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El tianguis textil de Tepa, cobijado desde la feminidad | Crónica 

Cinthya Gómez | @escriboenlaluna | 28 de septiembre de 2019 *

Doña Mary no se lo pensó. Cuando murió el padre de sus hijos sólo tenía dos opciones: seguir con la limpieza de casas o comprar en abonos medio rollo de tela jacquard, guata e hilos para emprender un camino desconocido.

En Tepa había un viejo tianguis de blancos que se instalaba jueves y domingos a las espaldas de la Central Camionera, el cual se había convertido en un sitio muy procurado por turistas y compradores. En ese lugar y en su medio rollito de tela, depositó María Guadalupe Pérez Rosales sus esperanzas.

Lo único que no tenía Mary en aquél tiempo era una máquina de coser. Pero las ganas de trabajar para sacar a sus dos hijos adelante, esas le sobraban. Así, con medio bulto de tela verde de garabatos dorados comenzó su aventura. Inició su propio negocio.

Al principio ella movía los muebles de su casa para desparramar el rollo de tela en el suelo y marcar los moldes del tamaño de las camas con un jabón. 

Ella recortaba uno por uno los moldes y los apilaba. Luego, llevaba las tiras ya listas a una amiga suya que le ayudaba a armar las colchas. 

Durante las primeras semanas, dividió su tiempo entre ser ama de casa, limpiadora de casas y “colchera”. Pero no pasó mucho tiempo para que se diera cuenta del potencial que tenía ese, su negocio, y se dedicó de lleno a él. Pues con el primer dinero que le cayó a la bolsa le ajustó para liquidar el préstamo que pidió, y le sobró.

“Yo trabajaba limpiando una casa. Y un día unas amigas que ya vendían en el tianguis me invitaron a unirme. Empecé con medio rollito de tela que compré en abonos. Pero cómo de ahí no sacaba para la casa, seguía limpiando casas. Al tiempo, fui invirtiendo e invirtiendo, y cuando menos lo esperaba ya tenía el dinero con el que me hice de mis máquinas”.

Cuando menos lo pensó, en casa ya tenía diez rollos de jacquard, insumos suficientes y diez mil pesos que invirtió en la compra de sus propias máquinas de coser. Compró una máquina recta y una para “overlear” olanes.

Con apenas unos meses en el ramo, montó su taller propio. Las dos máquinas de coser recién compradas las subió a la segunda planta de su casa, lugar que destinó como su espacio de trabajo para hacer Colcha y Edrecolcha.

Blancos Naye, la marca de doña Mary, nació con una producción de 400 colchas por semana. Todos esos paquetes los vendía en el tianguis los jueves y los domingos.

Una algarabía muy femenina

No hace falta caminar mucho los pasillos del Tianguis para darse cuenta que la venta de blancos es liderada por el sexo femenino. 

Son principalmente mujeres, amas de casa, quienes ponen a la venta sus productos confeccionados, maquilados, hechos a mano o ya en última instancia comprados a un proveedor mayorista.

Así pues, además de ser una mixtura colorida de blancos y tejidos, el Tianguis Textil de Tepatitlán es un coro resonante y tempranero de voces de mujeres. Tanto de las que ofrecen como las que compran.

 

  • -¿Un mantelito, Oiga? ¿Una colchita?, pásele ¿Qué va a llevar?, ¿Cortinas?, Mire tenemos las colchas desde 100 pesos. Pásele. Aquí está más barato.- Ofrece la tianguista.
  • – Si, gracias, nomás ando viendo, – contesta, la clienta.
  • – Pura calidad, seño, pasele, compruebe.
  • -Si, gracias.
  • -Aquí tenemos además diseños bonitos, Pásele.
  • -Muchas gracias.
  • -Pregunte. Sin compromiso.
  • -¿Cómo esta, a cuanto?
  • -Como esa le sale a 100, pero tenemos precio de mayoreo, oiga
  • – Deme seis. 

Y se cierra un trato.

Uno de los tantos tratos que conciertan cada jueves y domingo, vendedoras como doña Mary o Doña Doloritos, o Virginia o Biani. También como la de Brenda, o Rosalba; todas mujeres que además de ser costureras, diseñadoras, empresarias y amas de casa, son también las impulsoras de una industria que ha logrado posicionar al tianguis como el segundo más importante de México. 

