Julio Alejandro Ríos Gutierrez | 25 de junio de 2023
Tepatitlán de Morelos.- Inspirados por las ideas de los hermanos Flores Magón y por lo tanto, opositores a Porfirio Díaz, “El Demócrata” de Tepatitlán fue un osado proyecto editorial de fugaz existencia, que encendió la chispa del periodismo en la Región de Los Altos Sur de Jalisco.
Más enfocado en opinar sobre los sucesos nacionales que en los locales, fue producido por un puñado de jóvenes soñadores. “El Demócrata” tuvo una historia breve, pero intensa, de 43 ejemplares, publicados entre 1905 y 1906.
Desde el inicio los problemas económicos fueron la constante, pero sus directivos intentaron sostener el periódico con dos estrategias: las suscripciones de sus lectores y el intercambio de contenidos en una red de colaboración con medios similares de todo el país. Estas redes colaborativas hoy son comunes en México, pero en aquella época estos primeros intentos se basaban en dos grandes pilares: el servicio postal y sobre todo el telégrafo, que permitía transmitir noticias prácticamente en tiempo real.
“El Demócrata” no era como los nuevos periódicos informativos que a inicio de Siglo XX prosperaban en la Ciudad de México, como El Universal, que se enfocaba a publicar noticias. El pequeño tabloide de Tepatitlán más bien era un remanente de la tradición decimonónica de aquella prensa ideologizada, más bien enfocada en el activismo y la propagación de ideas políticas, que en la información objetiva.
El número 1, publicado el 19 de febrero de 1905, presentaba en su primera página un impetuoso editorial en el que calificaban a su periódico como “un arrebato juvenil”, y se declaraban independientes.
“Escribiremos bajo el amparo de los nobles sentimientos que alientan nuestros corazones y escudados por los derechos que nos otorgan las sabias leyes que nos rigen. Si erramos, sí de continuo cometemos faltas, culpa será de la impotencia de nuestra pluma, más nunca de los buenos deseos que abrigamos, ni de nuestra voluntad por servir a la sociedad en que vivimos contribuyendo al progreso y engrandecimiento de Tepatitlán”.
¿Proyecto ecléctico o manojo de contradicciones?
Algunos de los ejemplares de “El Demócrata” de Tepatitlán están resguardados en las hemerotecas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco, de la Universidad de Guadalajara. Su caso, ha sido poco estudiado en la región, y es mencionado brevemente tanto en el libro «Semblanzas Históricas», del Dr José de Jesús González Martín, como en el volumen de Norberto Servín sobre el periodista Francisco de Paula
Quien se ha encargado de estudiar a “El Demócrata” de Tepatitlán con mayor afán, es la historiadora originaria de esta ciudad, Alejandra Carolina Díaz Gutiérrez, quien actualmente cursa el Doctorado en Estudios Hispánicos e Hispanoamericanos en la Universidad de Burdeos, Francia.
En su libro, “El Entusiasmo de los Inexpertos”, Alejandra Díaz califica la oposición política de este pequeño rotativo, como «ecléctica y a veces ingenua, sin un programa coherente», cercano a la doctrina social católica, pero también al liberalismo, lo cual parece contradictorio.
Su director era Francisco M. Fernández, que en esa época apenas tenía 22 años de edad y era socio de dos negocios: una imprenta y una farmacia. Su mano derecha era su hermano menor José Maria M. Fernández. Entre los redactores del periódico aparecen en el directorio, Rafael Robledo, José de Jesús Carrillo y Pascual Navarro. El tabloide se imprimía en la calle Hidalgo no. 7, contra esquina del Palacio Municipal y se publicaba cada domingo.
El ejemplar costaba un centavo y estaba registrado como artículo de segunda clase. La suscripción trimestral local era de 15 centavos y la foránea 37 centavos y el costo del anuncio clasificado era de un centavo. Además reportaban un tiraje de mil ejemplares.
“En Jalisco más del 90 por ciento de los periódicos publicados desde la aparición de la imprenta, fueron en Guadalajara. La primera imprenta llegó a Tepa, 350 años después que a la Ciudad de México y 100 años después que Guadalajara. La trajo Petronilo de la Torre, dueño del almacén La Ciudad de Londres. Posteriormente la vendió al médico Donaciano González, socio de Francisco Fernández en dos negocios: Farmacia Sagrado Corazón y Tipografía de González y Fernández”, relata Díaz Gutiérrez en la página 15 de su libro “El Entusiasmo de los Inexpertos”.
“El Demócrata” apareció en la etapa de transición a la modernidad en la que la tecnología del linotipo permitía mayores tirajes a bajo costo, además de que las vías férreas agilizaban el envío del correo y por ende, de periódicos, por lo cual la prensa en México comenzó a masificarse.
Sin embargo- agrega Díaz Gutiérrez- la aparición de este impreso fue un sueño y una excepcional rareza, en un municipio aislado, con una población mayormente analfabeta en el que el 83 por ciento de sus habitantes vivía en las rancherías y solo el 17 por ciento en la cabecera.
