Oscar Miguel Rivera Hernández | 15 de agosto 2023
En Tepatitlán, como en muchos otros lugares, las campañas mediáticas de algunos políticos han estado tomando un rumbo preocupante. Entre ellos, destaca la figura de Diego Loza, quien ha encontrado en las redes sociales una plataforma para mostrar sus supuestas acciones solidarias y su cercanía con grupos religiosos, todo ello con la intención de ganar simpatías y apoyo para sus ambiciones políticas.
Sin embargo, cabe cuestionar la autenticidad y genuinidad de estas acciones. Resulta sospechoso que Diego Loza, quien antes no se preocupaba por apoyar a las personas necesitadas, ahora repentinamente muestre un interés en ellos. Es como si estuviera aprovechándose de las dificultades que enfrentan algunas personas para sacar rédito personal y aumentar su popularidad.
El comportamiento de Loza se alinea con la advertencia de «no hacer sonar la trompeta» al dar limosnas, tal como menciona mi amigo Gustavo Pozos. Este principio, basado en un versículo bíblico, nos recuerda que las acciones desinteresadas deben mantenerse en la discreción y la modestia, sin buscar alabanzas públicas ni recompensas en el plano terrenal. La verdadera ayuda a los necesitados debería ser desinteresada y no convertirse en una campaña de autopromoción.
El uso de la fe y la cercanía con grupos religiosos como una estrategia para ganar apoyo político es igualmente cuestionable. La religión es una cuestión íntima y personal para muchas personas, y su manipulación con fines políticos puede ser percibida como un acto deshonesto y oportunista. La verdadera fe no debería utilizarse como moneda de cambio para conseguir votos o simpatías.
Es fundamental que los ciudadanos sean críticos y reflexivos al evaluar las campañas mediáticas de los políticos. No debemos dejarnos llevar por simples promesas o gestos superficiales, sino analizar las acciones pasadas y presentes de los candidatos y su coherencia con sus principios. La política debería ser una vocación de servicio genuino, donde las personas busquen el bienestar de la comunidad y no su propio beneficio personal.
En conclusión, las campañas mediáticas que se aprovechan de las necesidades y la fe de la gente para ganar apoyo político son una muestra de falta de integridad y honestidad. La auténtica ayuda a los necesitados y la expresión de la fe deben ser acciones desinteresadas, sin buscar reconocimiento público o beneficios personales. Como ciudadanos, es nuestro deber analizar cuidadosamente las intenciones detrás de las acciones de los políticos y tomar decisiones informadas en las urnas. Solo así podremos construir a una sociedad basada en principios sólidos y legítimos.
Concluyo enviando la siguiente frase al amigo Diego Loza, de Don Efraín González Morfín, de su libro; Cambio Democrático de Estructuras: “… Cuando una persona no puede justificar sus pretensiones de llegar a un puesto público y solamente busca el beneficio personal, eso es perversidad”.