Novillos que aquí serían toros

Ricardo Sotelo | 09 de agosto de 2024

Guadalajara.- La pasada novillada en Las Ventas dejó vacante el cetro de triunfador en los jóvenes aspirantes a matadores, ya que los astados de Dolores Aguirre dieron pocas opciones y en su arrastre hubo silencio en la mayoría. De lo que sí podemos destacar en el festejo dominical es el tamaño de los ejemplares que se lidiaron, cuyo promedio fue de 505 kilogramos.

Para darnos un idea del peso de estos novillos, vayamos a Guadalajara, donde se presume la lidia del toro “serio” en todos sus festejos y pese a la suspensión temporal, sigue siendo el máximo referente a nivel nacional de trapío en cuanto a tauromaquia se refiere. En la “Nuevo Progreso”, el promedio de los novillos es cercano a los 400 kilogramos. Seguramente en algún festejo, alguno superó los 420, pero han sido pocos.

Por otra parte, hemos presenciado corridas formales en las cuales el promedio del encierro ha sido de 490 o 495, pero sin llegar a la media tonelada. Cabe aclarar que no tiene nada que ver la bravura y la casta con el peso, pero a cualquier aficionado le gusta ver toros bien presentados en una plaza.

Lo curioso del asunto es la importancia que le siguen dando a los festejos en Madrid, donde los novilleros salen a lidiar bureles que en nuestro país serían toros serios y con trapío. Incluso, dignos de plazas de primera. De ganaderías, mejor ni hablamos.

Todo esto valdría la pena analizar, ya que el reglamento establece una edad para lidiar novillos y toros, y la empresa en turno debería responder a las exigencias en un espectáculo que en últimas fechas ha venido a menos.

Es cierto que el toro mexicano tiene una morfología distinta el español, y que en Ia península ibérica suelen ser más imponentes, dadas sus condiciones naturales. También es verdad que la nobleza del toro mexicano le permite prolongar las faenas cuando transmite y su embestida luce en cada muletazo. Cada uno tiene lo suyo y ambos aportan algo valioso a la fiesta, pero en últimas fechas hemos visto un detrimento en los toros mexicanos que no se les ve ni casta, ni bravura, ni trapío.