Julio Ríos | 20 de mayo de 2023
Tepatitlán de Morelos.- Ubicado entre las calles Aldama y Tepeyac en Tepatitlán, hay un predio que durante la primera mitad del Siglo XX fue refugio para las familias que disfrutaban de actividades de esparcimiento. Obras de teatro, funciones de títeres o cine al aire libre. Un remanso en el que los chiquitines jugaban alegres, mientras las mamás hacían costura y los papás echaban algunas «charras», o cuando sus señoras se distraían, algún «alipuz» a escondiditas.
A este predio se le conoció como «La Plazuela de Los Tepetates» o simplemente «La Plazuela», entre Cabañas y Tepeyac, a espaldas del santuario de Nuestra Señora de Guadalupe.
Durante los años 50 y 60 este espacio público tuvo una etapa de efervescencia vecinal. Varias actividades culturales se realizaban en esta plaza, que sobre todo se caracterizó como un foro gratuito de proyección del séptimo arte, que competía con el famoso «Cinito de La Mexicanita». Ambos espacios cinematográficos de la ciudad, son muy recordados por nuestros abuelos.
El predio luego se convirtió en el Centro de Salud de Tepatitlán y por ende, sede administrativa de la Jurisdicción Sanitaria regional. En 2013 las instalaciones de la edificación quedaron inservibles por hundimientos y cuarteaduras. Luego de diez años en el abandono, el Centro de Salud fue demolido y el Gobierno Municipal 2021-2024, decidió recuperar aquella legendaria Plazuela.
Aquí la historia:
Lugar de cine y títeres al aire libre
Corría la década de los 50 cuando amas de casa, trabajadores padres de familia y traviesos chiquitines se reunían todos los días por las tardes en la Plazuela de los Tepetates.
«Ahí nos sentábamos. Mi mamá hacia costura y a mi me gustaba jugar con la pelota con los vecinos. Era muy bonito», recuerda un niño de la época, hoy ya mayorcito.
Este espacio es recordado con mucho cariño por viejas generaciones. Además de las diferentes actividades ya descritas, también había otras como venta de antojitos al aire libre o música por parte de interpretes populares, a cambio de una moneda. En ocasiones alguna obra de teatro organizadas por el dramaturgo tepatitlense Simón Gómez, quien además era el sacristán en la Parroquia de San Francisco de Asís.
Pero lo que más público atraía, no solo del barrio, sino de otras zonas del pueblo, eran las funciones de cine gratuitas, conocidas como «Los Cinitos», que proyectaban películas aptas toda la familia. Estas eran patrocinadas por las marcas refresqueras de la época como Coca Cola o Jarritos. También la empresa Nestlé realizaba funciones para promocionar sus productos entre los asistentes.
Se colocaba una pantalla y ahí la gente llevaba sus sillas para disfrutar de las películas. Obviamente estas funciones solo se hacían en verano para evitar que la lluvia interrumpiera la proyección.
Otra actividad que tuvo gran éxito fueron las funciones de títeres que resultaron la delicia de los chiquitines, así como la presentación de algunos payasos y otras atracciones infantiles.
Lugar de congregación espiritual
La Plazuela de los Tepetates, también era un espacio natural para la congregación de los feligreses de la Iglesia Católica y devotos de la virgencita morena, cuyo santuario está ubicado a un costado del predio.
Durante las fiestas de cada 12 de diciembre el espacio se convertía en una auténtica verbena popular. Ahí la gente veía el desfile de las carretas alegóricas. Cómo en ese tiempo era más difícil contar con vehículos automotores, las representaciones bíblicas con actores y actrices, se hacían de esa forma. Los personajes eran representados por gente del mismo barrio.
Y cada día 15 de mayo, Día de San Isidro Labrador, la gente de las rancherías llegaba con sus sementales, vacas, bueyes para que el sacerdote las bendijera. Los chiquitines aprovechaban para llevar gatos o conejos, los jóvenes a sus perros y las señoras con pericos y canarios.
