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Rodrigo González Castellanos, artista de Tepatitlán, Foto: Víctor Rivera

Con Tepa en el arte | ESPECIAL

Víctor Rivera | @Victor_Rivera_S | 10 de febrero de 2017

Por fin se hace un silencio breve, en la plática que desarrolla el artista tepatitlense Rodrigo González Castellanos, mientras trata de explicar a qué huele un cerdo. La naturaleza de buen conversador que lleva arraigada en el habla lo traiciona y trata de contextualizar un poco: “cuando estaba en la secundaria, los domingos, curaba cerdos – me dice con la confianza de un viejo conocido – resultó que mi chamarra que tenía en ese tiempo se impregnó del olor a cerdo y esa la llevaba al colegio. Un lunes mis compañeros no aguantaban el aroma y me hicieron guardar la chamarra en la mochila. Cuando recordé esa anécdota supe que el olor a cerdo era un elemento importante…”.

Rodrigo González Castellanos es el tipo de persona que parece que hace miles de cosas a la vez, pero en realidad, sólo está haciendo una. Así fue desde siempre. Aun cuando ayudaba a su padre en el rancho, con las borregas, o los cerdos, lo único que en realidad estaba haciendo, era forjar en su persona a un artista. Y la vida lo sigue tratando de la misma forma. Aunque él dice que ha dejado de lado su carrera como arquitecto, para dedicarse al arte contemporáneo, en sus piezas lleva arquitectura, en la arquitectura, lleva el arte contemporáneo, y en todas aparece la espontaneidad de su “pueblo”: Tepatitlán de Morelos.

​“Me han dicho que mis piezas de arte son muy sinceras. Es que esa sinceridad es muy auténtica de mí. De donde vengo. Es como espontaneidad. Mis piezas son muy espontáneas”, comenta a mitad del cuarto, que los próximos seis meses, fungirá como su estudio, donde la misión principal, es seguir creando, con Tepa, en la mente.

​“¿A qué huele un cerdo?”, insisto con la pregunta. Rodrigo, con una mueca de sonrisa, a la vez de duda, vacila un poco. Conoce a la perfección la respuesta, pero es difícil explicarla a quien no domina su contexto. Por fin cae de la ligera reflexión y me dice: “El organismo del cerdo es muy parecido al del ser humano. Se dice que un humano cuando muere apesta, el cerdo apesta menos. Los cerdos conservan amoniaco. Su orina es muy fuerte, así como el excremento. La transpiración de su piel los hace ser como una bomba de olor. Ese olor es a estiércol. Por eso hay una frase en los pueblos que dice que si hueles a cerdo, hueles a dinero. Porque hace muchos años tener cerdos era sinónimo de eso. Pero el olor a cerdo hace que la gente hulla de tan fuerte que es”. ​

El artista de Tepatitlán muestra una de sus primeras piezas Foto: Víctor Rivera

Una de las primeras piezas que Rodrigo expuso se titula Cuadro. Es un ingenioso juego, con un telar que se quedó durante días en una granja de cerdos y se impregnó del peculiar aroma.

Para concretizar la experiencia, Rodrigo le añadió un marco, con una suerte de ventanal, que, al cerrar, se obstruye el aroma; mientras que, al abrir, se libera el olor a cerdo. Junto a éste, papalotes en forma de armas de fuego y una mesa que es un currículum de vida, se expusieron en el Museo de la Ciudad de Tepa, entre el 2013 y el 2015. Éstas serían sus primeras muestras.

​En diciembre pasado, el trabajo de Rodrigo viajó a Miami, a la feria de arte contemporáneo Art Basel, con un colectivo denominado Indocumentados, quienes buscan, llevar a eventos, donde se congregan coleccionistas de arte, piezas de autores reconocidos y emergentes, de México y Latinoamérica. Este mismo evento se realizó la semana pasada en Guadalajara, donde obras creadas por Rodrigo estuvieron presentes.

A lo largo de la conversación, su apego por la región de Los Altos sale constantemente a relucir. Habla de sus proyectos actuales y de los que, poco a poco, le han dado un espacio, en el mundo del arte.

Rodrígo en su estudio Foto: Víctor Rivera

¿En qué momento sabes que quieres dedicarte al arte?

Esta onda del arte, es una espinita que tengo desde niño. Todo el mundo tiene su espinita desde niño. Me gustaba dibujar y todo eso, pero según yo, era muy malo dibujando, hasta tenía un diario muy fatalista sobre eso. En la granja yo hacía murales con el crayón de los cerdos. Ya estando en la carrera tomo clases muy orientadas al arte y a la creación. Desde que yo llegué a la clase de Historia del arte contemporáneo, mi mundo se abrió.

Cuando inicias de cero, como tú, ¿cómo se consiguen los espacios?

Por medio de correos y relaciones. En el arte contemporáneo, la mitad de la chamba son relaciones y la otra mitad, es tu trabajo y talento. Es muy importante hacerte amigo del curador, del encargado del museo, del coleccionista, del comprador y lo otro es tu trabajo de creador.

¿Hasta cuándo se deja de ser artista emergente?

El ser “artista emergente” es un adjetivo o una pregunta muy ambigua, porqué uno mismo se dice, “¿Hasta qué punto eres emergente?”. Es una ambigüedad muy grande, porque muchos pueden decir que son consolidados, porque tienen exposición en museos y otros se pueden decir consolidados porque venden en galería, pero hay artistas que están en galería, pero jamás están en museo y otros que están a la inversa. Y es donde llega esa pregunta, en qué momento uno deja de ser emergente, para ser consolidado… Jorge Méndez Blake es un excelente ejemplo. Para mí es un artista consolidado. Hace dos años que lo visité, él me dijo que era emergente y eso que él trabaja en 3 galerías nacionales e internacionales . También ha exhibido en museos nacionales e internacionales y sigue pensándose emergente. Entonces, imagínate, yo soy inicial…

Aunque tengas casi 10 años de vivir en Guadalajara ¿Tepa está siempre en tu trabajo como creador?

Tepa y mi infancia en el campo, está presente en mi trabajo artístico. El trabajo de mi padre, el contacto con lo natural, lo espontáneo. Es que Tepa es la capital del mundo. Llegar a Tepa es llegar a casa, la calle es la antesala de tu casa, cuando estás en Tepa.

Cuando terminas una pieza, ¿Piensas en cierto tipo de espectador o cierto perfil de quien se interese en tu trabajo?

Mis piezas son pensadas en todos. No hago arte para públicos selectos. Yo quisiera que las pudieran apreciar, desde un niño de 5 años, hasta una persona de 90. Hay muchos artistas contemporáneos que dicen que se esfuercen las personas para darle una lectura a las piezas. A mí punto de vista, eso es muy arrogante y termina por rosar el egoísmo… Por ejemplo, creo que muchos artistas han propiciado que el concepto de arte contemporáneo no se entienda entre la mayor parte de la sociedad. El mundo del arte es bien celoso y cerrado. Sólo entre artistas se entienden… Hay lugares donde lo que se muestra es arte para artistas, no para todo el público. En los centros comerciales, no hay arte, los espacios donde hay arte, son sólo para artistas, no está abierto para el público general.

Rodrigo González Castellanos, presume siempre ser de Tepatitlán, Foto: Víctor Rivera

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