Ellas son las que sacan adelante una de las fuentes de empleo – y por consiguiente de ingresos- más importantes para Tepatitlán.

Los datos del INEGI dicen que 51 por ciento de la población de Tepatitlán son mujeres. Pero si el Tianguis Textil fuera una microciudad, ese porcentaje se elevaría casi hasta el 80 por ciento.

Overlear

Mary tiene 72 años. A su edad, ya sólo en sus ratos libres le pega a overlear, y a armar sus colchas.

Los lunes por la tarde, ya repuesta de la cansada jornada del domingo, comienza a armar sus colchas. 

Un señor le entrega la tela ya capitoneada con guata y el forro. Y ya sólo sube a su pequeño taller para cortarla. Mientras ella está con los recortes, una vecina le arma colchas y hace almohadas y fundas.

“Yo estando sola, me subo, corto un rato. Me distraigo. Hago over a las colchas. Me gusta. Ya cuando llega mi vecina, entre las dos acabamos, doblamos, y armamos paquetes”.

Hay días en los que casi se funde su pie con el pedal de la máquina de “over”. Se avientan hasta 50 colchas en un día. Pero ya sólo cose dos días a la semana. Aunque quisiera, ya no vende tanto como antes.

Doña Mary inició haciendo colchas sencillas, pero luego luego se enseñó a hacer edrecolchas. 

Desde siempre, ha metido telas de calidad, y los clientes lo reconocen a primera vista. Les pone forros y guatas resistentes, para que aguanten la refriega diaria de los futuros dueños de sus colchas.

Dice que ella innovó la industria colchera. Un día le pareció buena idea sustituir los olanes de tafeta por unos confeccionados con la misma tela. Y fue un boom. A la gente le gustó.

“Yo a mis colchas les meto otras cosas. Los proveedores me traen una tela que se llama San Rafael, que es de hilo de calidad”.

Tiempos y telas que cambian

El tianguis textil de Tepatitlán comenzó hace más de 60 años. En aquél entonces, las mujeres se sentaban a vender sus carpetitas de frivolité, deshilado y punto de cruz.

Pero los tiempos y las tendencias provocaron que, de poco en poco, se fueran añadiendo más productos a esa lista, y más personas a esta actividad. 

El tianguis creció y se convirtió en un referente. Tanto que se ha tenido que mudar en un par de ocasiones. La primera vez lo hizo del Centro a la Central Camionera, y de ahí a su espacio definitivo, el Parque Bicentenario. Ahí confluyen fabricantes de la cabecera municipal, con artesanos y vendedores de las Capillas de Guadalupe y de Milpillas, de San José y de Mezcala.

En la actualidad, en las calles del Tianguis Textil pueden encontrarse sábanas de algodón o poliester. Carpetas de manta, con punto de cruz, listones o pintadas a mano; También colchas, edrecolchas, cortinas, manteles, cobijas estilo holandesas, de borrego o las tradicionales de cuadritos; protectores para los electrodomésticos, mandiles, almohadas, camas para perros, cojines para viaje, cubresillones, y un largo etcétera de productos textiles. 

La mayoría de los blancos que se venden en el Tianguis son hechos en México. Pero cada día hay un tanto de origen chino que aumenta su presencia.

Aquí también hay cabida para las ventas por internet. Las nuevas generaciones adaptan los negocios familiares a las nuevas tecnologías. Muchas vendedoras se han modernizado colgando su catálogo a través de alguna cuenta de Facebook o Instagram; o haciendo transacciones vía whatsapp. 

Sin embargo no hay como ver el producto cara a cara antes de llevarlo a casa. Por eso, el tianguis sigue en boga.

Blancos Naye

Hay muchísima competencia. Tanto local, como desde el lejano oriente.

Mientras hay gente que vende una colcha en 70 pesos, Doña Mary vende las suyas en 100, debido a la calidad que maneja, y aún así sus ganancias no son muchas. A menos que venda mucho, dice, entonces si vale la pena.

