Cinthya Gómez | @KioscoInfo | 10 de marzo de 2020
Imagine una balanza, que cada lado de sus brazos tiene la misma cantidad de peso. Que está bien equilibrada.
Cuando una balanza está en armonía, ambas partes se sostienen, ni una está arriba, ni otra abajo. Ninguna oprime a la contraparte, porque se necesitan como iguales para sustentarse. El punto medio es tan resistente como las dos partes lo sean.
Sin embargo, por años, la balanza ha estado desequilibrada, en desventaja para una de las contrapartes.
Pero, si se quita uno de los pesos, el otro de los lados, inevitablemente cae, se hunde. Se precipita, y no puede levantarse, a menos que se regrese el mismo peso del otro lado. Por que si es más se eleva, si es menos se viene abajo.
Eso mismo pasó con el paro nacional de mujeres. La ausencia movió la balanza.
Millones de mujeres no estuvieron dónde habitualmente debieron de estar para hacer lo que se supone que siempre deben de hacer.
Si bien #UnDíaSinNosotras no detuvo al país, el que muchas mujeres no estuvieran en sus puestos cotidianos, en las escuelas, hospitales, bancos, centros comerciales, mesas de redacción, tiendas de la esquina, transporte público, en las calles, gimnasios, e incluso en su mismo hogar, dejó en claro que la falta desequilibra, genera eco, pérdida.
El Paro del 9M quizá fue la mejor manera de salvar a muchas mujeres.
Y el Paro del 9M fue la mejor manera de decirle a los hombres y a todas las mentes que aún se niegan a abrir los ojos, que las mujeres somos esa parte fundamental de cada día, y simplemente #SinNosotrasNo.