Cinthya Gómez* | 20 de marzo de 2023
Tepatitlán de Morelos.-En las ciudades modernas, los árboles se han convertido en auténticos oasis de frescura y vida, vitales no solo para mejorar la calidad del aire que respiramos sino también para ofrecer un alivio visual y térmico en el asfalto que nos rodea.
Sin embargo, en lugares como Tepa, pareciera que su presencia, está cada vez más amenazada por la expansión urbana y las decisiones políticas cortoplacistas, un punto de disputa y debate entre quienes buscan preservar el verde en nuestra ciudad y quienes, inexplicablemente, deciden que dañan la plusvalía de sus bienes raíces.
La reciente decisión de cortar árboles en zonas urbanas de alto valor, ya sea para supuestamente «mejorar» la estética o para evitar la llegada de aves, no solo es detestable, sino que también revela una profunda desconexión con las necesidades más básicas de la población: aire limpio, sombra, y un entorno natural saludable.
Este acto no solo es una afrenta a los principios de equidad y justicia social, sino que también ignora la urgencia climática que vivimos hoy. Con las temperaturas globales en aumento, los árboles urbanos son más cruciales que nunca. No son simplemente decoraciones urbanas, sino infraestructura verde esencial que proporciona servicios ecosistémicos vitales, como la regulación térmica, la filtración de aire, y el bienestar psicológico para la población. Despojar a las ciudades de estas fuentes de oxígeno y frescura en un momento en que más las necesitamos es, cuando menos, un acto de negligencia ambiental.
La decisión de eliminar estos pulmones urbanos, en lugar de preservarlos y expandirlos, envía un mensaje claro: la prioridad no es el bienestar de la ciudadanía ni el equilibrio ecológico, sino el interés económico a corto plazo y la estética de la plusvalía. Este enfoque mercantilista del desarrollo urbano socava la sostenibilidad de nuestras ciudades y compromete la salud y el futuro de sus habitantes.
Es tiempo de repensar nuestras prioridades y acciones como sociedad. No podemos permitir que el código postal determine el acceso a las decisiones ambientales y a una calidad de vida digna.
Los árboles urbanos no deberían ser vistos como obstáculos para el desarrollo, sino como componentes esenciales de un tejido urbano saludable y sostenible. La verdadera «plusvalía» de una ciudad reside en su capacidad para ofrecer un entorno habitable, respirable y equitativo para todos sus residentes, no solo para aquellos en zonas de alto valor económico.
La indignación frente a estas acciones no solo es justificada, sino necesaria. Es un llamado a la acción para que ciudadanos, activistas y líderes comunitarios exijan políticas que prioricen el bienestar colectivo y la justicia ambiental. De lo contrario, el legado que dejaremos a las futuras generaciones será uno de aire viciado, calor insoportable y desigualdad manifiesta. No podemos permitir que eso sea nuestro futuro.
Vídeo proporcionado por una lectora de Kiosco Informativo.