Cinthya Gómez | @escriboenlaluna | 16 de agosto de 2017
Casi fluorescentes, las flores de calabaza envueltas en un amarillo polen resaltan en cualquier rincón de la ciudad en estas fechas. Tanto para las abejas como para los humanos. Los glotones humanos.
La jornada de Don Salvador Vera en estos días, comienza desde las seis de la mañana en su parcela ubicada allá en Las Colonias. Cuando entra, no sólo se moja del rocío de la mañana, sino también se llena de polen amarillo cuando corta los cerca de 150 ramos de 25 florecitas de calabaza, o sea unas 3 mil 700 flores por día.
Ya cortados, los ramitos los dispone en canastitas arriba de su bicicleta para seducir al primer cliente antojadizo. Él no las vende sólo. A don Chava le ayuda su hijo a ofrecer las florecitas en otros rumbos de la ciudad.
La venta de las flores de calabaza comienza desde la última semana de julio teniendo su fecha máxima justamente a finales de agosto.
Casi siempre hay mermas, pero nunca pérdidas. Según don Chava si le sobra algún ramito de flores de calabaza suele regalarlos a alguien que sabe que les sacará provecho.
“Hay días buenos, días malos, no siempre se vende, pero este año hay veces que se me acaban, otras se me queda un ramito y se lo doy a la gente. De que se queden, mejor se los regalo, hey”.
Don Salvador ha vendido las flores de calabaza que él mismo cosecha desde hace 25 años.
“Todos los días bajo al centro con flores. Los estoy vendiendo ahorita por ramo. Uno cuesta 13 pesos y trae 25 florecitas”.
Según don Chava son las mujeres quienes principalmente le compran su producto, pero ha visto que en ocasiones hay quienes las compran no con fines alimenticios, sino por lo vistoso de las flores.
“Hay veces que la gente me dice, oiga le puedo tomar película a sus flores, o se arriman para verlas, les sacan fotos”.
Por tratarse de una flor, los pétalos de este vegetal sólo duran frescos y firmes un par de horas si no están en un lugar fresco y con agua. Pero Don Chava dice que la vida y “comestibilidad” de las flores puede durar un par de días se cuidan bien en el refrigerador.
Las flores de calabaza se incluyen en estas fechas en los menús domésticos engalanando platillos que llevan las flores capeadas, rellenas de algún guiso, preparadas en caldillo de jitomate, o simplemente frescas sobre una ensalada.
A don Chava y sus ramitos de sabrosas flores de calabaza se los pueden encontrar en el centro de Tepatitlán desde las 10 de la mañana justo en la esquina de Lerdo de Tejada y Jesús Reynoso.
Y el trabajo nunca se termina. No importa que las flores sólo se den unas cuantas semanas al año, porque pasados los días, don Chava vuelve a bajar al centro pero a vender las calabacitas.
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