Staff Kiosco Informativo | @KioscoInfo | 17 de enero de 2019
Corazón de la vida religiosa, social e incluso cultural y económica del Barrio Alto de Tepatitlán, la parroquia de Sagrada Familia ha sido factor de unión para los habitantes de esta zona de la ciudad.
En torno a la Sagrada Familia, se celebran momentos de gran satisfacción para las familias como las primeras comuniones, bodas o bautizos de seres queridos.
Pero no sólo es el renglón religioso. En las inmediaciones de la parroquia se generó uno de los polos económicos de la ciudad. Todo en uno de los barrios más bonitos, con un camellón de palmeras y flores, y unos portales con pilares de cantera.
Precisamente en los portales se instalaron negocios de diversos giros que vigorizaron la vida económica del barrio, al grado que ya no se necesitaba ir hasta el centro de la ciudad para adquirir los artículos más necesarios.
Cada domingo, se instalaba un pequeño tianguis en los portales, aprovechando la afluencia de quienes iban a las misas en la Parroquia de la Sagrada Familia.
¿Cuántos no compraron chanclas de pana, garbancitos, o luchadores tiesos con Chabelo el de los juguetes?, ¿O gorditas de maíz? ¿O cuántos no cenaron tacos de chanfaina o churros azucarados?
También el barrio alto se convirtió en un polo educativo. La Primaria 5 de Mayo, en sus dos turnos, siempre ha sido una de las escuelas con más alumnos. También está el kinder, precisamente junto al templo. A todo eso se sumó la llegada de la Preparatoria Regional de Tepatitlán de la Universidad de Guadalajara, que con la presencia de los alumnos y profesores también aportó a la vida económica del barrio por el movimiento que representa la demanda de alimentos o productos de papelería.
Y en todo esto, el verdadero corazón es y siempre ha sido, la Parroquia de la Sagrada Familia que aglutina a casi 6 mil hogares de diversas colonias, como lo veremos más adelante.
UN POCO DE HISTORIA
Durante casi durante casi 300 años, Tepa solo contaba con una parroquia: la de San Francisco de Asís. Pero llegó un punto en que la población creció tanto que ya no había capacidad para atender la demanda de sacramentos y servicios religiosos.
Gracias a la inquietud del arzobispo de Guadalajara, José Salazar López, la parroquia de la Sagrada Familia nació el 19 de mayo del 1971.
Originalmente, sus límites eclesiásticos se dibujaban desde las faldas del Cerro Pelón en Pegueros, hasta la calle 20 de noviembre en Tepatitlán, con alcance también en la Capilla de Milpillas y en la parroquia de Zapotlanejo.
A finales del mes de enero es cuando está Parroquia celebra sus fiestas patronales, por lo cual, ya se preparan para ello.
MÚSICA, BAILE Y ESTRENOS DE ROPA: AQUELLAS VISITAS DEL SEÑOR DE LA MISERICORDIA
Esa fecha se extraña, pues los vecinos del Barrio Alto se organizaban para presentar una estación del Vía Crucis en cada cuadra. A diferencia de quienes vivían en el centro de la ciudad, cuyo día fuerte de Tepabril era el 27, en esta zona de la ciudad el día 28 de abril era cuando todos estrenaban ropa y se echaba la casa por la ventana para halagar a la visita.Los vecinos cerraban las calles con sus propios vehículos solo por esa noche. Cuando terminaba el castillo y la imagen era albergada en la parroquia, ya de noche, se acostumbraba contratar la banda para zapatear en el pavimento alegremente y brindar con un tequila con los primos llegados de Estados Unidos o Guadalajara. En los buenos viejos tiempos, de ahí algunos se pasaban a las terrazas, mejor conocidas como las Klosters, donde los que tenían garganta de aluminio podían «amanecérsela».
Al siguiente día, el 29, las niñas con su vestidito nuevo, los niños con pantalón de mezclilla recién estrenado, las mamás con rosario en mano y los padres, algunos con la frente agrietada y los ojos todavía enrojecidos producto de la buena charla y los tragos de la madrugada previa, salían a despedir al «encueradito».
Los vecinos sacaban las sillas de hule a la banqueta. Los más afortunados eran quienes tenían balcón por donde pasaba el Señor de la Misericordia y podían verlo desde la comodidad de su hogar. Eso sí. Todas las casas estaban adornadas con lo que se conocía coloquialmente como «composturas».
Aquellos buenos momentos para los vecinos del Barrio Alto se esfumaron cuando cambió el itinerario del Señor de la Misericordia. Ahora la imagen solo pasa fugazmente, y la parafernalia alrededor de la visita dejó de tener sentido, dejando un hueco en el corazón de los vecinos.
Pero lo que no ha cambiado es el papel de la Parroquia de la Sagrada Familia, como factor de unión e identidad social entre la comunidad de El Barrio Alto.
Y sobre todo quienes son del polígono ubicado entre la calle Vallarta y la González Hermosillo, de forma horizontal; y las calles Moctezuma hasta Ávila Camacho, siempre presumirán orgullosos con la frase: «Yo soy de la Sagrada».