jueves , 6 marzo 2025

Con la guerra comercial de Estados Unidos ¿Quién gana y quién pierde? | Opinión

Oscar Miguel Rivera Hernández | 06 de marzo de 2025

Tepatitlán de Morelos, Jalisco.-  El presidente Donald Trump ha decidido imponer aranceles, que son impuestos a los productos que vienen de otros países, como China, México y Canadá. Su idea es proteger las industrias estadounidenses, crear empleos y recaudar más dinero para el país. Pero, ¿esto realmente beneficia a todos?

Los aranceles son un impuesto, como una barrera que un país pone para que los productos extranjeros no entren tan fácilmente. Trump cree que estos impuestos ayudarán a que las fábricas y empresas de Estados Unidos crezcan, porque si los productos de otros países son más caros, la gente comprará más productos hechos en Estados Unidos. Además, Trump dice que Estados Unidos tiene un gran déficit comercial, lo que significa que el país compra más de lo que vende al resto del mundo. En 2024, este déficit llegó a 1.2 billones de dólares, una cifra enorme.

Trump también está preocupado por la pérdida de empleos en la industria manufacturera. Durante los últimos 40 años, muchos trabajos se han venido a países como México o ido a otros, como China, donde los salarios son más bajos. Él espera que, al poner aranceles, las empresas regresen a su país y se creen más empleos.

Sin embargo, la situación no es tan sencilla. En primer lugar, los aranceles no solo afectan a los países objetivo, como México, Canadá y China, sino que también tienen repercusiones directas en la economía estadounidense. A partir del 2 de abril, Trump planea imponer aranceles adicionales, lo que ha generado una ola de incertidumbre en los mercados. En los primeros días de esta semana, la bolsa de valores en Nueva York abrió a la baja y se espera que cierre con números rojos, lo que refleja la preocupación de los inversionistas ante una posible escalada en la guerra comercial.

Además, el Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal ya ha advertido a la Casa Blanca sobre los riesgos de esta política. Con una inflación elevada, recortar las tasas de interés no parece una opción viable, lo que complica aún más el panorama económico. Analistas económicos prevén que, si los aranceles del 25% a las exportaciones mexicanas y canadienses, sumados a los ya impuestos a China, se mantienen, la inflación en Estados Unidos podría aumentar en al menos un punto porcentual entre finales de este mes y principios de abril. Esto sería insostenible para muchas familias estadounidenses, que verían incrementarse sus gastos mensuales en productos básicos.

El impacto en los consumidores es inmediato. Por ejemplo, productos como la cerveza mexicana, el tequila, los aguacates, las autopartes y los automóviles provenientes de México, así como los muebles de madera y el aceite canadiense, podrían encarecerse hasta un 25%. Esto no solo afecta el bolsillo de los estadounidenses, sino que también genera descontento político. Y es que, si las familias estadounidenses terminan pagando más impuestos por mes, debido a los aranceles, el descontento podría reflejarse en las urnas.

No hay que olvidar que en noviembre de 2026 habrá elecciones de medio término, y si la guerra comercial genera inflación, desempleo e incertidumbre económica, el Partido Republicano podría pagar un alto precio político. Trump prometió en campaña bajar la inflación, recuperar empleos y facilitar el ahorro de los estadounidenses, pero la realidad parece estar yendo en dirección contraria.

Algunos argumentan que México resulta más dañado por esta guerra comercial debido a su dependencia de la economía estadounidense. Si bien es cierto que el comercio con Estados Unidos es vital para México, el problema no se limita al comercio exterior. La cuestión más profunda es cómo estos aranceles afectan las capacidades productivas de Estados Unidos para satisfacer su propio mercado interno.

Aunque la idea de Trump suena bien en teoría, los aranceles no son una solución mágica. A corto plazo, pueden proteger algunas industrias, como la del acero y el aluminio, donde ya se han creado nuevos empleos. Sin embargo, a largo plazo, podrían hacer que las empresas estadounidenses sean menos competitivas y menos innovadoras. Además, los aranceles aumentan los precios para los consumidores, lo que afecta especialmente a las familias de bajos ingresos.

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, el mundo ha estado moviéndose hacia una mayor globalización. Este proceso ha ayudado a reducir la pobreza en muchos países, pero también ha tenido efectos negativos, como la pérdida de empleos en la industria manufacturera de Estados Unidos. En lugar de depender únicamente de los aranceles, el gobierno estadounidense podría invertir en educación y capacitación para que los trabajadores adquieran habilidades modernas y puedan adaptarse a una economía global en constante cambio.

Para terminar, los aranceles son una herramienta poderosa, pero no son una solución mágica. Pueden proteger algunas industrias, pero también pueden crear nuevos problemas. Lo importante es encontrar un equilibrio que beneficie a todos sus gobernados, no solo a unos cuantos.

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