Gloria Isabel González Navarro | @KioscoInfo | 19 de noviembre de 2019
Cuando yo tenía alrededor de 10 años de edad, jugando con algunos de mis primos en el rancho, escuchamos a una lechuza y al contarle eso a mi abuela, nos contó esta leyenda ocurrida en un pequeño pueblo del que era originaria: Acatic.
Nos platicó que cuando ella estaba chiquita su mamá les contó que cerca de donde ellas vivían existió una planta que llamaban “pochote” pero que creció un poco más de las otras de su especie, al menos de las que ella había visto y en esa planta, todas las noches llegaban dos lechuzas a cantar y tronar el pico.
Ella nos había dicho mucho antes que esos animales toda la vida le habían dado miedo porque se decía que eran “animales del diablo”. Nos contó que su mamá les dijo que en una ocasión, una señora mayor de edad al pasar por ese lugar y ver a ambas lechuzas exclamó “Ave María Purísima del Refugio ya llegaron esos animales cochinos” y las lechuzas tronaron el pico, la señora les respondió con sonidos parecidos, porque las quería callar y como era tarde, lo único que se escuchaba era el ruido “shss, shss” de las lechuzas.
Algunos días después, llegó un arriero hasta la casa de esta señora, quien se encontraba con toda su familia y éste les pidió lo dejaran dormir a él y a sus cuatro burros, al otro lado de la cerca de su casa, porque no alcanzaba llegar a Zapotlanejo, lugar a donde se dirigía.
Como ya era muy tarde, la señora contestó que sí a la petición del arriero, así que le permitieron dormir allí, cerca de un arroyo localizado antes de la cerca, entonces los familiares dijeron que el arriero pidió dormirse en el lienzo de la cerca, no en el arroyo, después de un rato de discusiones le permitieron al arriero dormirse en el lienzo.
En cuanto obtuvo el permiso, el arriero descargó sus burros, recargó sus costales en el lienzo y se quedó recostado oyendo a las lechuzas. Después de unas horas de escuchar tan molesto ruido, el arriero le dijo a la señora y dueños de la casa que si le daban permiso de matar a las lechuzas, a lo que la señora le respondió que las matara, el señor para asegurarse, volvió a preguntar si le daban permiso, a lo que nuevamente la señora volvió a decirle que sí le daban permiso.
Con su pistola el arriero le disparó a la primera, la cual cayó muerta. El arriero le dijo a la señora que ya había matado a una y que la otra se quedó con las alas abiertas, como queriéndose bajar, entonces le disparó a la segunda y cayó también.
Enseguida revisó que las dos lechuzas habían muerto y después de esto se quedó dormido. A la mañana siguiente cuando se levantó, se dio cuenta que donde había visto muertas a las lechuzas, se encontraban un hombre y una mujer llenos de sangre con herida de bala, al ver esto se dijo a sí mismo “¡ahora sí quedé bien!” y rápidamente se metió a la casa para decirle a la dueña que no eran lechuzas, que eran dos personas y estaban tiradas afuera, le pidió que no lo delataran, que él ya se iba con sus burros después de echar sus cargas y que si le preguntaban, ella sólo dijera que no supo qué paso.
Al escucharlo y ver los cuerpos, la señora se refirió a las lechuzas exclamando “ustedes eran cosa mala, animales del diablo, por eso mi hermano diario está enfermo y no sana, quien quite y ahora hasta se le quite lo cojo.”
Se dice que después de eso, el hermano de la señora volvió a caminar normal y nunca más se volvieron a ver lechuzas por allí. Desde entonces se dice que las lechuzas son “animales del diablo” o “personas del infierno en pena”. En lo personal no creo que sea real, pero cuando me ha tocado ver lechuzas, no puedo evitar recordar esta leyenda.