La ambiciosa idea de los fundadores de “El Demócrata”, consistía en que los lectores se suscribieran en distintos rincones del país y desde Tepatitlán, enviarles los ejemplares por correo. No obstante, el servicio postal en aquel tiempo era lento, y llegaban solo dos veces por semana a Tepatitlán. El pueblo no contaba con carreteras ni conexión al ferrocarril, y solo podía llegarse a través de fragosas brechas.
Nada de eso mermó en el entusiasmo de estos emprendedores periodísticos, quienes en las páginas de “El Demócrata” pintaban a su poblado de menos de 5 mil habitantes como si fuera un oasis en el desierto, una pequeña ciudad modernista en plena ruta hacia el progreso.
“No había coherencia entre la realidad rural del municipio y los temas urbanos del periódico. Sus denuncias estaban más enfocadas en exigir mejoras salariales para los obreros de las grandes ciudades que en voltear a ver a los campesinos de la región”, agrega la historiadora.
-¿Es “El Demócrata” el primer periódico en la historia de Tepatitlán?- se le pregunta a Alejandra Díaz en comunicación electrónica hasta Francia, donde ahora radica.
– “Sí, es el primero, porque fue la primera imprenta que llegó a Tepa, comprada por un particular, y que luego la vendió a Pancho María”, responde la doctorante.
La red de periódicos “magonistas”
Con el nombre de “El Demócrata”, abundaron periódicos en todo el país. La maestra Alejandra Díaz explica que se construyó una red de medios independientes que compartían correspondencia y contenidos, en la cual además del tabloide tepatitlense estaban los siguientes medios:
- El Despertador Michoacano, de Morelia
- Robespierre Perot, de Celaya
- El Iris, de Mocorito, Sinaloa
- El Insurrecto, de Rosario
- La Mujer Intelectual, de Xalapa
- El Cosmopolita, de Orizaba
También intercambiaban contenidos con “El Demócrata”, de Douglas, Arizona, editado por el Club Libertad de Lázaro Puente y Enrique Bermúdez miembro del Partido Liberal Mexicano. En ese club se leían en voz alta los incendiarios artículos de Flores Magón en vigorosas tertulias. Pero el esfuerzo anti porfirista duró muy poco, pues todos sus integrantes fueron arrestados.
El discurso de “El Demócrata” de Tepatitlán era absolutamente anti porfirista, algo audaz, tomando en cuenta el contexto nacional. En sus editoriales señalaban a los explotadores de la clase obrera, a los terratenientes y los dueños de las fábricas.
Una de las secciones favoritas de los lectores era la de los poemas, en la cual se intercambiaban versos de los periódicos mencionados. Uno de los poetas que dedicó varias de sus obras para publicarlas en “El Demócrata” de Tepa, fue Jesús Romero Flores, quien luego llegó a ser Senador por Michoacán y Rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Educadas plumas y un anhelo por la modernidad
Lo primero que salta a la vista en las páginas de “El Demócrata”, es la ilustrada pluma de sus colaboradores y su anhelo de que Tepatitlán llegara la modernidad. Los autores suspiraban para que su pequeño pueblo fuera como Madrid, Londres o París, aunque ni siquiera hubiera energía eléctrica.
Por ejemplo, Francisco Fernández, escribió alguna vez:
«Pese a que Tepatitlan se encuentra aislado de los grandes centros mercantiles e industriales, sus transacciones comerciales aumentan cada día notablemente a la vez que su industria avanza en la senda del florecimiento».
En esa época, no existía el concepto de lo “alteño” como factor de identidad, que después del conflicto cristero sería impuesto como arquetipo en la región. Por ello se comprende que los periodistas de “El Demócrata” se asumían más como ciudadanos del mundo y preferían citar a pensadores como Platón, Socrates, Demóstenes, Cicerón, Spinosa, Cervantes, Newton, Víctor Hugo, Walter Scott, Savonarola.
Los periodistas de este periódico tepatitlense se declararon como seguidores de la Opera Italiana, la Zarzuela Española y la poesía modernista de Rubén Darío y Gustavo Adolfo Becquer. Esa forma de escribir era la moda de la época, ya que irrumpió para desbancar a la poesía romántica del siglo XIX. Estos periodistas tepatitlenses se decían cosmopolitas, aunque nunca viajaron a otros países.
Respecto a su pluma elegante, basta mirar a la sección de noticias, firmada por un autor identificado solamente con el pseudónimo “Marks”, que el 19 de marzo de 1905 informaba:
«Han vuelto ya las pardas golondrinas y marzo, que en días pasados se le veía mustio y lloroso, en estos últimos días se nos ha estado presentando con atavíos de verdadera riqueza y esplendor. Quizá para dar la bienvenida a las parleras huéspedes inmortalizadas por Becquer y con las que probablemente piensa acompañarse para recibir a la hermosa Primavera, de quien han sido siempre el tierno y amoroso Heraldo».
