Enrique Espejo Águila | @El_Esagui | 2 de agosto del 2017
Hace poco tiempo sucedió un interesante ejercicio de libertad de expresión en la ciudad. Sí, me limitaré a ser escueto al respecto pues, aunque equivocado a los nuevos ajustes de pensamiento colectivo (llevados por una juventud pujante, deseosa de imponerse a los adultos ahora cuasi ancianos) debemos de entender que termina siendo eso; simple y llana libertad de expresión. Con la cual podemos no estar de acuerdo pero, dos puntos: A) Recordar la frase equivocadamente atribuida a Voltaire “Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. Y B) Impedir la voz de aquellos que piensan diferente nos convierte en esos opresores que algunas vez nos pretendieron impedir el camino a los logros que ahora tenemos.
El segundo punto lo quiero dejar para otra aportación, da mucho tema para hablar de opresión y dictadores, y aquí no quiero hablar sobre eso. Del primer punto recordar que esa frase, que terminó convirtiéndose en un ideal, es la base de la Revolución Francesa, pionera de las nuevas democracias en el mundo moderno y, lo que nos permite traer a colación otra importante frase; “Quien no aprende de la historia está condenado a repetirla”.
Por lo anterior soy partidario de que personajes como los que llevaron el “Autobús de la libertad” a la ciudad puedan expresarse libremente. Claro, nosotros tenemos igual derecho de contrarrestar su propuesta con nuestra propia libertad, expresando nuestras ideas mejor sustentadas y con mejores argumentos. Y como mi fuerte es la literatura, y me propongo evitar elegantemente la confrontación directa sobre el tema, pues de eso no se trata este espacio, me decidí por rebuscar en mi memoria aquellas novelas que hablen sobre el amor en muchas de sus variantes, dejando sean ellas las que les permitan entender que no hay una clase de amor y que, citando a los Beatles “all you need is love”… odio cuando me pongo así de hippie.
1.- Lolita de Vladimir Nabokov.
Lolita, ¡oh Lolita!
*Se toma un respiro de 5 minutos y vuelve al teclado*
Un tema complicado, un análisis que no parece terminar, una declaración que no me atrevo a realizar, un libro prohibido.
Comenzaran la lectura con algo que no precisamente es nuevo, la Real Academia de la lengua Española define “Lolita” como:
“De Lolita, personaje de la novela homónima de V. Nabokov, 1899-1977.
- f. Adolescente seductora y provocativa.”
Y es que tanto revuelo causó la novela que se forjó como un término propio, y quizá algo más: el “amor” entre un adulto y una pequeña, tal vez una chica atrevida, alguien con mayor conciencia que las niñas de su edad… incluso, ahora que lo pienso, llegué a discutir mucho ese tema antes de leer el libro y mucho más durante la lectura; ¿dónde comienza y termina la pedofilia?
En mi peculiar visión del mundo, cualquier actividad sexual, en cualquiera de sus variantes, será válida y respetable siempre y cuando sea de común acuerdo entre las partes; las perversiones a las que lleguen solo podrán ser frenadas por el deseo o falta de éste por parte de alguno de los participantes.
Entonces ¿qué pasa cuando un menor de edad muestra la suficiente madurez como para tomar sus propias decisiones sexuales? Sí, casos extraordinarios y que pueden desembocar en miles de discusiones y divagaciones, pero, tan solo por darle un gusto al tío Esagui, imaginen el caso planteado; si el menor de edad está de acuerdo, consiente y avala la actividad… ¿deja de ser pedofilia?
Mas no por estas divagaciones personales se debe de pensar que encontrarán un libro plagado de escenas sexuales, desde las primeras páginas se nos advierte que no encontraremos eso y, en palabras mías, encontraremos nulas imágenes mentales sobre actos sexuales y sí mucho sobre el amor.
Lolita da la primera impresión de tratarse del diario de Humbert Humbert, un personaje peculiar que desnuda su vida en esas páginas escritas por él. Al final descubriremos que es algo más.
