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Foto cortesía: María Izquierdo | mxcity.mx

María Izquierdo | Opinión

Elba Gómez Orozco | 31 de octubre del 2020

María Izquierdo (San Juan de los Lagos, 30 de octubre de 1902/ Ciudad de México, 2 de diciembre de 1955).

María, la mujer mexicana universal; Izquierdo, la que está en el lado del corazón.

Hablar de María Izquierdo a la luz de las décadas en las que su obra pictórica pervive, y que llevó a todos los confines con su Arte, es un privilegio. Ni estas líneas, ni un tratado o  una enciclopedia serán suficientes para abarcar el contenido de su legado. María no es para unos minutos, María y su obra es una constante y perenne invitación a sumergirse en ellas, en las dos, en María la artista y María la mujer. Para hurgar, reencontrar y redescubrir en cada una de sus trazos, en cada efecto de color, en cada toque fe, menino que encontramos en su obra, en cada símbolo que nos revela su pintura. En el sincretismo que quedó plasmado en cada una de sus pinceladas.

Hoy, me congratulo de escribir de María Cenobia Izquierdo Gutiérrez, María Izquierdo para la posteridad, hablo de La niña que se comió al mundo, título muy atinado de un texto de otro sanjuanense, Víctor Manuel Aguilera Sánchez, y que con todo conocimiento de causa endosó a su coterránea. Esa niña que se bebió con los ojos cuanta escena pudo almacenar en su alma, años después la compartió con el mundo del arte a través de cada una de sus obras pictóricas; y en cada una de sus obras humanitarias como el ser humano excepcional del que nos hablan, por ejemplo, Pablo Neruda. En este rubro, en la entrega de María por ayudar a su prójimo la llevó a los extremos; y es que en su espíritu de servicio iba implícita su estirpe de alteña. Craso error, sobrevivir a la sombra de pintores y muralistas varones que, apoyados en el trabajo no sólo de Izquierdo sino de otras mujeres dentro de ese medio, sin dar el crédito o reconocimiento fue la constante por años. No había lugar para opacar a otros, sin embargo, los trazos de María, gritan, vociferan y se hacen notar en murales y obras, aunque no tengan su nombre. La historia del Arte juzga, acomoda a cada uno en su lugar. Y es que María, es María, va para grande; y ella se come al mundo.

El arte posrevolucionario y la época de sus inicios quedaron marcadas, no obstante, la sanjuanenese está catalogada entre los contemporáneos su obra es atemporal, vigente, actual. Refleja al México autentico, a la mexicanidad, a la mujer mexicana, a la idiosincrasia del mexicano. Su cotidianeidad, su miseria y su grandeza, su ingenuidad engañada con espejos, su religiosidad y sumisión, su origen y destino; los ángeles y los demonios del pueblo mexicano. El alma mexicana femenina en el Arte donde es, madre, maestra y patria, que tan bien supo retratar María Izquierdo.

María hizo, en la medida y circunstancia de su tiempo y espacio, una sólida defensa a los derechos de las mujeres. Como miembro de la élite artística tuvo acceso a canales para hablar sobre la condición de la mujer en el Arte, en la familia y en la sociedad. Quizá sus postulados al respecto en estos momentos nos puedan sonar anacrónicos para el movimiento feminista, pero cuando lo expuso en un contexto donde el papel de la mujer era reduccionista en todos los aspectos, hizo con sus palabras y acciones, una marca por donde encontrar el camino. Estuvo presente en corrientes políticas, obviamente haciendo honor a su apellido, en la Izquierda. Llevó su sensibilidad artística para concientizar al pueblo de la caótica situación por la que el México posrevolucionario se había estacionado. Desde su trinchera y como parte de una sociedad con responsabilidad patriótica, fue una figura coadyuvante en el proceso de la Expropiación Petrolera. Causas por las que María Izquierdo, la feminista pudiera alzar la voz, ahí estuvo, aún a costa de represalias de las que no le fueron ajenas, tanto en su vida pública como privada. Involucrada en causas sociales supo de la indefensión de los más desprotegidos, de los que nada tenían; y así, con lo que tenía a la mano, ayudaba a sus semejantes, lo que habla de la estatura del ser humano de esta alteña. María pintora, María muralista, María mujer; está considerada como exponente del arte feminista porque en su obra, la mujer es una figura protagónica.

María Cenobia Izquierdo Gutiérrez, nuestra María Izquierdo, la que nació bajo el manto de la Virgen de San Juan, la alteña, la jalisciense, la mexicana; la mujer universal. La que con su magia hecha arte nos llevó al circo, nos metió a las alacenas, nos montó a caballos briosos, la que nos hizo llegar el aroma de un Altar de Dolores. Esa, la que un día fue la niña que se quería comer al mundo; creció, y creció tanto, que se lo sigue comiendo con su legado.

Elba Gómez Orozco es escritora y editora, algunos de sus textos han sido publicados en medios estatales. Es autora de un poemario. Ha participado en colectivo en otras publicaciones. Es impulsora de las letras en Tepatitlán y la región de los Altos. 
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