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Eduardo Castellanos | @edcastellanos
24 de julio del 2016.- Las cartas salen una a una, en las bocinas se anuncia la figura que contienen: el negrito, el bandolón, la sirena, el gorrito. «¡Buenaaaas!», grita una mujer que carga en brazos a su bebé de apenas unos meses.
Sonrisas nerviosas, ojos y oídos atentos a la siguiente carta, la que sigue podría ser la del “gane”. Algunos quitan o ponen granos de maíz según lo crean conveniente. Otros tienen hasta dos maderas. La historia se repite todos los días en la plaza Morelos de la ciudad de Tepatitlán, en donde casi un centenar de personas se reúnen a jugar a la lotería. Setenta es el número de cartas preparadas en pedazos de madera que personal del Arte y Cultura proporcionan a los participantes.
Desde el pasado lunes 18 de julio en punto de las 16:00 horas, madres y padres con sus hijos, niños con sus amigos esperan la indicación Don Vidal o de Joel para poder llevar las mesas y sillas desde la Casa de la Cultura, hasta la plaza e iniciar las rondas de lotería del día.
Por unas horas los niños que gozan de las vacaciones de verano, cambian sus teléfonos inteligentes por la tabla con imágenes tradicionales, que hace algunos años la dependencia del gobierno municipal elaboró.
Bajo un toldo blanco montado cerca de la estatua de Morelos, los participantes compiten por ganarse una pelota o un paquete de útiles escolares.
Las madres y padres igual de emocionados que los hijos, escuchan atentos, tal es el caso de Víctor Gómez Martín de 58 años, quien ganó un paquete de útiles escolares para su hijo, además se siente contento por convivir con los niños, es el cuarto año que asiste a jugar.
“Me parece magnífico este tipo de juegos porque aparte de que los niños se entretienen y aprenden algo, nos dan chanza a las personas adultas de convivir un rato con ellos, me divierto junto con ellos. Es una motivación por ellos porque les da uno ánimos y gritamos y ellos se emocionan junto con nosotros”, señala Gómez Martín.
El alacrán, la rosa, el venado, la rana, ¡Buenaaaaas! Grita Brayan Ramiro desde su silla. La persona que ‘echa’ las cartas corrobora junto con uno de los encargados de la organización. Brayan Ramiro tiene once años, recoge su premio.
“Me gustó venir, es el primer día que vengo, me gané una pelota, yo creo que este tipo de eventos son muy efectivos para que la gente pueda entretenerse un tiempo”, expresa el niño.
Algunas madres como María del Refugio, es el segundo año que acompaña a sus hijos, prefiere verlos gastar sus energías jugando lotería que “vagando” por las calles.
“Estos juegos entretienen a los niños y les entretienen que no anden en la calle, aprovechan sus vacaciones, descargan sus energías jugando lotería”, dijo la madre.
“Es el último juego” anuncia ‘el tirador’ de cartas.
La botella, el cantarito, el pajarito, la bandera, la garza. «¡Buenaaaas!», se escucha la voz potente de una niña que gana por segunda vez un premio durante la tarde.
“¡Otro! ¡Otro! ¡Otro!” gritan los asistentes.
“¡No se oye!”, grita Don Vidal.
“¡Otro!”, repiten varias veces y más fuerte los participantes. Los organizadores acceden y se realiza un último juego. Después de entregar el premio al ganador, todos los jugadores y sus acompañantes, ahora sin esperar la indicación de los que organizan, juntan sillas, granos de maíz y cartas. Doblan mesas y las regresan a la Casa de la Cultura.
Algunos niños regresaron a sus casas después de la lotería, otros se quedaron a jugar con el premio que les dio la suerte a través de las cartas, al día siguiente quizás vuelvan para intentar ganar otro premio en el centro de la ciudad.
