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Nirvana

Acústico, etéreo, hermoso y pasional: así es el Nirvana | Discos Clásicos del Rock

Julio Ríos | @julio_rios | 08 de abril de 2017

Hace muchos años, en una vieja revista, cada semestre aparecía un especial de música, donde presentaban los mejores discos del período.

En la edición del año 1994, en esas páginas, específicamente en la crítica del disco “Unplugged in New York”, si no me falla la memoria, decía algo así: “Antes de morir, Kurt Cobain dijo que su próximo disco sería acústico y etéreo. Si bien este proyecto jamás se realizó, Unplugged In New York se acerca mucho a sus planes”.

Decidí hurtar esta frase que durante años ha rondado en mi cabeza, porque yo no podría decirlo de mejor manera. Acústico y Etéreo. Yo agregaría: hermoso y pasional. Así es el disco póstumo de Cobain, “Unplugged in New York”, que salió a la luz en noviembre de 1994.

 

El Nirvana para los hindúes es el paraíso. Esta banda tomó de esa religión el nombre. Pero su música solia ser todo lo contrario al concepto: eran estruendosos y caóticos. Saltaban del susurro al alarido, del punteo al riff crujiente y de acariciar los tambores a casi reventarlos. Todo en unos cuantos segundos.

Por eso fue en este album, en el que Kurt y sus muchachos más se acercaron a lo que podría ser un «Nirvana».

El disco fue grabado durante una presentación en vivo, que se realizó un año antes, en noviembre de 1993, para la serie Unplugged del canal de cable MTV. Recuerdo que esa serie era muy popular en esos años y era un concepto novedoso. ¡Que tiempos aquellos tan inocentes y a la vez tan hermosos!

UNPLUGGED IN NEW YORK

Luego de que Cobain se suicidó (o fue orillado a hacerlo por su odiosa mujer Courtney Love, dicen algunos), y que su cuerpo fue encontrado un día como hoy, 8 de abril, Geffen Records tenía que aprovechar la euforia por el último ídolo juvenil y generacional que ha existido a nivel mundial, para sacar más dinero. Como si la pobre alma torturada de Kurt no necesitara de esos escupitajos mercadológicos que resultaron ser como estacas en su alma.

No obstante, muchos agradecemos que esa decisión de publicar el disco se haya dado. El disco es una obra de arte. Bello todo, de principio a fin se revela una joya de la música popular contemporánea y del rock and roll.

Unplugged In New York demuestra que existía belleza en las canciones de Kurt Cobain. A la música hay que desnudarla. Si sigue siendo bella así, sin ropa, sin maquillaje y sin escudos, entonces estamos ante una gran canción.

Eso le sucede a las 14 rolas que interpretan Kurt Cobain en la guitarra y voz, Dave Grohl en la batería, Krist Novoselic en el bajo y Pat Smear en la otra guitarra como paréntesis, hay que recordar que durante sus últimos meses de existencia, Nirvana tuvo cuatro miembros, aunque Smear esté más considerado como músico de sesión.

El concepto estuvo muy bien pensado. Hay elegantes arreglos de cuerdas, con algún violín y un violoncello. La batería de Grohl fue tocada sin estridencia. Casí casí acariciándola. Y el bajo acústico de Novoselic viene a redondear la idea de una atmósfera musical en estado gaseoso .

Claro que la voz de Kurt, más suave, le da un aíre melancólico a la grabación. Y si tienes la oportunidad de ver el DVD, la iluminación, las velas en el set, las orquideas, y el misticismo del lugar da un toque muy íntimo a esta legendaria presentación. Aquello parecía el funeral adelantado del ídolo, quien seguro ya tramaba en su mente su trágico final.

A Kurt nunca le gustó coincidir con las estrategias mercantiles de los magnates discográficos. Por eso, decidió tocar temas poco conocidos, y si acaso uno o dos hits, además de canciones de sus grupos favoritos de cuando era chaval.

Aunque será ya imposible saber todo lo que ocultaba este legendario personaje e inmenso artista, las canciones del disco dan un poco de pistas para sospechar lo que Kurt escondía en sus cavernosos túneles mentales. Cada nota de ese disco exprime sus heridas espirituales.

El disco abre con “About a Girl”, que originalmente apareció en “Bleach”, el primer y poco conocido disco de Nirvana. Aprovechando que en 1989 no fue un tema no tan difundido, en 1994 fue el primer sencillo de este material y el resultado fue espectacular, metiendo la canción a los primeros lugares de las listas. La leyenda dice que la canción fue compuesta a la que en 1988 era novia de Cobain, Tracy Marander.

La segunda canción, fue uno de los hits del disco Nevermind: “Come As You Are”. Pareciera que Cobain quería deshacerse rápido de la presión de las canciones populares, para poder disfrutar del concierto, así que por ello decide tocarla pronto. La versión es excelsa.

