M. en C. Alberto Estrada Loza | PhD José Rogelio Orozco Hernández | M. en C. Idalia de Jesús Ruíz García* | 21 de febrero de 2017
Los alimentos que consumimos así como los que ofrecemos a los animales, desde hace muchos años van combinados de diferentes ingredientes tanto tradicionales como alternativos como el maíz, trigo, centeno, arroz, etc. o acompañados de ciertas hierbas o especias como las nueces o el ajonjolí, así como de frutas, productos lácteos, huevo, carne e incluso dulces de origen diverso, que aportan nutrimentos como glúcidos, lípidos e incluso proteínas y minerales. Como se observará, diariamente los azúcares forman parte de la mesa y en el caso de los animales, de su alimento, los cuales desde que son cosechados sufren contaminación.
Contaminación que frecuentemente se relaciona con el manejo e incluso lugar donde se cultivan. Siendo la más conocida fuente las esporas de hongos, los que se instalan tanto en la planta como en los frutos que consumirán tanto el animal como el humano. Dentro de los hongos los más encontrados son los que pertenecen a las familias Aspergillus, Fusarium, etc. Por lo tanto, desde el momento en que fue cosechado trae una contaminación potencial por estos hongos. Por lo tanto al conservarlo, dependiendo de la humedad imperante, pueden desarrollar los hongos, quienes como producto metabólico generan las muy temidas micotoxinas.
Por lo tanto son factores predisponentes tanto la humedad al momento de almacenarlo (más del 10%), cantidad de azúcares contenida (mínimo 20%), como oxígeno. Los hongos como se vio antes, necesitan condiciones que le permitan su desarrollo, además otras especies de insectos que dañen la cutícula del ingrediente que le facilite al hongo su desarrollo y multiplicación.
Los hongos al instalarse en los granos, forraje o vegetal producen toxinas que contaminan los nuestros alimentos.
Hay que recordar que los granos y semillas que forman una parte importante de los alimentos que consume el humano diariamente, ejemplo de ello son las tortillas y productos del maíz son lugares donde potencialmente se desarrollan hongos. Donde pudieran estar presentes las toxinas generadas al momento de almacenar los granos tanto nacionales como de importación. Como medida de prevención se usan los ácidos orgánicos para limitar el crecimiento de estos últimos.
Al ingerirse estas micotoxinas en el organismo se genera un padecimiento conocido como “micotoxicosis”, las cuales causan trastornos metabólicos tanto en animales como en humanos de las diferentes edades, siendo un problema de salud pública.
Al consumir alimentos contaminados con micotoxinas, algunos animales pueden depositarlas en sus productos. En la actualidad se han reportado más de 300 micotoxinas (Aflatoxinas, fumonisinas, ocratoxinas, zearalenona, vomitoxina, toxina T2, citrinina, patulina, nivalenol, etc.), pero solo algunas son aquellas quienes impactan la producción y la salud. Es importante saber que las micotoxinas afectan de manera diferente a cada especie animal, como por ejemplo; la zearalelona es importante en cerdos, con impacto diferente en el caso de las aves.
Cada micotoxina produce trastornos especifico, pero todos son de importancia, ya que producen: daños en el hígado, riñones, pueden producir cáncer, problemas en piel, lesiones en corazón, hemorragias en músculos, trastornos en digestivos y respiratorios, lesiones en la cavidad bucal, trastornos en cerebro que esto va a dar como consecuencia cambios en el comportamiento, también pueden producir gangrena en las extremidades (patas), en el caso de las aves puede dar un emplume deficiente.
Hay que recordar que las micotoxinas son estables en calor y por ello es difícil eliminarlas en la cocción, por lo que en alimento consumido se encuentran micotoxinas de diferente tipo y cantidad. El lector debe tener en mente la idea general de lo que se les puede ocasionar tanto a los animales como a los humanos que reciben alimento contaminado.
La industria hace esfuerzos para evitar la contaminación de sus ingredientes y productos con hongos y de sus productos. Además de contar con laboratorios de control de calidad, cuando se ven forzados a emplear los anteriores emplean productos que se unen con la micotoxina (secuestrantes) y no son absorbidos por el animal, excretándose. Las excretas se usan como fertilizante o insumo alimenticio para rumiantes.
Aunque muchos esfuerzos se realizan en producción animal intensiva, donde los estándares de calidad son estrictos, cuando consuma algún producto de los antes mencionados provenientes de fuentes no “supervisada”, pregúntese ¿cuál micotoxina estoy consumiendo?
¡¡Buen Provecho!!