eso digo que es filósofo, porque también al platicar con él aprendes, te lleva a la reflexión. Si le prestas atención te das cuenta que realmente la felicidad no consiste en tener tanto, sino lo suficiente para transitar por esta vida. Tú adquieres bienes que te cuestan pero sabes que vas a tener que pagar mantenimiento, tenencias, te metes a un asunto muy comercial y de consumismo. Platicar con Lino y verlo platicar es una tranquilidad para el espíritu” detalla Servín González.

Sobre la felicidad, el pintor y filósofo señala que es estar conforme con lo que Dios te da. Recibir con gusto y alegría lo que Dios da.  Tener paciencia y paz ante las adversidades. Dejar que Dios guíe tu vida, tu familia, tu suerte y te vaya dando, dispensando lo que tu creas que mereces por la voluntad de Dios.

“El don de esperar a que Dios decida a qué hora y cuando vas a recibir lo que tú estás esperando de él. La ira, el coraje, el odio, la violencia, la riña y la desesperación, renegamos de Dios cuando no llega lo que esperamos, reñimos, blasfemamos, entonces lo bueno Dios lo da pero si nosotros también demostramos lo bueno de nosotros”, su posición sobre el significado de la paciencia.

“El amor verdadero -agrega- es el juramento que se cumple en esta vida y después de la muerte, que es cumplir con el juramento que le hacemos a Dios, pero cuando en un matrimonio hay separaciones aunque haya un juramento ante Dios, ese amor no es verdadero, fue un simple deseo nada más. Tentación de gozar el cuerpo de aquella persona. Es como las personas que comen de distintas comidas, el amor verdadero es el que se sostiene en el juramento de Dios. Si yo cumplo ese juramento, cueste lo que cueste, así me cueste la propia vida, pero yo lo voy a cumplir, hasta el último instante, gota o llama de mi vida . Pensamiento de Lino sobre el amor”.

Sin ambición, con humildad extrema, usando la creatividad que su Dios le regala nuevamente, después de años de sufrimiento y tragedias, Lino Gutiérrez Gutiérrez, sigue ganándose la vida con las cosas que más le gusta hacer: plasmar paisajes en donde refleja sus estados de ánimo. Subiendo a cantar en algún camión de las rutas 4 y 6 del transporte público de Tepatitlán. Leyendo las cartas a los desmejorados en los asuntos del corazón, o a los ausentes de esperanza.

El texto participó en la Edición V del Concurso de Crónica y Perfil Tepatitlán 2021

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