“No sé a qué vengo aquí, yo sólo sé que hay personas atrás de mí que son las que me van a enseñar cómo manejar este asunto”.
La anterior cita, es de la intérprete de música mexicana Francisca Viveros Barradas, mejor conocida como , Paquita la del Barrio, al registrarse como precandidata por el partido Movimiento Ciudadano (MC) a diputada local en Misantla, en Veracruz.
Lo que dijo Paquita, puede escucharse muy crudo. Pero simplemente pinta de cuerpo entero a muchos representantes de la política tradicional. ¿Cuántos políticos, supuestamente profesionales, no tienen ni idea de la función pública? ¿Cuántos dependen de los asesores o incluso son simples títeres de los grupos de interés que los colocaron ahí? Y peor aún: ¿Cuántos van con la idea de enriquecerse o hacer negocios?
Hoy muchos se desgarran las vestiduras por la presencia –que no es nueva- de personajes de la farándula – que no artistas- que pretenden postularse a cargos de elección popular.
Pero la triste realidad es que sean cantantes, o sean políticos tradicionales, el sistema está diseñado para que los que se fortalezcan los mismos grupos de poder fáctico. ¿Los personajes de la farándula serán títeres? Seguramente muchos de ello, si es que llegan, sí desempeñarán ese papel. Pero la mayoría de los políticos tradicionales también lo son. También la tecnocracia con doctorados en el extranjero lo fueron.
¿Estoy justificando entonces que participen personajes que convierten en un circo y en un teatro a la política? Por supuesto que no. Simplemente digo que el circo ya lo habían hecho desde antes. Ahora nomás le ponen actores profesionales.
Desde hace tiempo hemos visto lo que podría llamar teatralización de la política. Vemos al senador y aspirante a la gubernatura de Nuevo León, Samuel García bailando cancioncitas en Tik Tok, o a Ricardo Anaya con videos artificiales, donde supuestamente duerme en la casa de un campesino, a pesar que en su vida ha pisado un campo agrícola. O Peña Nieto ya había sido una estrella más del canal al guionizarle su historia de “amor” con una hermosa actriz.
Es decir, o se politiza a la farandula o se faranduliza a la política. Todo para intentar levantar esas pasiones que no levantan los políticos tradicionales.
Hoy todos se andan desgarrando las vestiduras porque ven al Bofo Bautista en la política, pero nadie dice nada porque un agrónomo esté al frente de Pemex.
¿Los artistas desprestigian a la política? Más bien los políticos la desprestigiaron desde hace décadas. Esto más bien viene a ser la caída al fondo del fondo: La sustitución de la cleptocracia (gobierno de los ladrones), por la Kakistocracia, (el gobierno de los más ineptos o incompetentes, que por cierto no necesariamente son de la farándula).
Pero sobre todo, estamos viendo la representación del pragmatismo a ultranza. Es decir, algunos de estos partidos necesitan votos para mantener el registro. Por eso se van lo fácil, a una estrategia de impacto inmediato, para ir al objetivo que no es ganar, sino conservar las jugosas prerrogativas.
¿No es la política el hogar del pragmatismo a ultranza? Siempre lo ha sido. No hay nada nuevo bajo el sol.
Ahora, se escuchará un poco absurdo lo que voy a decir a continuación, sobre todo después del desolador panorama que acabo de describir. Pero hay una realidad. Más allá de la incapacidad de los candidatos, en primer lugar debe estar nuestra capacidad de discernir.
Les doy un dato que da a conocer Expansión: “Entre 1997 y 2018 han accedido a la Cámara de Diputados un total de 34 legisladores de “farándula”, lo que equivale a menos del 1% del total. De estos, 17 han sido hombres y 17 mujeres que han sido exatletas reconocidos, actores, conductores, escritores y hasta modelos de belleza”
Esto quiere decir que el electorado tiene capacidad de discernir también. Los números lo reflejan.
No creo que todos los artistas que se postulan sean incapaces. Como todo en la vida, puede haber alguno inteligente, que esté dispuestos a rodearse de asesores, reconocer limitaciones y tener un equipo de trabajo adecuado.
La prueba es para nosotros como electores. Y esta será una prueba para ver que maduros somos.
Pero si, es triste, la verdad es que tampoco hay mucho de donde elegir. O son los de la farándula, o son los políticos profesionales de siempre, con los que ya sabemos cómo nos ha ido.
Así de crudo. Como las letras de Paquita.
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