Es ahí, en esas páginas escritas por él, donde nos explica su primer gran amor en la niñez, en el cual no logró consumar el acto sexual (Sí ¡el acto sexual entre niños! Y yo me quejo de las generaciones actuales), lo que provoca en él esa fascinación por las ninfulas; esa niñas que aún no entran completamente en la adolescencia, que presentan pocas variaciones de ese cambio pero tienen una chispa, un brillo en los ojos, un dejo de maldad que las vuelve algo así como “un alma vieja en un cuerpo muy joven”.
Hasta ahora es clara la fijación psicológica que presenta Humbert, el deseo inconcluso y pasión extrema que se despierta ante la “misma situación” del pasado lo lleva al éxtasis, algo que no sería un problema si no fuera porque quien lo genera es una niña. Consciente de ello, de “su problema”, llegó a internarse en cierta institución en el viejo mundo, donde no solo aprendió sobre sí, le ayudó a mejorar su carrera profesional. Aunque poco relevante para la historia, nos deja en claro que no es un ser cualquiera, se sabe “dañado” y luchó contra ello. En opinión personal no creo se venciera, se dio cuenta que su obsesión no es mala es… diferente.
Tiempo después, ahora en Norteamérica, conoce a Lolita y forzando al destino logran escapar con ella, comenzando una gran aventura a lo largo de todo el país, recorriendo moteles, ciudades, restaurantes de carretera, deteniéndose en algunos lugares para eventos culturales.
Lo importante: ¿ellos tienen relaciones? (no podría creer que nadie se planteara esa cuestión) Sí, frecuentes y poco explicitas. En realidad, tal como nos indica el prólogo, la sensualidad e insinuaciones cubren el espectro que cualquier otro escritor hubiera llenado de… vulgaridades.
Lo que remarca la maestría de Nabokov, no solo en su lenguaje elegante e imaginativo al momento de tratar los primeros acercamientos y desarrollo de ese “problema” de nuestro personaje principal, en los momentos cumbres de la novela exprime al máximo su capacidad narrativa para dejarnos una imagen mental de lo que puede pasar, para luego dar paso a otra cosa.
Es entonces cuando llegamos a lo escabroso del asunto. Para mí, desde un inicio quedó claro la maravillosa capacidad de amar que tiene el Humbert, me encantó como enaltece a niveles divinos a su gran amor y, descubrirlo, con la rienda suelta, a plenitud en los brazos de su amada, pues no fue una sorpresa, fue un desarrollo de lo mismo, lo cual no me atrapó. En cambio sí lo hizo el seguir las aventuras y el crecimiento de los personajes; las cambiantes necesidades de Lolita y el descubrimiento del gran problema… de su problema: lo efímero que puede resultar una atracción.
¿Será acaso un mensaje sobre las relaciones humanas? Tratar el cómo las cosas cambian, las personas maduran y sufren modificaciones en la percepción de eso que pueden llamar amor. Lolita, la ninfula, es un perfecto ejemplo del amor de la juventud, incluso de aquel que decide enamorarse con tal de salir de un hogar que le asfixia.
Creo aquí cada lector encontrará mensajes distintos, acordes al momento de la lectura, personalidad y capacidad de identificación.
2.- El gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald
El gran Gatsby pretende ser un Romeo y Julieta actualizado; un gran amor, grandes dificultades para llevarlo a cabo y una historia dramática que nos mantiene en vilo, siempre a la espera de un desenlace favorable para los enamorados.
Pero, en esta ocasión, nos encontramos lejos de la vieja Europa. Vivimos la aventura en los Estados Unidos recién salidos de la guerra; una nación que se dibuja ante el mundo como una potencia, con una efervescencia de alegría, confianza en el futuro y dinero, mucho dinero para aquellos que, como siempre, supieron aprovechar los tiempos de guerra para llenar sus bolsillos, y claro, los siempre afortunados por nacer en cuna de oro.
Con pocos personajes relevantes, que como en toda gran obra son fácilmente transportables a nuestra realidad:
Quien no tiene una Darsy en su vida; una niña enamoradiza que solo ve la vida pasar ante sus ojos, despreocupada de todo pues su dinero le da esa vida.
Un Tom; grande, fuerte, símbolo de la virilidad, superior en todo y a todos, alguien que hace lo que quiere… solo porque así le place.
Claro, Gatsby; el eterno enamorado capaz de todo por esa luz en su cielo.
