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Por Ricardo Sotelo | 17 de Julio de 2024
Guadalajara, Jalisco.- Dentro de la vasta historia de la tauromaquia siempre ha habido curiosidad de la poca participación de las mujeres en la realización de las corridas de toros. Desde el sorteo, hasta un lugar en el callejón y los carteles en las plazas, carecen de presencia femenina. Ya el simple cuestionamiento contiene un alto grado de señalamientos y más en la actualidad; tiempo perfecto para tildar a la fiesta de retrógrada. Dadas las circunstancias, haremos un breve pero sentido análisis del por qué no es lo que muchos podrían pensar.
Sí, es una práctica centenaria y esto para la mayoría es sinónimo de rechazo dados sus estrictos dogmas que se ejecutan hasta hoy. Más aún cuando hay cábalas de por medio. En pro de la fiesta, desde el siglo XVIII, la figura de la mujer en los toros era (y sigue siendo) un sinónimo de estética para lo cual no valía la pena arriesgar su vida con un gesto innecesario como en el caso de los varones (que si son prescindibles) y que además motivados por menesteres económicos sorteaban la muerte al ponerse delante de la cara del toro.
Históricamente, está claro que las damas sí tuvieron una influencia marcada en su asistencia a los cosos. Incluso, como esa inspiración para aquellos que vestían de luces en una plaza. Empero, no podemos mencionar con lucidez a tantas toreras y al tratar de recordar, siempre evocamos a Conchita Cintrón y más recientemente a Hilda Tenorio, Cristina Sánchez y Mary Paz Vega. Pasa lo contrario con los hombres, que podemos reconocerlos hasta por regiones geográficas.
¿Por qué entonces vemos un contraste marcado entre géneros? Habría que voltear a la naturaleza misma para obtener respuestas más concretas. En todo caso, la fiesta misma ha evolucionado como todas las prácticas en las que se puede encontrar una mayor participación de las mujeres, quienes ya parten plaza en los festejos, como «la alguacililla» Ileana Hernández, que hizo historia en la Plaza México al otorgar los trofeos en la pasada novillada. Sin tantos reflectores, Mariel Mendoza ya lo había hecho en el Carnaval Autlán de la Grana 2023.
Es tan notoria la inclusión, que, en las academias taurinas cada vez es mas común que podamos ver a alumnas que reciben los consejos de los maestros y que buscan esa oportunidad al igual que los demás. Los callejones en las plazas también lucen con un sector femenino y no necesariamente por ser invitadas; las hay periodistas y por supuesto, las apoderadas (término para definir a quien representa legalmente a un matador). Ya no hay barreras de género en los toros.
Los presagios de tener a una mujer en ese terreno tan íntimo han quedado desterrados por completo, y ya su mera presencia no es motivo para generar especulaciones como antiguamente se creía. Ya la belleza en la arena no es más un «distractor» para despegar la mirada del burel y dejar de pensar en algo más que los pitones. En el tema del respeto, los códigos se mantienen en un ritual como la tradición taurina, en la que pueden convivir las cábalas, el misticismo y la pluralidad.
Si el toro en el ruedo no distingue géneros, ¿por qué los habría de tener la tauromaquia?
