Enrique Espejo Águila | @esagui | 1 de mayo del 2017
Siempre me ha costado presentarme, por lo general, en mi desesperación, lo hago con un chiste. Pésima idea hacerlo en un medio como éste. Por ello, al decidir que podía evitar presentar al bobo-tonto que sabe muchas cosas, consideré que lo mejor sería que las acciones hablen por mí, como en teoría debería funcionar la vida. Así que, si dan click aquí encontrarán mi primera aportación a este espacio y así podrán saber quién soy y lo que hago.
Ahora sí puedo hablar de lo que me gusta: libros.
Recuerdo Tepatitlán hace algunos años y me sorprendió encontrar una ciudad más chica que Guadalajara pero más grande que otras ciudades donde he radicado. La tranquilidad y el aire de una urbe en gestación era magnifico, me sentía parte de algo con un futuro prometedor. Pero las cosas cambian y en tiempos recientes todo se ha vuelto… más complicado. Ahora Tepatitlán tiene un futuro compartido con el país: está marcado por la violencia.
Desde siempre me he visto contrario a fomentar al narcotráfico en general; desde las drogas, que sé derramaron mucha sangre para llegar a mis manos, a la música, libros, series, todas las presentaciones de la narco-cultura que lucha, sin mucha resistencia, por impregnarse entre las nuevas generaciones. Así que, puede sonar algo contradictorio el tema de esta entrada al mostrar mis convicciones pero, al igual que el pueblo alemán, me parece que la única manera de sobrellevar una deshonrosa mancha en nuestra historia no es borrándola y fingir que no pasó; se aprende de ella, se estudia, se somete a discusión, buscando así no cometer los errores del pasado.
Y hago mención del pueblo alemán por la reciente publicación de Mein Kampf, el libro “prohibido” escrito por Hitler (libro del que me gustaría hablar en futuras entregas en este lugar pues, ha sido un éxito en ventas pese al estigma que porta). En está ocasión fue revisado, corregido y ampliado, agregando notas sobre las mentiras, las imprecisiones y los dobles discursos que llevaron al pueblo alemán a creer en el futuro Führer, quien lo llevó a la devastación. Sin embargo, son ahora la tercera potencia económica mundial y la primera nación de Europa. Si de alguien debemos aprender, es de ellos.
Con la llegada del narcotráfico a nuestras vidas y el estarnos acostumbrado a ello, nos ha llevado a polarizarnos en el tema: lo detestas o lo aceptas bajo los corridos y la libertad de expresión para poder escucharlos. Nos guste o no, están en su derecho.
Aunque, existe otra opción; ver el tema desde otra perspectiva, no solo satanizarlo o encumbrarlos al rango de héroes de la revolución, aprendiendo de los alemanes podemos analizar, discutir y tratar de ver, de manera más neutra como es ese mundo, encontrar porque seduce, poner luz en la oscuridad en que gusta de moverse y entonces ver, a plenitud, como es el tema y así ser capaces de sobrellevarlo.
Por ello yo propongo leer literatura policiaca, novela negra, estilo noir (hay una gran discusión sobre qué nombre ponerle al género en México), esa literatura cruel y tosca que nos muestra cómo somos, exponiendo aquello que nos negamos a ver. Y para ello, aquí mis propuestas:
Espectáculo para avestruces, de Imanol Caneyada fue un libro que elegí al azar, estaba en la oferta de “lo que quepa en esta caja por X pesos”, y ese libro quedaba justo. Lo comencé sin pretensiones, esperando fuera una buena decisión y, aunque lento, toma ritmo y nos muestra un mundo crudo y cruel, un lugar arruinado que da la sensación de tener algo más, mucho más pútrido de lo que vemos a simple vista. El asco comienza cuando entendemos que ese lugar es nuestro lugar; nuestra ciudad.
De la mano de un sociópata, un transexual y una prostituta descubrimos que el mal viene en envolturas diversas, y el amor, la lealtad y la pasión por la vida, no necesariamente es todo bondad.
Lo que me recuerda al gran Eduardo Antonio Parra, excelente escritor de cuentos que, en pocas páginas logran crear estupendas historias llenas de crudeza mexicana; tosquedad en el lenguaje, la divinidad dentro de lo sórdido y lo sublime en la jodida vida diaria.
Parra me agrada porque habla “Mexicano”, ese lenguaje mal hablado y seco que escuchamos en la calle. Si tomamos en cuenta que le encanta escribir de la frontera, las cantinas y la vida entre las copas, las mujeres y las pasiones… Oye, ahora que lo pienso, muy a música mexicana jajaja… es comprensible porque no leemos el Español cuidado y pulido en su obra, él quiere mostrarnos al México que nos negamos a ver, o que muchos por nuestra fortuna económica nunca lograremos vivir, ese al que hay que darle una mirada y dejar de ignorar pensando que así deja de existir.
