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Oscar Miguel Rivera Hernández | 27 de diciembre de 2024
Ciudad de México.- El año 2024 ha sido, sin lugar a dudas, un periodo de cambios trascendentales tanto en el ámbito nacional como internacional. México se encuentra en el centro de una transformación política y social que ha polarizado opiniones y desatado intensos debates sobre el rumbo de la nación. Este artículo busca ofrecer una reflexión crítica sobre las reformas más relevantes implementadas recientemente y su impacto en el futuro del país.
En el plano global, eventos significativos han definido el año. Desde los persistentes conflictos geopolíticos, como la guerra en Ucrania y las crecientes tensiones entre potencias mundiales, hasta avances tecnológicos disruptivos como la inteligencia artificial generativa, el panorama internacional plantea desafíos y oportunidades inéditas.
En materia electoral, naciones como España, Polonia, Brasil y Argentina han experimentado procesos que resaltan la fragilidad o solidez de sus democracias. Sin embargo, uno de los hechos más controvertidos fue la reelección de Nayib Bukele en El Salvador, desafiando límites constitucionales y cuestionando los valores democráticos en la región.
En México, la llegada de Claudia Sheinbaum como la primera mujer en ocupar la presidencia marcó un momento histórico. Su ascenso, respaldado por una coalición política de izquierda, representa tanto una continuidad como una ampliación del legado de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador. Este legado incluye 27 reformas constitucionales que han redefinido diversos aspectos de la vida nacional, desde la seguridad pública hasta la justicia social.
Entre las reformas más polémicas destaca la integración de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, una medida que ha sido criticada por sectores que consideran que profundiza la militarización del país. Aunque sus defensores aseguran que fortalece la seguridad pública, persisten dudas legítimas sobre su impacto en los derechos humanos.
Otra decisión controvertida fue la extinción de organismos autónomos como el INAI y el Coneval, bajo el argumento de combatir la corrupción y generar ahorros para programas sociales. Estas instituciones, históricamente vistas como garantes de la transparencia y la rendición de cuentas, han sido desmanteladas en un momento donde la vigilancia ciudadana es más necesaria que nunca.
Sin embargo, la reforma judicial ha sido quizás el mayor detonante de la polarización. La propuesta de elegir a jueces y magistrados mediante voto popular, así como la reducción del número de ministros en la Suprema Corte, ha sido presentada como un esfuerzo por democratizar el poder judicial. No obstante, sus críticos advierten que tales cambios podrían comprometer la imparcialidad y convertir al sistema de justicia en un instrumento partidista. Estas reformas suscitan preguntas legítimas sobre los límites entre la transformación democrática y la centralización del poder.
En el ámbito económico, la reversión de la reforma energética de 2013 refuerza a Pemex y la CFE como ejes de la soberanía energética, pero enfrenta desafíos asociados a la transición hacia fuentes renovables. Asimismo, el aumento del salario mínimo y la creación del Fondo de Pensiones para el Bienestar representan avances en justicia social, aunque se requerirán estrategias sólidas para proteger el poder adquisitivo frente a la inflación.
El gobierno de Sheinbaum también ha impulsado reformas en igualdad de género y derechos sociales, destacando la aprobación de una ley que garantiza la equidad sustantiva. Sin embargo, persisten retos significativos, como reducir la violencia de género y cerrar las brechas salariales.
En contraste, la oposición, lejos de presentar propuestas constructivas, se ha refugiado en narrativas alarmistas que alimentan la polarización y la desconfianza. Medios de comunicación y figuras públicas repiten acusaciones sin sustento, debilitando la calidad del debate público en un momento en que el país requiere soluciones conjuntas.
México enfrenta un camino complicado, pero lleno de posibilidades. Las reformas aprobadas este año reflejan una agenda ambiciosa que aborda problemas históricos, aunque no está exenta de riesgos. Es necesario que las instituciones democráticas, los medios y la sociedad civil asumamos un rol activo para garantizar que las transformaciones respondan a los intereses colectivos y no a intereses particulares.
Al cerrar este año, queda claro que el desafío no radica únicamente en las reformas mismas, sino en su implementación efectiva y en su capacidad para fortalecer el tejido democrático.
Para concluir, quiero extender mis mejores deseos a todos ustedes, estimados lectores. Que el año 2025 nos traiga prosperidad, salud y la oportunidad de fortalecernos como sociedad. ¡Feliz Año Nuevo! Que cada día sea una nueva razón para sonreír y que este 31 de diciembre marque el cierre de un año lleno de aprendizajes y crecimiento personal. Que en nuestros corazones prevalezca lo positivo, mientras lo demás se transforma en valiosas lecciones que nos impulsen a seguir adelante con esperanza y determinación.
¡Brindemos por un futuro lleno de posibilidades!