Cuando el tianguis estaba en la central camionera fueron buenos tiempos. Entonces vendía hasta 300 colchas por semana. En aquellos días el dinero le ajustó para construir su casa, y a pagarle los estudios a sus hijos.

Ahora no. Cien colchas o cinco mil pesos por día, es lo máximo que se le vende en una muy, muy buena temporada. Pero cuando no hay de esos días, el promedio baja a 100 colchas por semana. 

“De una colcha no quedan más que de 20 o 25 pesos. Si vendes 50 colchas, pues te va bien. La edrecolcha es la que me da un poquito más de margen de ganancia. Esas las vendo en 250 o hasta en 260 pesos. A esas les pongo cojines, y bolso”.

Al que madruga

Los más de quinientos colcheros y tianguistas se rigen bajo el amparo del Señor de la Misericordia y la creencia de que “Al que madruga Dios le ayuda”. 

Así como en las ciudades se nombran a las calles en honor a sus héroes, en el Tianguis los pasillos han sido llamados en homenaje a sus productos: Pasillo Sábana, Calle Colcha, Cobija, Edredón, Tejido, Tela o Bordado. 

Así, mientras la vida comercial en el centro de Tepa inicia pasadas las 10 de la mañana, en las calles y pasillos del tianguis, la madrugada es la hora de entrada.

Los más aguerridos comienzan a instalarse a las tres de la mañana. A la hora en la que solo la bruma que emana del río, cubre el Parque Bicentenario.

También hay otro tanto de vendedores que llega con el sol ya puesto a montar su local.

Los clientes llegan desde las seis de la mañana. Originarios de pueblos cercanos o muy lejanos, arriban a Tepa ya sea en coche o en camiones, y lo hacen por docenas de ellos. En un día normal pueden contabilizarse hasta 25 autobuses, sin embargo han habido días primorosos, en que esa cantidad se duplica. 

En días tranquilos, el tianguis llega a registrar hasta dos mil visitantes. Lo que significa que en un año, aproximadamente unas 200 mil personas llegan a Tepa sólo para comprar blancos.

Ser su propia jefa

Doña Mary no se arrepiente de aquel medio rollito que compró. Hoy, es su propia jefa, en su taller y en el puesto que tiene en la calle Tejido 10-13 del tianguis. 

No le maquila a nadie. Por lo tanto tiene la libertad de establecer fechas de entrega, cantidades para y por hacer; diseños a montar, y hasta si quiere ir o no al tianguis.

Todas las mujeres que junto a Doña Mary iniciaron a hacer colcha, siguen dedicándose a la venta de blancos y generando un ingreso económico independiente para su hogar y familias.

Y el negocio sigue. Ha pasado de generación en generación. Ahora son las hijas de esas mujeres las que “overloan”, capitonan y montan las colchas. Las que acompañan a sus madres a vender al tianguis los jueves y los domingos.

Resiliente

El Tianguis Textil de Tepatitlán es tradición pura que se mantiene viva por el esfuerzo de cientos de mujeres y hombres.  

Esta industria empujada principalmente por mujeres, y que hoy se alza entre sábanas, colchas, o cortinas, es el resultado de un centenar de historias de prueba y error, éxito, resiliencia, pero sobre todo de muchas ganas de salir adelante. Como doña Mary, que inició hace veinte años tras una pérdida, y que hoy a pesar de sus ventas bajas, no se detiene y tantea dedicarse a esto hasta que le den sus ojos, o sus manos, porque le gusta, porque la dinámica la mantiene alegre, y viva.

“A todas las mujeres nos gusta trabajar aunque nos quede poco. Con el simple hecho de ir, estar ahí platicando con tus compañeros, se la pasa uno agusto. Ganas de menos para comer y para tus gastos. Hasta que ya no pueda pienso dedicarme a esto. Me gustan, por ejemplo los jueves cuando con mis amistades, encargamos de desayunar. Y como no hay mucha gente, agarramos una mesita, y nos ponemos a platicar, a echar chisme, eso no lo tengo en casa”.

 

 

Esta pieza periodística resultó ganadora del Concurso de Crónica y Perfil organizado por el Gobierno Municipal de Tepatitlán en el marco del Festival Cultural Tepatitlán

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