Tepatitlán Jalisco, 28 de diciembre de 2020.
Muy amado mío:
Sirva la presente para hacer de tu conocimiento la penosa decisión a la que me he visto forzada a acudir, y que nos concierne a ambos, y esta es, dar por terminada nuestra inefable relación amorosa. En el considerando que esta consumación no es de carácter revocatorio. Es menester que sepas que no existe un tercero en discordia, mucho menos es por falta de amor o respeto a tu investidura, no de mi parte, que es por la que puedo responder; no entraré en el gastado cliché “no eres tú”, pero te diré que tampoco soy yo. Sé, además, que la claridad del discurso es lo mejor para estos casos.
Simple y llanamente percibo que la relación llegó a un punto de desgaste que ya es irrecuperable. Atrás quedaron los días de novedad y esplendor donde el lucirnos ante el mundo como la pareja perfecta se ha diluido. Aquellos días en que muy juntitos tomábamos el desayuno en la cama, o leíamos a Sabines, o simplemente nos poníamos cómodos para embrutecernos de cafeína, ¿cómo olvidar esas tiernas noches en las que a tu abrigo abandonaba mi desnudez?
Todo se ha perdido en el oscuro túnel del agotamiento por el que hace tiempo transitamos. Y seguir en estas condiciones no es saludable para ninguno.
Imperdibles momentos quedan en mi memoria; recordaré con infinito amor las veces que tu egregia figura me inspiró los más pasionales y eróticos poemas de los que al leerlos más de alguno se ruborizó, ¿te acuerdas cuando aquella inoportuna paparazzi nos exhibió en una muy comprometedora e íntima actitud consensuada? ¡Cómo gocé el placer de ver esa imagen circulando por la Red!
Perdona si sólo hablo en primera persona, en mi defensa te diré que aunque no te escuché decirlo, sé que tú también guardas gratas vivencias de lo nuestro. No pasó desapercibido para mí la voluptuosidad en erupción que en ti germinaba cada vez que sobre ti caían desde infusiones aromáticas, líquidos de dudosa procedencia y hasta fluidos inconfesables mientras tu ecuanimidad aparentaba mantenerse incólume. No me dejarás mentir que posterior a esos derrames generosos, gozabas con intensidad los baños burbujeantes y aromáticos donde mis manos juguetonas dejaban impolutos cada uno de tus misteriosos rincones antes de tomar esos cálidos baños de sol que te devolvían tu arreboladora naturaleza. Obviamente todo lo anterior pertenece al pasado, y ahí querido mío, es preciso que quede. Sé que me extrañarás, yo también, y mucho, muchísimo. Mis noches nunca serán lo mismo sin ti. Espero de ti la misma disposición para dar por terminada la relación en un ámbito de consideración mutua. Por mi parte te digo que el cariño y respeto irrestricto para ti serán eternos. Estoy segura que cuando tu recuerdo asalte mi memoria, una nostálgica sonrisa aparecerá en tu honor.
No me puedo despedir sin agradecerte por el servicio prestado a mi persona. Por el cual te hago saber que con la dignidad y pundonor que merece una prenda como tú, serás de ahora en adelante el que, a través de pasadas y pasadas, dé lustre, brillo y esplendor al malhadado piso de mi cocina.
¡Hasta siempre camisón favorito!
Por siempre tuya, Lupita.