El dinero… sí, también ese último personaje, invisible pero que infiere en todos ellos de diferentes maneras.
Darsy se sabe perdida en el amor. Ahora está en una relación que la aburre y deja que todo fluya sin más resistencia. Tom, su esposo, la tiene como un premio más, un acceso a esa vida de riqueza que siempre se ha creído merecer. Goza de los placeres que eso le da, y aquellos que no consigue con Darsy, los busca en los arrabales de una gran ciudad, en el bullicio, los estratos bajos, donde puede dar rienda suelta a su instinto que la sociedad le frena, ¡estamos en los maravillosos años 20´s! Mientras que Gatsby es el gran misterio, el creador de infinitas fiestas, el nombre que más resuena acompañado de historias increíbles y otras francamente imposibles, una figura enigmática que derrocha sin miramientos, solo le importa algo; captar su atención, volverla a ver.
Es con el choque de estos tres personajes, más la sociedad y las buenas costumbres, que la historia comienza a tomar vigor. Los personajes son llevados a encrucijadas de su tiempo que, curiosamente, se siguen repitiendo en nuestros días: casarse con una buena pareja sociedad, vivir bajo las normas establecidas, aceptar el destino y no entender que este puede cambiar, dejar nuestras pasiones de lado y solo respirar para vivir.
Lo impresionante de la historia es que todo está narrado en poco menos de 200 páginas, en la edición que leí. Mensajes profundos, con una historia sencilla y clara, en un espacio muy reducido, pocos logran eso. Perfecta para aquellos que apenas se adentran a la lectura y sienten recelo de esos libros voluminosos.
3.- Lo bello y lo triste de Yasunari Kawabata.
Llegué al libro bajo el comentario “…sí, es el título perfecto para el libro, pues, al terminarlo me quedé con la sensación de ser lo más bello y lo más triste que he leído en la vida…”
En retrospectiva, a varios meses de su lectura, cada vez estoy más de acuerdo con ese comentario. Los Japoneses, tan inmersos en la espiritualidad, la profundidad de los sentimientos y el pensamientos, son capaces de plasmar todo ese entendimiento en una literatura que conmueve, saben tocar fibras sensibles y sacudirlas para despertar en el lector occidental aquello a lo que pocas veces nos enfrentamos: nuestro interior.
Oki Toshio con una edad avanzada, cerca del medio siglo, se ve llevado de manera irrefrenable a un viaje a Kioto, para cumplir una efímera necesidad. Al menos eso es lo que le hace creer a su familia, en realidad quiere reencontrarse con un viejo amor. Una simple necesidad de un amor no olvidado.
Ueno Otoko es quien motiva su viaje, una dulce joven en aquel pasado amoroso que compartió con Oki y que luego se convirtió en una afamada pintora al huir de la ciudad, de él.
Un viaje lleno de dudas y de sorpresas para un Oki que descubre que no todo salió como cabía esperar, es el inicio de una venganza, nuevos amores fugaces he imposibles, el repaso a un pasado que se creía enterrado y una serie de circunstancias que ponen de nuevo a prueba a la familia de Oki.
Mientras Oki no es capaz de definir que es amor, si lo que tiene en su hogar y que ha superado pruebas muy difíciles o esa extraña pasión de una relación nacida en el engaño a su esposa, de la cual él termina escribiendo un libro donde narrada, aunque pesimamente disfrazado, esa aventura. Su esposa no solo se siente engañada, es blanco fácil de la sociedad quien con el pasar de los años ha logrado desentrañar la historia detrás de la novela, sin embargo ella y su familia lograron superar las dificultades económicas gracias a esa novela, gracias a ese engaño.
Mientras que Ueno no se siente lista para reencontrarse con Oki. También sufrió y cree que ya lo ha superado en parte gracias a Sakami Keiko, aprendiz de pintora y compañera de vivienda de Ueno. Y es ella quien, bajo su peculiar visión del amor, decide emparejar el cruel destino y al mismo tiempo demostrar cuando ama a Ueno: maquinando un plan que involucra enamorar al hijo de Oki y hacerlo a él parte de su venganza.