El entorno era propicio, pues los visitantes a la Plazuela de los Tepetates podían disfrutar también de la arquitectura del Santuario de Guadalupe, con sus contrafuertes y sus preciosas torres.
Llega el Centro de Salud y la gente se manifiesta
En esa época nada se interponía entre la plazuela y el Santuario de Guadalupe. La primera mutilación que sufrió el predio, fue en la década de los 60, cuando se construyó el Kinder Tepeyac.
«Ahí le quitaron buen pedazo a la placita, pero nadie dijo nada porque todavía había suficiente espacio», recuerda Toño Gómez, un viejo vecino.
Posteriormente, el presidente municipal de Tepatitlán, José Guadalupe Barba otorgó el predio en comodato a la Secretaría de Salud de Jalisco, para contar con el primer centro de atención en la historia de la ciudad.
En aquellos tiempos no había hospitales y las cirugías se realizaban en las casas, además que los galenos veían a sus pacientes en sus consultorios particulares. Si bien, este Centro de Salud no otorgaría servicios quirúrgicos, si resolvería la necesidad de consultas médicas para personas de escasos recursos.
Sin embargo, la idea de destruir la plazuela no agradó a los vecinos, quienes no se quedaron cruzados de brazos y exigieron que el Centro de Salud se construyera en otro predio. Incluso hasta pagaron desplegados en periódicos de Guadalajara con el objetivo de externar su inconformidad. Pero como era característico de la época, el Gobierno del Estado ya había decidido y las quejas fueron ignoradas por el «bien mayor de la salud», relatan.
Los servicios de salud convencen a los tepatitlenses
El Centro de Salud de Tepatitlán fue construido en tiempo récord. El sistema de edificación se basó en el uso de estructuras pre- fabricadas. Las paredes llegaban desde Guadalajara y las levantaban con grúas para colocarlas sobre la cimentación y luego pasar a enjarrar y pintar. El inmueble no era muy estético, al contrario, era una mole de tosco aspecto, pero lo que importaba al Gobierno del Estado era otorgar el servicio y no la belleza de las instalaciones.
Con la llegada de las campañas de vacunación, las consultas médicas y los servicios de salud, la gente fue conformándose y aceptando poco a poco el Centro de Salud. La Plazuela solo quedó en los recuerdos nostálgicos de los vecinos.
Clave fue la llegada del doctor Juárez como director del Centro de Salud. Él creía en la salud integral y por ello emprendió diversos programas para la comunidad, enfocados en la edificación del cuerpo y el alma.
El doctor Juárez instaló un gimnasio, en el que había pesas y diferentes aparatos propios de la práctica del ejercicio, y también se impartían clases de box. De hecho en ese lugar se ejercitaban personajes como el comandante Guadalupe Mejía y don José Rodríguez (papá del famoso caricaturista y maestro de Tae Kwon Do, Emilio Rodríguez). El visionario médico también promovió torneos deportivos diversos.
Además el doctor Juárez aprovechó el sitio como un centro cultural donde se impartían talleres de música, literatura e inglés, pues de esta forma los vecinos no extrañarían las actividades de La Plazuela que habían desaparecido de golpe y porrazo. Algunos cursos fueron impartidos por el legendario maestro Llamas, quien enseñaba solfeo, armonía y contrapunto.
Este tipo de programas gustaron a la comunidad, pero cuando el doctor Juárez concluyó su periodo, los programas culturales y deportivos fueron eliminados por los nuevos directores de la Jurisdicción Sanitaria.
60 años de historia
El Centro de Salud estuvo 60 años en servicio. Además de otorgar consultas y programar diferentes acciones en favor de la sociedad, era la sede de la Jurisdicción Sanitaria Número III. Uno de sus directores con mayor trayectoria fue el finado doctor Salvador García Uvence, quien luego llegó a ser director de Servicios de Salud de Zapopan, y del famoso «Hospitalito», único nosocomio financiado por recursos municipales en todo México.
