Gabriel Alejandro | @alex_belh | 18 de julio de 2107
Todo el mundo conoce a Batman, un súper héroe que utiliza las sombras de la noche para ocultarse y utilizar la sorpresa y el miedo a su favor, sin duda el más grande detective y el personaje más popular de DC Comics.
A diferencia de la mayoría de los súper héroes de la industria de los comics cuyos poderes les permiten incluso desafiar las leyes de la física, Batman es solo un hombre que, motivado por el crimen en las calles y la falta de justicia tras el asesinato de sus padres, decide entrenar artes marciales y utilizar sus recursos económicos para pelear por su cuenta y defender las calles de Ciudad Gótica al margen de la ley.
La historia de Batman es conocida por todos, pero en los últimos meses, parece no solo ser comentada sino incluso replicada a lo largo de toda la República Mexicana. No pasa una semana sin que se publique en algún medio de comunicación algún caso de presuntos criminales golpeados o linchados por vigilantes justicieros que deciden salir a defender su integridad, su patrimonio y a su gente, esto ante una percepción de impunidad e incremento de violencia, producto de una ineficacia de las autoridades cada vez más evidente.
Del lado de los “expertos en seguridad” tenemos dos versiones diferentes en torno al incremento del fenómeno del vigilantismo; por un lado, las autoridades lo atribuyen a que el nuevo sistema de justicia penal no permite la prisión preventiva para ciertos delitos, obligando a los jueces a permitir que, sin importar el número de reincidencias, los criminales lleven sus procesos en libertad; por otro lado, los académicos representantes y de la sociedad civil ̶ principales impulsores del nuevo sistema de justicia penal ̶ atribuyen el problema a la falta de capacitación en las instituciones policiacas y de procuración de justicia, redundando así en errores al integrar carpetas de investigación sólidas para que los jueces dicten la prisión preventiva como medida cautelar.
Dicho de otra forma, mientas que las autoridades aseguran que el problema se debe a una falla en el diseño legislativo del nuevo sistema de justicia penal; los académicos e investigadores lo atribuyen a una falla en la implementación de las políticas pública de seguridad.
Sin embargo, las personas y las víctimas de delitos no piden explicaciones ni justificaciones, sino que exigen resultados y soluciones; y mientras los “expertos en la materia” deciden ponerse de acuerdo sobre cuáles son las causas del incremento de las cifras por delitos patrimoniales o por qué los mismos criminales son detenidos y liberados una y otra vez; al igual que Batman, los ciudadanos en México se verán obligados a salir del marco de la ley para pelear por su cuenta en las calles de Ciudad Gótica.
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Gabriel Alejandro es activista en CIMTRA Jalisco
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