Cristina G. Fuentes
Por increíble que parezca, en pleno 2021 aún es necesario que en los distintos órdenes de gobierno (municipal, estatal o federal) se establezcan y promuevan medidas afirmativas que aseguren la participación equitativa de hombres y mujeres en la vida pública. Lo que para generaciones como la mía (de personas jóvenes no mayores a los 30 años) es cada día más inadmisible, para otras generaciones continúa siendo una constante normalizada. Me refiero a la desigualdad de género que persiste en la participación y representación política y democrática de nuestra sociedad.
Y no, no es un capricho pelear por la equidad. Más bien es un compromiso personal y político por vivir de manera más congruente y digna. De esa lucha por la equidad, han emanado victorias como la ya conocida paridad de género que, como principio constitucional, se refiere a la participación “equilibrada, justa y legal” que debe garantizar a hombres y mujeres las mismas condiciones para ejercer sus derechos democráticos. Y aunque hablar de ella y exigir su cumplimiento llega a causar molestia e incomodidad entre quienes se rehúsan a considerar a las mujeres como parte fundamental en la construcción de nuestra sociedad, la resistencia y exigencia ciudadana -y por qué no, la lucha feminista- han logrado avances sustanciosos y muy favorables. Como la elaboración del Reglamento Municipal para la Igualdad Sustantiva entre Mujeres y Hombres (aprobado en 2020) que tiene por objeto garantizar la igualdad y no discriminación en Tepatitlán tanto en los ámbitos públicos como privados.
Este tipo de instrumentos parten de reconocer que existen desigualdades históricas y estructurales en la sociedad que afectan mayormente a las mujeres, pero trazan alternativas para poco a poco progresar hacia la equidad, la justicia y la pluralidad. En resumen: son compromisos por democratizar la vida. Porque hablar de democracia es más que solo partidos políticos y procesos electorales. Definirlo así sería muy mezquino. Democracia implica escuchar a las personas, sus necesidades y sus intereses. Significa reconocer la importancia y dignidad de quienes han sido constantemente invisibles para las instituciones: quienes viven allá donde los servicios públicos no llegan; quienes no acceden jamás a la justicia; quienes solo son reconocidos como ciudadanos cuando representan un voto potencial y no cuando demandan mejores condiciones de vida y desarrollo. Democracia, entonces, significa que la idea de un mundo mejor pueda ser realidad para todas las personas.
Por eso lamento la indiferencia y el desinterés mostrado por la mayoría de regidores en el actual Ayuntamiento Municipal. Lamento que el cumplimiento de la ley sea una prioridad a medias y que las mujeres continuemos siendo invisibles. No es posible que de los puestos de más alto nivel en el ayuntamiento como lo son Coordinaciones, Jefaturas y Direcciones ni siquiera un 25% sean ocupados por mujeres.
El argumento más común a la hora de solicitar que se garantice el 50% de esos puestos a mujeres es que las designaciones deben responder a aptitudes y capacidades de las personas y no a su género. Y parcialmente estoy de acuerdo: de las más de 150 mil personas que habitamos Tepatitlán, sin duda muchas de ellas tienen las cualidades suficientes para estar en puestos de decisión. Pero es importante que además de elegir a las personas más capacitadas para el puesto, lo hagamos garantizando una representación equitativa. Porque solo de esa forma contribuiremos a una sociedad más justa y participativa.
Aunque desde la oposición se han presentado esfuerzos interesantes, como el exhorto encabezado por el regidor Francisco “Pancho” Aceves para el cumplimiento del Reglamento Municipal de Igualdad Sustantiva entre Hombres y Mujeres y respaldado por el Regidor Gerardo Pérez y las Regidoras Susana Jaime y Rosa Adriana Reynoso, o el llamado emitido en el pleno del Ayuntamiento por la Regidora Rosa Adriana Reynoso, quien encabeza la comisión edilicia de Derechos Humanos, Igualdad, Respeto y Asuntos de la Niñez, para cumplir la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres y poner en marcha las políticas públicas que garanticen el ejercicio pleno de los derechos humanos de las mujeres y niñas tepatitlenses.
Pese a ello, el presidente y las demás regidores y regidoras no han dado respuesta a la demanda por el cumplimiento de la paridad. Desde la colectiva ciudadana “Mujeres, Resistencia y Democracia” de la cual formo parte, seguiremos impulsando temas en pro de la dignidad y justicia para todas las personas. Porque no vamos a permitir paridad simulada. Es decir, que se otorguen nombramientos para las mujeres en la administración pública, pero ninguno de ellos sea en los puestos de primer, segundo y tercer nivel. Porque no basta tener mujeres en el Ayuntamiento si no se les permite tomar decisiones o hacer valer sus voces. Queda seguir insistiendo, resistiendo y defendiendo nuestros derechos. Queda ser críticos con las decisiones de nuestro gobierno. Construir desde nuestras trincheras y no pedir permiso para que se ejerzan nuestros derechos sino ir directamente a por la conquista de ellos.