Francisco Jiménez Reynoso | @jimenezabogado | 23 de abril de 2018
Fuera el Fuero. Una de las figuras jurídicas más repudiadas por la sociedad mexicana es la del fuero.
El fuero es una especie de inmunidad para sus poseedores. Evita que algunos funcionarios de alto rango puedan ser procesados (con el pretexto) de que se pondría en riesgo la estabilidad del país. Por décadas los funcionarios de primer nivel sólo podrían ser juzgados bajo el proceso de desafuero, que prácticamente estaba diseñado para que no se le aplicara a nadie.
Esto trajo como consecuencia el abuso de cientos de gobernantes, que bajo la protección de esta figura vaciaban las arcas de sus gobiernos (federal, estatal y/o municipal) y nada pasaba en su contra.
Sabemos que México ocupa los primeros lugares tanto en impunidad como en corrupción a nivel internacional. En virtud de lo anterior era importante dar un golpe mortal a esta figura que fue mal entendida y mal utilizada por décadas por muchos pseudo “servidores públicos”. El caso del presidente de México era prácticamente imposible juzgarlo y sancionarlo por ser poseedor del fuero, ya que era sólo por “traición a la patria” algo muy subjetivo…
Así las cosas, este concepto del fuero en México fue el motor que movió por varias décadas las dos malditas hermanas gemelas: corrupción e impunidad, pudriendo así las entrañas de nuestro país.
La figura del fuero fue creada en Inglaterra, y adoptada por España en su momento y practicamente plagiada por México. En el viejo continente su finalidad fue proteger a los poseedores de las coronas, de la clase real, para evitar ser juzgados como los seres humanos comunes.
En el caso de México, como en otros países del continente americano, su finalidad era una muy específica y en cierta medida justificable. Se trataba de proteger a los diputados de ataques políticos por sus contrarios en razón de sus opiniones y expresiones, y hasta ahí. Pero se fue extendiendo a prácticamente todos los “servidores públicos”.
Pero como nos pudimos dar cuenta, se cayó en excesos por parte de la clase gobernante… hubo casos incluso en que “diputados” electos entraron en la cajuela de vehículos a escondidas para obtener su nombramiento y evitar así la ejecución de órdenes de aprehensión en su contra. Que decir de prácticamente la comisión de todo tipo de delitos que quedaron en la total impunidad por la protección mal empleada del fuero a ciertos personajes.
Finalmente y en mi opinión para bien de México, el Pleno de la cámara de diputados avaló eliminar el fuero a los funcionarios, incluso al Presidente de la República.
Con 370 votos a favor, las reformas a los artículos 7, 61, 74, 108, 110, 111, 112 y 114 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, establece que el jefe del Ejecutivo podrá ser acusado de traición y delitos del orden común.
Cabe señalar que los funcionarios no serán sancionados con penas privativas de libertad por deudas de carácter civil, ni tampoco por las conductas que atenten contra el honor de las personas como difamación, calumnia e injuria.
Además se se les puede imputar penalmente durante el tiempo del cargo que ocupen a gobernadores, diputados locales, Magistrados de los Tribunales de Justicia de las entidades federativas, Consejos de las Judicaturas, presidentes municipales, alcaldes y concejales.
Para la aplicación de las sanciones, la Cámara de Diputados procederá a la acusación ante el Senado previa declaración de la mayoría absoluta, y en el caso del Presidente de la República, se requerirá de mayoría calificada.
Ahora solo falta el respaldo del senado y la aprobación de 17 entidades federativas de las 32 que tenemos en nuestro país.