Les sugiero la compilación Sombras detrás de la ventana. La recomendación inevitable Nadie los vio salir (cuento que sembré en #SiembraUnLibro) y La vida real, cuentos donde, respectivamente, somos testigos de lo divino entre uno de los lugares más sórdidos cerca de la frontera, llevándonos a cuestionar la divinidad en sí. Mientras que en el segundo volvemos a la tierra, al lugar de los desdichados que necesitamos trabajar para vivir, entretanto, los “verdaderos desdichados” nos muestran lo que es el verdadero amor, lo afortunado que se puede ser en un lugar de porquería como este país.
Del ya mencionado Imanol Caneyada, Tardarás un rato en morir. La descomposición política ha sido un campo de cultivo fértil para los escritores y, aunque muchas veces pareciera que la realidad supera la ficción, algunas otras me complace pensar que, ciertas situaciones que no somos capaces de saber por ser ciudadanos de a pie, podemos encontrarlas en los libros. O al menos me gustaría que a cierto político obeso, con lentes y sonrisa estúpida, ahora preso tras desfalcar a uno de los puertos más importantes del país, pues, que sufriera las desventuras de esta novela.
Aquí se nos narra la historia de otro gobernador prófugo de la justicia exiliado en Canadá. Y es que, es escapar o ser alcanzado por uno de los narcos más peligrosos jamás conocidos, y a esos, a esos no les puedes deber nada. Goza de una narrativa envolvente, atrapa desde las primeras páginas, sumergiéndote en la realidad de los lazos entre el narco y la política y lo que pasa cuando estos comienzan a tomar caminos diferentes. Y, aunque fue escrito mucho antes de la situación del peculiar gordito ya mencionado, te deleitas creyendo que Caneyada vio el futuro… y aunque sádico, quisieras que el personaje real y el ficticio compartieran el mismo destino… eso o este tipo de literatura ya me está afectando.
Con Asesino de muertos de Juan Carlos Aldir descubrirán lo fácil que es en este México de hoy matar, asesinar a una persona porque… pues porque ya está en una lista que alguien hizo, lo que exime toda culpa, no se asesina, solo se cumple un hecho; yo no lo maté, alguien lo hizo al apuntarlo en esa lista. Algo que me parece de lo más común en estos tiempos donde, citando al gran José Alfredo: La vida no vale nada.
Pero la vida sigue, y la vida siempre es complicada. Las situación se sale un poco de control, un desliz lleva a otro, una mariposa bate sus alas en Tokio y en México secuestran a la mamá de un policía (que ya estaba muerta y enterrada, y aun así la secuestran los muy jijos de la ingada jajaja) y un cabrón termina con los huevos en la boca mientras se desangra.
Y no, no es spoiler, son detalles que llaman la atención y espero vuelva más atractiva la lectura. Y no, tampoco uso palabrotas o un lenguaje indebido: salgan a las calles, se escuchan cosas peores.
Ese es precisamente el punto. Las palabras no son malas per se, el significado que les imprimimos es la arista importante en el lenguaje. “Las palabras, dependiendo del tono y la intención, cobran significados distintos. Si se dicen con mala fe, intentando herir, incluso las palabras aparentemente más sencillas pueden volverse horrorosas. Pero en el fondo no son más que palabras.” Benito Taibo.
Así debemos estudiar y leer a nuestro México; en los periódicos, en los libros, en las calles, en la familia: sin tabús, sin maquillaje, cruel y sádico como se está volviendo. Y la novela policíaca es un excelente ejercicio para sumergirnos en la crueldad de la vida misma, esa que existe por más que nos guste pintar todo de rosa. Necesitamos, de vez en cuando, sumergirnos en las profundidades.
Observemos lo que estamos haciendo, aprendamos donde desviamos el camino, pongámoslo sobre la mesa y a debatirlo, tenemos que reaccionar ante ello. Recordemos que las cosas malas pasan y que “lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada” Edmund Burke.
Como siempre, me despido recordándoles mi blog donde podrán encontrar muchas más reseñas de libros y notas interesantes: Contra el promedio mexicano
También pueden encontrar mis tonterías tanto en Twitter bajo la cuenta @El_Esagui y en Facebook con la fanpage Contra el promedio mexicano.
Siéntanse libres de hacerme saber sus comentarios, opiniones, críticas o hasta regaños, al tío Esagui todo eso le interesa para seguir mejorando el contenido.
Nos vemos en la siguiente.