Carlos René Paredes | Politólogo | reneparedes@hotmail.com | 25 de junio de 2018
La ‘sincronización’ y alineación de las elecciones federales con las locales -en un 60% más que en 2012, por la cantidad de cargos de elección popular en disputa- nubla la voluntad política del ciudadano, al estar expuesto mediáticamente más, a las campañas presidenciales, y mucho menos a las de senadores, diputados federales, gobernador, diputados locales, y ayuntamientos.
Tan así que algunos candidatos locales ni siquiera están haciendo campaña, pero sí utilizando el financiamiento público. Tal ‘confluencia’ e incremento de cargos en la elección concurrente, ¿justificará el triunfo de candidatos, tan sólo por estar alineados al candidato presidencial, aprovechando la tendencia de este último? -ya saben al ejemplo de «quién» me refiero-, sin hacer de lado a cualquier otra coalición o candidato.
Ahorro, tampoco es, pues éstas, son las elecciones más costosas, y serán también las más caras de la historia de México, que si bien permiten que más mexicanos puedan votar el 1° de julio (alrededor de 89.3 millones de personas -un costo de 315 pesos por persona si todas votaran-), lo cierto es que muchas de ellas no acuden a las urnas, incrementándose el coste per cápita, por lo que no se justifica que las elecciones sean concurrentes debido a que la democracia y conciencia política de los ciudadanos en el país aún no se desarrolla como para haberse tomado estas medidas, amén del despliegue de los medios de comunicación, que terminan funcionando como operadores políticos de los presidenciables, con tal de vender suscripciones, diarios, espacios publicitarios, y quizá ganar contratos -al final son empresas, que operan con dinero, justificándose con libertad de expresión-, y de manera irresponsable, hasta se dan el lujo de decir que sólo cubrirán a «ciertos» actores.
En lo personal -ya entrados en gastos- cómo me gustaría que mejor a los medios se les diera parte del financiamiento público para dar atención y cobertura igual a todas las candidaturas en sus respectivos estados -además de las presidenciales- para que la inequidad electoral actual sea menor cada vez, así ya sería cuestión del ciudadano el poner más atención a unas candidaturas y menor a otras, permitiéndole elegir sanamente, evitando el que los medios enfoquen sus reflectores sólo en ciertos actores, abonándole a la falta de equidad en la contienda.
Apuestas tan altas en una democracia aún no consolidada no se debieron permitir, pues juegan en contra de la legitimidad de la elección, del árbitro, y por ende, del sistema político mexicano, en el cual cada vez menos mexicanos tienen confianza, contrario a lo que sí debería apuntalar el árbitro.
Por citar un ejemplo, ¿Podemos definir claramente de quién es la propuesta de los 3 mil 600 pesos? ¿Podemos definir claramente de quién es la propuesta de que lo que adquiera el gobierno, sea comprado al mismo precio que ‘por fuera’, fomentando la libre competencia, poniendo alto al despilfarro, y cerrando camino a la corrupción? Al parecer, la mayoría -término supuestamente democrático- sabe sólo de quién es la primera propuesta, mas no saben de quién viene la segunda, al menos en Jalisco, siendo que sería importante conocer a TODOS los autores, indicando el fenómeno que la mayoría de ciudadanos no sabe siquiera qué es lo que ofrecen los que aparecen en una boleta.
Ahí el problema de inequidad en la contienda, problema que deja de lado el árbitro de la elección, el cual debería pugnar por la máxima publicidad de las propuestas de todos los candidatos, para que los ciudadanos tengamos certeza. La propuesta ‘desconocida’, por cierto, es de Hiram Esaú Ramírez Castellón, candidato independiente a diputado local por el octavo distrito de Jalisco, quien de resultar electo, quiere platicar con el Congreso de la Unión para que esta política sea implementada en todo el país. Y no es de los ‘candidatos del arbolito’. Más propuestas que cambien el destino político del país, y menos propuestas populistas, que hagan uso del presupuesto de la nación.