jueves , 21 noviembre 2024
El peyote de la especie Lophophora Williamsii es endémico del Desierto Chihuahuense / Ilustración: Italia Sánchez

SAQUEADO: EL INCIERTO DESTINO DEL PEYOTE MEXICANO (parte I)

Traficantes envían Peyote (Lophophora Williamsii) por paquetería, por piezas, triturado y envasado en botes de plástico. La falta de regulación permite que se comercialice esta cactácea que es sagrada para grupos indígenas como los Wixáritari.

En paqueterías terrestres y aéreas es transportado a varios estados en México  e incluso a otros otros países para ser usado en ceremonias que, además de abonar al saqueo, lleva a prácticas rituales con hibridaciones de distintas culturas inspiradas en modelos alternativos de la Native American Church.

El peyote de la especie Lophophora Williamsii es endémico del Desierto Chihuahuense / Ilustración: Italia Sánchez

Víctor Rivera

Felipe Frías es un hombre que rompe mitos. Más que un guía turístico, un promotor cultural. A donde llega con un grupo de visitantes, les desvela códigos perdidos en cada rincón de Real de Catorce, un municipio ubicado en el altiplano mexicano, específicamente en San Luis Potosí.

Cuando Felipe toma un grupo es un acompañante cercano. Por las noches siempre termina su recorrido en el panteón del pueblo, donde alumbra con una linterna la herrería del lugar y describe lo que ahí está representado: “ven, ahí mismo hay hikuris (divinidad prehispánica) que fueron forjados como adornos. Los españoles no se dieron cuenta que los indígenas que construyeron todos sus recintos de fe nunca cambiaron a sus dioses”.

Luego de que a lo largo de la historia el hikuri fue satanizado, ahora está siendo sobreexplotado. El hikuri de los wixárika es una cactácea conocida popularmente como peyote. Actualmente muchos grupos lo extraen ilegalmente y lo trafican.

Real de Catorce es un punto neurálgico del saqueo, al menos para el turismo que arriba al pueblo como escala previa en su camino a Wirikuta, que es la zona sagrada de los wixárika. Existe todo un mercado ilegal que puede poner en riesgo la supervivencia del peyote.

Perspectiva del pueblo mágico de Real de Catorce en San Luis Potosí. Foto: Víctor Rivera.

En 2018, autoridades mexicanas decomisaron 416 hikuris que fueron saqueados del desierto. Sin embargo, la Profepa (Procuraduría Federal de Protección al Ambiente), que es la encargada del cuidado de especies endémicas que están amenazadas como el hikuri —científicamente identificado como Lophophora Williamsii— no reporta aseguramientos ese año.

En general, las autoridades mexicanas carecen de datos de la sobreextracción de peyote. Esta especie es sagrada para los wixaritari, es el hikuri, la posibilidad de entrar en contacto con Tatei Kayaumari, el venado azul.

Datos de decomiso por año de acuerdo con la base de datos creada para este reportaje.

Grupos de personas reflexionan sobre la traba jurídica y afirman que es necesario considerar la regulación en su consumo, ya que muchos otros movimientos espirituales e indígenas demandan su uso ritual.

Real de Catorce, el lugar central donde coloquialmente se acude en busca de peyote, es uno de los emblemas más grandes de San Luis Potosí. Está ubicado al norte de esta entidad, escondido entre dos montañas que forman parte de la Sierra de Catorce. El poblado está anclado en el altiplano mexicano donde se extiende el desierto chihuahuense, ecosistema que cubre diversos estados del norte del país y alcanza el sur de los Estados Unidos.

El nombre oficial de este pueblo es Real de Minas de Nuestra Señora de la Limpia Concepción de Guadalupe de los Álamos de Catorce. Fue una rica localidad de la Nueva España que se dedicó a la extracción de metales preciosos durante la época de la colonia, principalmente de plata. Todavía a sus alrededores hay minas que ya están abandonadas. Aunque un poco más allá de sus confines, existen proyectos de extracción de minerales, trabados por candados legales.

Actualmente goza de la etiqueta de Pueblo Mágico, categoría que otorga el gobierno mexicano a sitios distinguidos para la promoción del turismo.

Aunque también es un lugar de fe. Cada mes de octubre la figura de San Francisco inunda las calles dibujadas en picada de peregrinos y fieles creyentes que encaraman al santo para arreglar compromisos.

Otras épocas del año, llegan a Real de Catorce decenas de excursiones con la finalidad de conocer y consumir el peyote que se pierde entre las faldas y laderas del desierto, allá en el Cerro El Quemado, en la zona sagrada de Wirikuta.

«lo que para un católico simboliza una hostia, para el Wixa lo es el peyote», Felipe Frías.

A media tarde, Felipe Frías lleva a su grupo al palenque de Real de Catorce, una vieja construcción que pareciera como si emulara el coliseo romano, pero a pequeña escala. Cuando todos los asistentes se disponen como párvulos frente a él, Felipe Frías les expone: “acá los turistas vienen porque quieren consumir el peyote. De repente los encuentras perdidos en el cerro. Muchos andan drogados, otros como que están bajando de los efectos y siguen con rostros perdidos, como asustados”.

Felipe aclara que el peyote es un dios para los wixaritari. Por eso el peyote es sagrado. Lo define como una bendición: “Es una ventana para ellos. Es el hikuri, el ojo de dios”, afirma y expone que a través de esa cactácea los wixárikas entienden el orden natural de las cosas. Por eso se debe consumir con respeto y en fechas propicias para ello.

“Todos los que vienen a vivir la experiencia del peyote, lo hacen pisoteando la religión de esta cultura; lo que para un católico simboliza una hostia, para el Wixa lo es el peyote. Los jóvenes solamente quieren momentos de éxtasis”, cuenta Felipe.

Imagen: Voz Imparcial

En el trayecto entre Real de Catorce y el desierto, un anuncio de lámina que persiste al paso del tiempo muestra un mensaje: “La extracción y tráfico ilegal de peyote es delito federal”, reza. En toda la extensión del desierto otros anuncios como éste aparecen; rótulos de la Profepa y del H. Ayuntamiento de Catorce SLP le dan peso legal al aviso.

Cada día el rótulo se hace más viejo. Los visitantes pareciera que ya no lo leen: quienes van con la finalidad de extraer peyote lo hacen sin tapujos. Muchos otros guías, que no son como Felipe, lo ofrecen como parte de sus recorridos. Incluso lo ofertan hasta en 5 mil pesos el kilogramo, unos 246 dólares. Así funciona el mercado: oferta y demanda.

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