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Staff Kiosco Informativo | 20 de enero de 2025
Tepatitlán de Morelos.- A lo largo de los años, cada vez que Donald Trump ha ascendido al poder como presidente de los Estados Unidos, los migrantes, especialmente aquellos originarios de Jalisco, han enfrentado un temor recurrente: el de ser deportados o separados de sus familias. Con más de cuatro millones de jaliscienses residiendo en el país vecino, la situación migratoria se ha convertido en una de las problemáticas más críticas, no solo para ellos, sino también para sus familias que permanecen en México.
El ciclo de incertidumbre comenzó en 2016, cuando Trump, como candidato presidencial, lanzó su campaña en la que se hizo eco de un discurso claramente xenófobo, que tenía como objetivo principal la construcción de un muro fronterizo y la expulsión masiva de migrantes indocumentados.
Aunque su retórica fue, en su momento, una simple promesa de campaña, una vez en la Casa Blanca, sus políticas se tradujeron en amenazas reales contra la comunidad migrante, particularmente la mexicana, que se ha visto constantemente en la mira de su gobierno.
Según el artículo de publicado en Lider 91.9, la mayoría de los jaliscienses que residen en los Estados Unidos, resiente la constante amenaza de políticas migratorias más estrictas lo cual los ha colocado en un estado de ansiedad, no solo por sus condiciones laborales y sociales, sino también por el temor a que sus vidas sean alteradas por una posible deportación.
El clima de inseguridad que vivieron en los primeros años de Trump como presidente se intensificó con su insistencia en la construcción del muro y la implementación de medidas como la política de «tolerancia cero«, que resultó en la separación de miles de familias en la frontera.
A pesar de los cambios en la administración, los migrantes jaliscienses siguen viviendo con la sombra de la amenaza. En 2017, un artículo que escribimos aquí en Kiosco Informativo abordaba el mismo tema, pero desde la perspectiva de los migrantes jaliscienses en Chicago, quienes organizaban esfuerzos de defensa y solidaridad ante las políticas restrictivas de Trump.
El frente común que se construyó en esa ciudad, donde una gran parte de la población jalisciense tiene sus raíces, fue una respuesta ante el temor de que la administración estadounidense pudiera deportar a aquellos que, en su mayoría, llevaban años contribuyendo a la economía y la cultura de ese país. A través de asociaciones civiles, eventos comunitarios y el fortalecimiento de redes de apoyo, los migrantes en Chicago buscaron resistir la hostilidad que les imponía un sistema político que parecía estar configurado para marginarlos.
Hoy, tras casi una década de tensiones políticas, la situación no ha mejorado sustancialmente. Aunque Joe Biden asumió la presidencia con la promesa de reformar el sistema migratorio y suavizar algunas de las políticas más duras de Trump, la realidad es que la migración sigue siendo uno de los temas más divisivos en la política estadounidense. Los migrantes jaliscienses, como muchos otros paisanos y de Latinoamérica, siguen siendo objeto de políticas que oscilan entre la tolerancia y la represión.
Sin embargo, a pesar de las amenazas y de un entorno político hostil, los jaliscienses continúan siendo un pilar fundamental en las economías de muchos estados de EE. UU., y sus contribuciones a la sociedad estadounidense son innegables. En este contexto, la lucha por los derechos de los migrantes sigue siendo urgente. Las comunidades en Jalisco, siguen siendo puntos de referencia para aquellos que buscan apoyo emocional y legal para proteger a sus seres queridos. Así, el ciclo de lucha, resistencia y supervivencia sigue siendo una constante para los jaliscienses migrantes, quienes mantienen viva la esperanza de que, algún día, su situación pueda cambiar para siempre.
Es claro que los migrantes de Jalisco, como los de muchas otras regiones de México, siguen enfrentando desafíos que son profundamente políticos, sociales y humanos.
Las amenazas de Trump, siguen resonando ahora al inicio de su nueva administración, lo que pone de manifiesto la necesidad urgente de un cambio en las políticas migratorias estadounidenses. Mientras tanto, los jaliscienses continúan siendo los grandes olvidados, pero también los grandes luchadores, de un sistema que parece no querer reconocer su humanidad.
