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El jinete sin cabeza de Jalostotitlán | Leyendas de Los Altos de Jalisco

Laura Reyes Vivanco | @KioscoInfo | 12 de julio de 2019

El jinete sin cabeza, es una leyenda que cuenta sobre un cliente habitual de cantina. Llegó aquel día pidiendo a sus ‘amigos’ unos pesos para llevar a su hijo
enfermo con el doctor. Pero aquellos bribones encontraron en la desgracia de su compañero de parrandas, un motivo para seguirse divirtiendo, uno de ellos le dijo:

-No tenemos ni un peso, pero le comparto un secreto. Dicen que al que monte el caballo negro que corre por la loma y logre domarlo, lo llevará a la cueva de su antiguo amo, que está llena de oro. Y pos así puedes agarrar lo que quieras para tu chamaco-.

Por supuesto aquello era mentira, lo habían inventado en ese momento, para burlarse de su amigo. Pero el otro, andaba tan desesperado que se enfiló a la
loma, y sobre la rama de un árbol, esperó al caballo y se dejó caer sobre él.

Con tanto relinchido y movimiento, la cabeza del hombre quedó colgada en aquella misma rama y su sangre cubrió por completo los ojos del animal.
La bestia emprendió la carrera, con el cuerpo del hombre a cuestas, sus manos habían quedado bien sujetas al pelaje y en unos segundos ambos cayeron por el
despeñadero. Hombre y bestia estaban ahora unidos por un lazo de sangre y muerte, no se sabía cuál era uno y quién el otro.

La sangre corría como un río salvaje, haciendo grietas en la tierra seca, que la succionaba como si estuviera sedienta, se llenó de burbujas y en un momento comenzó a arder, entre el fuego intenso, ambos cuerpos fueron tragados por la tierra.

Los sujetos no hablaron de lo sucedido a nadie, pero, en el amanecer de cada siguiente día, encontraron sobre alguna puerta la quemadura de una herradura.

La séptima noche después de lo ocurrido, entre las rocas de la cañada, un eco insistente les crispaba los nervios. Parecían cascos de caballo, que avanzaba a
trote lento, dando tiempo a que todos lo escucharan, alcanzaron a divisar a lo lejos, una bola de fuego que bajaba por la loma, así que todos se fueron a refugiar
a sus casas.

Desde alguna pequeña grieta entre las paredes, los mirones vieron un inmenso caballo negro, cuyas patas y crin eran solamente llamas y exhalaba fuego…
obedecía las órdenes de un jinete sin cabeza, que lo llevó a través de todas las puertas marcadas, y salieron cargando seis cabezas, con las que luego alimentó a
la gran bestia, dejando atrás solamente los cuerpos calcinados de los impertinentes bromistas.

Dicen desde entonces en aquel pueblo: “Quien no tenga intención de ayudar a un alma en desgracia, será decapitado por el jinete sin cabeza y su cuerpo convertido
en cenizas por el fuego del infierno, que el caballo negro lleva consigo”. No sé si sea muy conocida en Jalostotitlán, pero en mi familia sí. Se trata del
fantasma de un jinete y su caballo que cabalgan por las calles arrastrando cadenas.

Antes no conocía el origen de esta leyenda pero se podría decir que si conozco «al fantasma» debido a que de principio que me cambié de casa.

En las noches, no recuerdo bien la hora, me despertaba un ruido de unas cadenas golpeando el suelo al mismo tiempo que caminaba o galopaba un caballo y
aunque era el único ruido que se oía era muy inusual debido a que es un fraccionamiento se podría decir que nuevo porque no hay muchas casas además,
de los pocos años que lleva construido, pero está pavimentado.

Al despertar en las mañanas preguntaba al resto de mi familia si habían oído los ruidos de la noche anterior y la respuesta era afirmativa aunque comentábamos
entre nosotros mismos que era tal el temor que nadie quería ver que era lo que en realidad hacia ese ruido.

La mayoría de las noches se escuchaba el ruido pero ya después de que fueron bendecidas la mayoría de las casas ya no he escuchado a este fantasma. También he oído hablar a la gente de que se escuchan estos mismos ruidos en las calles del centro de la ciudad.

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