Y como no pasaba nada en Tepa, los autores se las arreglaban para informar algo:
«Los días martes y miércoles pasaron sin que nada de llamar la atención haya acontecido, y si hacemos caso omiso de la serenata del jueves, resultará que en nada difiere éste, de aquellos días. La misma majestad del amanecer, la misma tibia y voluptuosa temperatura de las horas de la siesta y la misma nostalgia melancólica del atardecer. Del viernes y el sábado no puedo decir nada porque me la pasé soñando con la morena de crencha breña».
Otro de los asuntos que interesaron a “El Demócrata” eran los recitales de la Banda Municipal. Solían anticipar los programas con las piezas que interpretarían cada jueves por la tarde y alguna vez se quejaron de la «profanación» del himno nacional por una mala interpretación.
Dedicaron seguimiento a la renuncia del director de esa Banda Muncipal, Trinidad García, quien terminó siendo sustituido por el profesor Melquiades Franco. Lo que se publicaba en el periódico, en las pocas ocasiones que se ocuparon de noticias locales, tenía repercusiones en la opinión pública y le importaba a la clase política, pues Pablo Gutiérrez, director político del municipio replicó en una sesión de cabildo que fueron los músicos quienes se rehusaron a trabajar con García.
Entre los anunciantes de “El Demócrata”, estaban la «Farmacia del Sagrado Corazón, «Tipografía González», «La Gran Cantina», «La Gran Sastrería» y la venta de máquinas de coser Singer, con el agente Jesús Carrillo, colaborador del periódico y «La Barata», de Don Lucas González Rubio.
El final de una historia
La breve historia de “El Demócrata” no estuvo exenta de periplos, pues la publicación del periódico sufrió varias interrupciones, tal y como se consigna en el número 41 del 7 de enero de 1906.
«Después de una breve interrupción en nuestros trabajos motivada por las dificultades insuperables para nosotros debido a los escasos medios que como toda prensa independiente solo obtenemos con el favor de nuestros lectores, reanudamos hoy nuestras insignificantes páginas».
Al igual que ocurre en la actualidad con algunos medios de comunicación en Tepatitlán y ciudades medias, sus periodistas se dedican la mayor parte del tiempo a otra actividad profesional que les dé el sustento y a veces, sacar de su bolsillo para mantener su sueño.
Y es que si algo tienen los periodistas, es que sienten que están destinados a ser protagonistas de la historia, personajes destinados a la trascendencia y en “El Demócrata”, esa sana vanidad iba más allá: Se sentían periodistas nacionales y no solo locales: «Somos los últimos gladiadores en la falange del periodismo nacional», llegaron a escribir en sus editoriales.
El arrojo y la seguridad en sí mismos no fue suficiente. Poco a poco la aventura editorial se convirtió en una insostenible pérdida de dinero. Finalmente Manuel Fernández tuvo que vender su taller tipográfico a Jesús González Rubio, quien en 1910 publicaría junto a Francisco María de Paula Villalobos, un nuevo periódico tepatitlense: “El Porvenir de Jalisco”, tal y como lo documenta el doctor José de Jesús González Martín en su libro «Tepatitlán, Episodios Históricos».
Por cierto, según el trabajo de investigación del cronista Norberto Servín González, director del Museo de la Ciudad de Tepatitlán, “Pancho” María seguiría publicando diversos periódicos hasta la década de los años 30.
Del destino de los creadores de “El Demócrata” se sabe poco. Francisco Fernández se convirtió en empleado de rentas del ayuntamiento hasta 1916 y llegó a ser alcalde interino de Tepa durante seis meses de 1921. Luego migró a Guadalajara para trabajar como administrativo en la fábrica textil La Experiencia, para terminar su vida suspirando por aquellos días en que cumplió su sueño de ser periodista.
Los textos “El Demócrata” estuvieron marcados por la elocuencia barroca de los predicadores, por la retórica política, la fascinación por la modernidad y el idealismo juvenil que, como diría Ortega y Gasett, actúa sin titubeos como resorte de las transformaciones.
En una época en la que aún no existía el concepto de lo “alteño”, como factor de identidad, en los periodistas de “El Demócrata” se refleja “una aspiración por un Tepa universal, cosmopolita y un elevado sentimiento de patriotismo, un compromiso social y político y también una nostalgia y contemplación de lo cotidiano. Una aspiración que no pasó de un intento idealista sin futuro”, concluye la investigadora Alejandra Díaz
Dicho así, pareciera un final amargo. Pero los creadores de “El Demócrata” deben estar muy contentos y orgullosos, donde quiera que se encuentren, no solo porque un siglo después su ciudad haya alcanzado esa modernidad suspirada, sino de que se esté escribiendo sobre ellos y se les reconozca como pioneros del periodismo en Tepatitlán y la Región de Los Altos Sur, con lo cual han cumplido su legítima aspiración de trascender en el tiempo.
Su “arrebato juvenil”, tal y como lo definieron los hermanos Fernández, prendió la llama del periodismo en Tepatitlán, por la cual, otros soñadores y soñadoras han luchado apasionadamente para mantenerla encendida, como homenaje involuntario a su imborrable legado.
Julio Alejandro Ríos Gutierrez es director de este portal, así como Profesor de la Universidad de Guadalajara.