Luego aparece la preciosa “Jesus Don´t Want me For a Sunbeam”, del que no detallaremos su contenido lírico para evitar caer en herejías. Lo importante es que el resultado musical es hermoso, sobre todo ese acordeón que caprichoso se va remolinando en diferentes parajes de la canción. Este es un cover de The Vaselines

Luego, Cobain hace su versión del tema de David Bowie, “The Man Who Sold the World”, mejorando obviamente a la versión original. Esta rola también apareció como single y fue un exitazo. Lo más recordable es el breve punteo de guitarra eléctrica, violando las sacrosantas reglas del unplugged, pero que para efectos sonoros funcionó a la perfección.

“Pentroyal Tea”, es desgarradora. Es interpretada solamente por Kurt Cobain. Solo una guitarra y su voz. Además de que hace que el escucha se acerque a un nivel íntimo al artista, no sólo por lo personalísimo de su letra, sino porque al tocarla, Cobain se equivoca. Hace ver que es solo un humano. Eso hubiera sido impensable en bandas con músicos virtuosos que quizá sorprenden por sus aptitudes pero la frialdad robotizada con la que tocan provoca que pocos humanos comunes y corrientes nos sintamos identificados con ellos.

Además, la canción no necesita ni solos de guitarra, ni nada más. Por la sola melodía se sostiene y más con esos gritos de Kurt, quien refleja ahí sentimientos encontrados. Siempre he dicho que una pieza sin fortaleza melódica no tiene razón de existir. Y esta es una prueba contundente.

“Dumb”, es otro tema entretenido, aunque quizá el más flojo del disco. “Polly”, en cambio, es genial. Esa letra que relata el viacrucis de una chica, que está atada por un maniático asesino en alguna bodega de una polvorosa ciudad. Ella intenta persuadirlo de que la desate, obviamente con el plan de huir. El lenguaje utilizado es punzante.

Luego viene el himno al egocentrismo, con el tema “On a Plain”. “Love my self, better tan you, (I) know it`s wrong, what should I do?”. Si alguien no lo entiende, que aprenda inglés, porque, como dicen los españoles… ¡Esta frase mola!

Se dice que el tema “Something in The Way”, fue escrito en aquella época obscura en que Kurt Cobain supuestamente vivía debajo de los puentes en su maldito pueblo natal de Aberdeen. Lo cierto es que es un mito. Más bien Kurt dormía en parques, en cajas de cartón, en lotes baldíos. Pero nunca debajo del puente, porque el agua del río Whiskah, de aquella localidad lo hubiera matado. Pero esa melancolía y tristeza de ser un vagabundo, si se refleja en la canción.

Para seguir con el disco Cobain llama al escenario a los Meat Puppets, una banda de Phoenix, Arizona, a la que él siempre admiró. Juntos, tocan tres temas: Plateau, Oh Me y Lake Of Fire.

Particularmente la segunda, es de mis favoritas. Tan hermosa que no tengo palabras para describirla. Como diría Curt Kirkwood de los mismos Meat Puppets: “Es como intentar explicarle el Gran Cañón a alguien que no lo ha visto”.

Luego, viene el momento más conmovedor de aquel concierto: “All Apologies”. Es una declaración honesta de alguien que cree que ya nada tiene que hacer en el mundo. En la voz de Cobain se refleja esa desesperación y ese hastío por la vida, pero al mismo tiempo, es como si un hombre se estuviera arrancando el corazón del pecho para echarlo en el bote de la basura.

Es brutalmente honesta y espectacular. Frases como: “What Else Could I Be… All Apologies..What else could I write?…I don’t have the right…”, o “Find my nest of salt, Everything is my fault.. I’ll take all the blame”, hacen que me pregunte: ¿Al escuchar eso nadie sospechaba que Cobain planeaba suicidarse?

Lo cierto es que tan bella es esta canción que artistas tan disímbolos, desde Sinead O Connor hasta Placebo, la han versionado.

Y el disco cierra con una interpretación que eriza la piel. “Where did you sleep that night?”. Es un cover de la banda Leadbelly, que a su vez adaptaron de una melodía tradicional de 1870. Y en este tema, Kurt Cobain canta como si fuera la última vez que lo fuera a hacer (que irónicamente para efectos discográficos, así sucedió).

Da la impresión de ser una despedida, sobre todo por los alaridos intensos, como queriendo exorcizar todos sus demonios internos.

“My girl, my girl, don´t lie to me…Tell me where did you sleep that night”. Si no sabe usted inglés, traduzca la frase en Babel Fish. Obviamente es demasiado cruda y turbulenta. Poco recomendable para corazones débiles. ¡Como el de Kurt, vaya ironía!

En conclusion, este disco demuestra que Kurt Cobain es uno de los mejores compositores de la historia del rock, y junto a Noel Galagher, el mejor de los años 90`s.

Unplugged In New York deja claro además que Kurt no era más que un chico sencillo, que solo quería tocar rock n roll y que fue engullido por la inmisericorde industria discográfica

Afortunadamente, los dioses y ángeles del arte lo recibieron ya en aquella dimensión donde los exabruptos sonoros bastan para quitarle puntos al pecado y seguro lo han premiado con la inmortalidad.

Su obra musical quedará consolidada para siempre en los anales de la historia y siempre será atesorada en los corazones de millones de personas, a quienes por su sola existencia, Kurt Cobain les cambió la vida e hizo que sus juventudes valieran la pena.

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