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Juan Eduardo López Morales | @EduardoLopezM |28 de junio de 2017
Esta columna la escribo en el lobby de un hotel de la gran Tenochtitlán, vine de visita a la Ciudad de México y aquí me llegó la inspiración para escribir.
Y el título de esta columna, rondaba mi cabeza, ¿de verdad la corrupción nos afecta tanto? Hace algunas semanas en una ruta de camión de Guadalajara, fui testigo de la siguiente escena:
Llovía en la Ciudad y había un paradero. Gente como un servidor, esperaba el camión. Pasaban diferentes rutas, que tienen otros destinos, pero en mi caso tenía que abordar la ruta 602, después de 10 minutos de espera, aproximadamente pasó y tomé el autobús, al subirme pague los 7 pesos, el costo del pasaje. Afuera seguía lloviendo, pero ahora con mayor intensidad, desde los vidrios no se veía nada, debido a la fuerte lluvia y a la neblina, que había en el mismo camión.
Al paso del trayecto y a las 6 cuadras de haberme subido, (nota aclaratoria, debido a que el camión no tenía lugar adelante, el chofer, solo subía, pasaje por la puerta trasera), vi una escena que me hizo reflexionar sobre el título de esta columna, una señora que se subió, no pago la tarifa para el servicio del transporte público.
Ante esta situación, hay causas o diversos factores, que se pudieron suscitar: 1) A lo mejor no tenía para pagar y se le hizo fácil, ahorrarse el pasaje, ante la realidad que vive nuestro país. 2) Es una forma común en México, evadir el pago del transporte público, aprovechando la circunstancia. 3) Es una forma consciente e inconsciente de manifestar el repudio de un servicio de transporte, que por lo menos en Guadalajara el servicio es ineficiente.
Ahora, sí, después de ponerlo en contexto, vuelvo al cuestionamiento inicial: ¿De verdad, la corrupción nos afecta tanto?
Sinceramente, cuando se habla de corrupción, se podrá decir que es algo malo y que daña a nuestro país, pero como lo dijo alguna vez la colega politóloga, María Amparo Casar: “La corrupción es condenable no sólo porque revela la falta de ética de gobernantes y gobernados o porque es un ejemplo de la ilegalidad en la que se vive”.
Es por esto, que si bien la corrupción es una acción que enfrenta a este país de manera negativa, la cultura del mexicano promedio, es la que creo afecta a este gran país y ahí le van tres razones porque aseguro esto.
1) Así como el ejemplo de la señora del camión, cuántos más piensan de la misma forma, similar al dicho “el que no tranza, no avanza” y también cuántos lo utilizan, como estilo de vida.
2) De verdad, ¿Tienen la culpa todos los servidores públicos, políticos y anexos? ¿ellos son los únicos culpables de la corrupción? ¿Acaso no la sociedad también lo es en cierta medida, también es culpable por diversas acciones que se hacen en el día a día, como pasarse el alto, robar la luz, no respetar líneas peatonales, o cuando se realiza cualquier acción que dañe la integridad del ser humano de forma ética y responsable.
3) Estamos en un momento en que nuestro país nos pide a gritos que seamos ciudadanos éticos y sobretodo valientes al no ceder a las prácticas de corrupción que le hacen daño al país.
Esta cultura de la corrupción, muy arraigada por cierto, no nos permite visualizar en que tenemos actitudes y acciones que fomentan el gran daño que hacemos a nuestro país.
O acaso se ha puesto a pensar cuántas actitudes podemos modificar de nuestras costumbres y acciones en el día a día, Reflexiónelo y pongámoslo en práctica, de cada acción, seguramente sumaremos algo positivo para México.