En 2013, el edificio del Centro de Salud de Tepa, sufrió un hundimiento de su estructura, lo que originó cuarteaduras en los muros del inmueble, informó en su momento la periodista Cinthya Gómez. Por ello, las instalaciones tuvieron que ser desalojadas.
«Fue un 14 de mayo de 2013 cuando las lozas cerámicas del suelo del Centro de Salud comenzaron a crujir, separarse y a partirse por mitad advirtiendo al personal de la dependencia que algo no estaba bien en el edificio y que el riesgo era inminente», escribió Cinthya Gómez. Es decir, hace exactamente diez años.
Incluso en 2016, el entonces alcalde Hugo Bravo, propuso recuperar las instalaciones del Centro de Salud para otorgar consultas y servicios médicos menores, según reportó el siempre apreciado comunicador Eduardo Castellanos.
Sin embargo los peritajes arrojaron que la edificación ya estaba muy dañada y las instalaciones se habían vuelto obsoletas. Los servicios estatales de salud se distribuyeron en diversos núcleos ubicados en las colonias Hacienda Popotes, Los Sauces y Las Aguilillas.
«El Centro de Salud se mudó a unas instalaciones que también habían ofrecido ya servicios de salud en la colonia Jardines de Oriente de manera emergente. Su estancia se prolongó ahí por casi seis años, en lo que se terminaban los nuevos y oficiales Centros de Salud. En 2017 se instaló la Primera Piedra del primer Centro de Salud. Y no fue sino hasta 2019 cuando, tras concluirse, se mudaron los servicios sanitarios a su nuevo domicilio en la Colonia Hacienda Popotes», reportó Cinthya Gómez en Kiosco Informativo.
Fue así como en 2022 el Instituto Nacional de Antropología e Historia, emitió el oficio de autorización para obra 041-2, en el que daba el visto bueno para demoler el Centro de Salud y en su lugar construir la «Plazuela del Tepetate», informó una nota sin firma publicada en el semanario 7 Días.
El proyecto contempla una réplica de la Plazuela original, con arbolado, espacio para presentaciones artísticas con un pequeño teatrito tipo Ágora, y vocación para el esparcimiento familiar e infantil.
La construcción de la Plazuela ha hecho que resurja la nostalgia en los corazones de los vecinos de la calle Tepeyac, quienes recuerdan que en su niñez podían jugar libremente ahí.
«Era muy bonito ir a sentarse ahí. Me acuerdo que uno se tomaba su nieve o veía el cinito. Me da mucho gusto que vuelvan a hacer eso», recuerda doña Teresa Torres, una vecina del barrio.
¿Volverán los títeres? ¿La proyección de películas? ¿El teatro y los juegos infantiles? No lo sabemos, pero la Plazuela tiene un gran potencial para dinamizar la cultura y que las personas vuelvan a apropiarse del espacio público. Será momento para que la nostalgia de tantos años, haga suspirar de nuevo a quienes aún recuerdan las soleadas tardes de convivencia familiar. Cuando los tiempos eran más inocentes, en aquel Tepa de antaño.
*Fuentes utilizadas para este texto:
●Libro: «Tepatitlán, Episodios Históricos». De la autoría del Dr. José de Jesús González Martín, publicado el año 2013 por el Gobierno Municipal de Tepatitlán y patrocinadores privados (Mobicentro y Zapatería Mago). Compilado por el arquitecto Jaime González Martín●Relatos del arquitecto José Guadalupe Ríos Córdoba
●Notas periodisticas de los medios de comunicación Tepa TV Canal 2, Kiosco Informativo y Semanario 7 Dias, realizadas por Jade Castellanos, Cinthya Gómez, Eduardo Castellanos y las hermanas Fabiola y Gabriela González.