La historia es tan sencilla y corta que 216 sobran para ello. Y no se malinterprete lo anterior como algo negativo. Kawabata logra ramificar una historia de amor en muchas variantes de ese sentimiento, dejando mucho espacio para dibujar un Japón lleno de paisajes hermosos, pacíficos, trascendentales. Con sus breves pausas para el arte; la literatura y la pintura.
Una lectura que amerita ser realizada con música japonesa se fondo, pues ayuda a sumergirse en el entorno y las elegantes descripciones de Kawabata. Sumado a que los japoneses también son expertos en hacer música que mueve, y acompañada de la lectura, es difícil no salir en busca de una espada y realizar el Harakiri por pura tristeza y desilusión al finalizar la lectura.
4.- Anna Karenina de Lev Tolstói.
Anna Karenina es un libro que tiene como centro el amor en su polifacética manera de ser interpretado y vivido. Sin embargo no cae dentro del género romántico ya que toca temas importantes como es la sociedad, economía, naturaleza humana e infinidad de temas, algunos con mayor o menor profundidad. Demostrando así la grandeza de Tolstoi.
Entre todas las parejas presentadas, y sus desventuras, nos plasman las diferentes “pasiones” vividas durante esa época y ese contexto geográfico; una Rusia comenzando a experimentar una libertad nueva que, como toda novedad, se bebe a grandes cantidades, y como con el alcohol, nos lleva a desastres inconcebibles hasta entonces.
Tenemos a los citadinos, viviendo la vida al máximo en banquetes, visitas a los teatros, bebiendo y amando. Lo anterior no únicamente con la pareja elegida por nuestros padres, o lo que la sociedad nos sugería, no: ella está gorda, cansada, desalineada después de tanto hijo traído a este mundo. ¿Cómo es posible que sigamos sintiendo algo por ella teniendo tanta vivacidad y lujuria en nosotros? O, dicho de otra manera ¿cómo resistirse a nuevas pieles, más suaves y jóvenes, siendo nosotros poderosos y con recursos y juventud?
¿Dónde queda la mujer? En su hogar, atendiendo la casa porque los hijos quedan de lado prácticamente desde el nacimiento, primero son arrojados a los brazos de una nodriza y después, conforme crecen, pasan a ser cuidado por una institutriz. Situación interesante y que Tolstoi también aborda, aunque ligeramente.
¿Qué pasa cuando se descubre engañada por el marido? La primera situación presentada en el libro se resuelve de manera sencilla; acudiendo al perdón religioso, al temor del desprestigio de una sociedad que ve mal a una mujer en esa “condición” y las funestas consecuencias que puedan traer a una mujer “divorciada”. Así que no queda de otra más que perdonar, confiar en el amor de la contraparte y entender, comprender que así son las cosas. Me suena, me suena…
Situaciones de amor platónico, amores infructuosos, desprecios o esos amores idílicos que soportan lo suficiente como para hacerse realidad, son abordadas desde ambas perspectivas. Mostrando la facilidad que se le presta al hombre sobre el desprestigio que cuelga, frágilmente, sobre la cabeza de una mujer de sociedad. Me suena, me suena…
Y tanto me suena porque parece que las cosas no cambian, las relaciones humanas parecen no haber cambiado mucho con el tiempo:
El primer encuentro y lo idílico en que lo podemos transformar.
La pasión desbordada y la lucha por alcanzar a ese ser que parece inalcanzable.
El choque de una nueva vida donde todo cambia; ya no soy yo, somos nosotros, y debemos reorganizar nuestro mundo para, ambos, vivir ahí.
La decadencia, porque eso es, decadencia del amor. Enfriamiento, baje de endorfinas o ajuste de personalidades, ese que siempre causa conflictos y la mayor destrucción posible en una pareja.
Las consecuencias de todo lo anterior; aquellos que no lo sobreviven y ajustan a una buena vida, versus aquellos que no lo soportan y van tras algo que despierta de nuevo su interés, y claro, las consecuencias, de nuevo, de esas decisiones; un reajuste, un miedo a que suceda lo hecho a otra persona. La búsqueda eterna, y a veces infructuosa de la felicidad.
