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Cuatro paradigmas en torno a la movilidad urbana en Tepatitlán |  OPINIÓN

*David Martín del Campo Plascencia | @KioscoInfo | 14 de enero de 2019

La movilidad urbana, es la forma como nos trasladamos de un lugar a otro en la ciudad, para poder acceder a los recursos que esta nos ofrece: trabajar, ir a la escuela, el esparcimiento y recreación, la convivencia, el deporte, o cualquiera que esta sea, por tanto, juega un papel importantísimo en la vida diaria de la ciudad, la casa de todos.

Con el crecimiento de las ciudades en México, y Tepatitlán no es la excepción, desde hace varias décadas el medio de transporte casi totalitario ha sido el vehículo automotor particular, el carro, y en cierta forma se entiende, pues cada día se tienen que recorrer mayores distancias en la mancha urbana, que difícilmente se harían caminando, y también hay más facilidades para acceder al sistema crediticio.

Además de lo anterior, a la par del servicio que este nos da para movernos, el carro se ha convertido en muchos casos en un elemento de estatus social, una necesidad para remarcar niveles, categorías, entre más caros, sofisticados y novedosos sus diseños, más potencial para sobresalir del resto.

Pero una realidad, es que la utilización desproporcionada del vehículo automotor trae consigo una serie de perjuicios para la ciudad, y por ende para la calidad de vida de las personas que la habitamos. Contaminación, ruido, congestión, uso indiscriminado del espacio público urbano.

Según datos del INEGI, al año 1980 en Tepatitlán había 4,628 vehículos automotores registrados, mientras que para el año 2015 ascendió a 71,688, es decir un incremente del 1,549 por ciento, mientras que la población en ese mismo periodo de tiempo, se incrementó en un 240 por ciento. Esto nos da algo aproximado a .526 vehículo automotor (bruto) por habitante, es decir un vehículo automotor por cada dos personas, las proporciones no cuadran, algo estamos haciendo mal.

Si convertimos la cantidad de vehículos automotores a superficie neta, tendríamos algo así como 53 hectáreas, equivalente a 75 campos de fútbol. Respecto a áreas verdes urbanas para el esparcimiento y la recreación, se tiene en promedio dos metros cuadrados por habitante, si lo traducimos a superficie nos da un aproximado de 27 hectáreas, es decir que la superficie necesaria para confinar a los vehículos automotores duplica a la superficie de áreas verdes existentes. Esto para tener una idea del consumo indiscriminado de espacio público urbano que ocupa el vehículo automotor.

Según la pirámide de la movilidad urbana, impulsada por el Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos, ONU HABITAT, y legislada en México en la LEY GENERAL DE ASENTAMIENTOS HUMANOS, ORDENAMIENTO TERRITORIAL Y DESARROLLO URBANO, la jerarquía debe ser la siguiente:

  1. Peatón,
  2. Ciclistas,
  3. Transporte público,
  4. Trasporte de carga y servicios,
  5. Vehículo automotor particular.

En nuestra realidad, la pirámide está invertida.

En Tepatitlán, en los últimos años las políticas públicas en los temas referentes a obra pública, han estado enfocadas casi en su totalidad en generar infraestructura para el automóvil, es decir, calles y avenidas, y peor aún, no se hacen calles completas, esto es, que muchas se hacen sin banquetas, cuando el peatón -las personas- es el actor más valioso e importante de la ciudad.

Es necesario, a la voz de ya, que gobierno y sociedad, en gobernanza, nos tomemos en serio este tema y se comiencen a implementar políticas públicas enfocadas a la movilidad urbana, que se apeguen a la pirámide de la movilidad, y por consecuencia nos dará prioridades sobre la infraestructura en obra pública que se habrá de realizar en la ciudad. Urge llevar a cabo un estudio y un plan de movilidad urbana integral, que nos marcará la pauta, de forma ordenada y sustentada, sobre lo que hay que ir haciendo en el tema.

Tepatitlán, tiene un potencial muy grande para comenzar a implementar un sistema de movilidad urbana no motorizada. Según datos del INEGI, nos muestran que la mitad de la población fluctúa entre los 10 y 40 años de edad, y la edad mediana ronda en los 25 años, es decir, tenemos una población muy joven, y los jóvenes además del aspecto físico que facilita mucho más el usar la bicicleta, tienen una mentalidad más abierta a los cambios, a romper paradigmas impuestos por años. Pero para esto se requiere planeación, promoción, infraestructura, ya que actualmente no existen las condiciones adecuadas ni funcionales ni de seguridad. Al generar dichas condiciones e ir implementando la infraestructura necesaria, se inducirá al uso de la bicicleta.

El río Tepatitlán tiene un potencial enorme como la columna vertebral para dicho sistema de movilidad urbana no motorizada, recorre aproximadamente nueve kilómetros de la mancha urbana y es la parte más baja y plana de la ciudad, y de esa columna se irían desprendiendo ramificaciones hacia el resto de la ciudad. Tenemos un diamante en bruto que hay que pulir.

Hay que entender que no se trata de satanizar al automóvil, al contrario, hay que darle su justo valor, ya que es una herramienta muy importante para la vida de la ciudad, pongamos en la balanza con su justa medida a los diferentes sistemas de movilidad urbana, respetando la jerarquía de la pirámide de la movilidad.

El problema es que se le ha dado un uso indiscriminado al vehículo automotor y esto hay que cambiarlo, se puede. Lo ideal es que muchos viajes individuales se pueden realizar en bicicleta, otros trayectos en transporte público, otros más en el carro, pero repito, debemos aspirar a dimensionar cada uno en su justa importancia.

El cambio de paradigma, para transitar de una movilidad motorizada mayoritariamente con el vehículo automotor particular, hacia una movilidad sustentable y con equidad, se logrará cuando pongamos al ser humano como centro de la vida en la ciudad, la casa de todos, respetando siempre la pirámide de la movilidad. Tomemos conciencia y aspiremos a un lugar mejor donde vivir, una ciudad más humana y vivible.

Por lo anterior, la movilidad urbana no debe consistir solo en el hecho de movimiento como tal, sino que tendremos que aspirar a que sea de una forma ágil y eficiente, y como epicentro debemos poner al ser humano. No es una opción, es una obligación como sociedad.

 

*David Martín del Campo Plascencia es Arquitecto, ha sido presidente del Colegio de Arquitectos de Tepatitlán y Director de Planeación y Obras Públicas del mismo municipio.
Como portavoz del CAT pugnó para que la ciudad implementara proyectos amigables con el medio ambiente y la movilidad urbana alternativa.
Este texto fue publicado originalmente en la página web del periodista y es reproducido en este portal con pleno consentimiento del autor.
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