¿A DÓNDE SE HAN IDO?
Autor: María Rocío Rentería Palafox
El otro día empecé a buscarlos,
los llamaba en su lenguaje,
con cantos, juegos y cuentos
entre la maleza del paisaje.
Mi grito se ahogó,
se resquebrajó como el cristal,
como el ruido mudo
del zumbar en el panal.
¿Dónde están los niños?
¿A dónde se han ido sus risas?
No, alguien que los cuide,
se mueren,
se esfuman como la paz
por arte de magia.
Ya basta,
se están extinguiendo
como especie sin remedio.
Antes jugaban y reían,
pero ahora habitan los campos floridos
para acabar con ellos,
para destruirlos.
Cubren todo,
como pequeños robots: idiotizados,
corroídos por una cultura
que no es la suya.
No tienen más Dios
que el que les impone una sociedad injusta.
¿Y los cuentos?
Perdieron su cordura,
su magia, su bondad.
¿Dónde están los niños?
No, nadie diga nada,
nadie sabe nada, ya lo sé,
porque a nadie le importa nada.
No voy a gritar una verdad tan evidente
ni voy a exigir que la busquen.
Porque la tienen tan cerca
como mirarlo en casa;
basta abrir los ojos,
están ahí,
los he visto en las calles,
los he visto robar
y ser robados de su infancia;
como pequeñas maquinas,
grabadoras estériles
que son el reflejo de ti,
de ti,
de él,
de todos.
Ellos no pidieron este presente
pero desfallecen en sus garras.
Traen metralla,
traen revolver y juegan a matar
como para beberse la muerte en un segundo.
No, no es posible,
los entregamos a la muerte,
a ese depredador vacío
que los come poco a poco,
una gota tras otra de su sangre
para podrir cada célula de su cerebro;
los exprime inyectando violencia
a través de sus ojos,
y se pierden
y se envuelven en ese laberinto del televisor.
¿Y los padres, dónde están?
¿Dónde están los maestros,
los dueños de la ciencia?
¿Dónde están todos?
Diminutos corderos que entregan a sus hijos.
¿Y los gobiernos?
Se olvidaron del compromiso del mañana,
abren sus puertas al mejor postor
sin importar qué entra o qué sale en esta tierra;
y se desgastan en lo único que interesa:
“la economía”,
tan falsa y tan desigual.
Yo no sé si es mejor pensar
que están dormidos
o creer en la loca idea extraterrestre.
No es mi idea,
es una de tantas
con las que los niños juegan.
Lloran lejos,
derraman sus llantos en los mares,
dejando sus pequeñas huellas
vacilantes en las playas de olas
y de espumas.
Es preciso encontrarlos,
rescatar sus sueños
que quedaron esparcidos
por los cielos.
Por favor,
nadie hable,
no respiren,
quizás estan cerca
que con sólo hablarles bastaría,
entrando silenciosos al recuerdo que dejaron,
a sus huellas.
¿Dónde,
dónde están los niños?
¿A dónde se han ido?
La autora forma parte del taller literario “El tintero de los amorosos” que se reúne todos los viernes en punto de las 5:00 de la tarde en La Biblioteca Pública Samartín.
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