Junto a Tolstoi, en los últimos capítulos del libro, luchamos por esa búsqueda, con el desenlace de la trama de todas las parejas ponemos en el aire esa pregunta trascendental ¿qué es, dónde está la felicidad?
5.- El azul es un color cálido de Julie Maroh
Aunque no una novela propiamente dicha, los caminos de la literatura y el querer contar buenas historias siempre se abren camino por cualquier medio. Los comics con un inicio infantilizado y plagado de súper humanos, han evolucionado con el paso del tiempo, tomando incluso a esos propios personajes para llevarlos a historias más humanas, oscuras y de fácil identificación con el lector y su vida diaria.
Un camino similar fue el tomado por la novela gráfica que busca contar fuertes historias apoyadas del entorno gráfico para así hacer más impactante su mensaje.
El azul es un color cálido es la historia que detonó todo lo escrito en esta nota, una historia que nos narra una historia de amor como cualquier otra, con la variante de que se trata de dos chicas; una de ella en pleno descubrimiento de esos “raros” sentimientos y emociones; la otra, ya avanzada en el mundo de las relaciones, la lleva de la mano en ese camino tortuoso y poco aceptado por la sociedad.
Como es de suponerse, los temas sociales, familiares, de amigos, son tratados aquí sin muchas palabras pero sí con muchas emociones. Los dibujos y las insinuaciones en la narración dejan a libertad del lector el poner las piezas del rompecabezas donde debería; nos muestra lo fuerte, lo impactante, aquello que atrapa nuestra atención y deja a nuestra imaginación las pequeñas variantes que llevaron a ese término.
Algo que siempre es de agradecer, pues el limitarse a narrarlo todo, aburré, y mucho. Y esos juegos de tentativas y sugerencias “por debajo de la mesa”, son complejos de lograr, conseguirlo no solo en texto sino en las ilustraciones genera un doble merito en la autora.
Lo que hace grandioso a este comic es no irse por el camino fácil; apostar por el morbo con dibujos o relatos sexuales, ¡qué los hay! Pero son colocados en el momento justo y de manera correcta, complementando muy bien el trabajo. Era inevitable mostrarlo y salió airosa del problema la autora.
Logrando así, no robar reflectores a los problemas emocionales de los adolescentes; lo compleja que puede parecer la vida en ese momento de juventud, lo que se siente natural pero va contra la norma, el descubrimiento de como lo que antes creíamos con convicción férrea, puede cambiar. Las cosas cambian, las personas cambian, todo cambia, la mentalidad también. Lo que ayer creíamos era “así”, mañana puede que no lo sea.
El gran problema de madurar.
Así que sí; el amor es un gran problema… y el espacio que tengo aquí también lo es, por ello acelero mi despedida dejando en el tintero platicarles sobre Romeo y Julieta, El amor en los tiempos del cólera, Como agua para chocolate, Flores en el ático y La isla de las tres sirenas.
Aunque si esta nota les gustó y quieren que escriba sobre esa, o alguna otra recomendación de su parte, con gusto podremos hacerla edición 2.0 de los temas del amor, no dejen de comunicarse conmigo.
Aunque tomé como base un “camión” que intenta, de manera tramposa, poner sobre la mesa temas que complican disfrutar del amor a aquellos que lo han encontrado de manera “diferente”, como he intentado demostrar, el amor se puede vivir de diferentes maneras; encasillarlo, definirlo o plantear una única manera de hacer las cosas siempre será considerado dictatorial y… no hay imperio que dure mil años. El mundo cambia, nosotros debemos cambiar con él.
Con la literatura aprendí que cuando me cueste trabajo decir o expresar algo que ronda mi cabeza, siempre puedo recurrir a alguien más sabio y usar sus palabras para hacerlo de una mejor manera que la propia, por ello me despido con el siguiente discurso final:
«El amor es algo demasiado abstracto e indefinido. Depende de lo que nosotros percibimos y vivimos. No existiría si no existiéramos. Y somos muy volubles…Así que el amor también puede serlo.
El amor se consume, nos desfallece, se rompe, nos rompe, se revive… nos revive. El amor no puede ser eterno, pero nos hace eternos…
El amor que hemos despertado continuará su camino más allá de nuestra muerte.»
Julie Maroh
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