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Julio Ríos| @julio_rios | 29 de septiembre de 2017
Comenzaron los jaloneos en la cámara de diputados, para discutir la ruta jurídica y la posible reforma constitucional para reducir o incluso eliminar al 100 % -lo que parece ser lo más sensato- el financiamiento público a los partidos políticos.
Ante ello, conviene exponer varias preguntas:
¿Qué esto es demagogia?
Por supuesto que lo es. ¡Pero que vengan más demagogias de este tipo! Habiendo necesidades más urgentes –antes y sobre todo después del sismo- es una insensatez darnos el lujo de mantener a partidos políticos de primer mundo, mientras cuatro de cada diez escuelas ni siquiera tienen drenaje o casi el 30 % no tienen ni agua ni sanitarios, (según el Cemabe de la SEP), o en el que 40 % de las personas no tiene acceso a la salud (de acuerdo con un reporte de la Comisión de Desarrollo Social del Senado), o en el que casi el 44 % de los mexicanos (53 y medio millones, reporta el Coneval) viven en la pobreza.
Y si me apura, ni siquiera es demagogia, porque si nos vamos a la doctrina política liberal más básica, según la cual el poder reside en el pueblo, es nuestro derecho decidir lo que se hace con NUESTRO dinero y si ya no queremos que esté en manos de los partidos, pues que no sea así. Es lo justo.
¿Cómo se van a mantener los partidos?
Esa misma duda debería preocuparles a los políticos, pero respecto a 6 millones de personas que sobreviven con menos de 65 pesos al día. Pero como a ellos parece no importarles, tampoco a los ciudadanos debería preocuparnos. Aunque ellos tienen militantes para que les aporten cuotas. A las familias mexicanas, nadie les da la mano.
Si los políticos son indolentes con nosotros, también nosotros debemos pagarles con esa misma moneda del desprecio histórico. De nuevo, es lo justo.
¿Que es hipocresía de los partidos?
Por supuesto que lo es. Porque en otros momentos, han tenido la oportunidad de recortar el dinero que reciben y no lo han hecho. Han sido esquivos y se aferran a la actual fórmula, que es perversa, porque votes o no votes por ellos, siguen cobrando. Su financiamiento se calcula en base al padrón electoral y no a los votos obtenidos, por lo cual, si usted tramita la credencial de elector –forzosa para cualquier trámite- ya está avalando la entrega de recursos para los partidos.
Pero aunque sea hipocresía ahora es cuando tenemos que tomarles la palabra y presionarlos para que cumplan y no encuentren otro pretexto en los próximos días.
¿Esto abre la puerta a dinero sucio?
Esa puerta siempre ha estado abierta. En los años 90 ese fue el pretexto para darles toneladas de dinero público. Y aunque ya no pagan por spots en radio y televisión (ahorrando 70 % de lo que gastaban), eso no evitó que siguieran recibiendo más y más. No tienen llenadera. Rebasan los topes de campaña, con dinero de la iniciativa privada o de negocios ilícitos. Todo ante una fiscalización simulada por parte de organismos electorales.
¿Que no se puede hacer una campaña sin dinero?
Por supuesto que se puede y más aún en tiempos de redes sociales. Que ya no haya mítines, ni regalo de cachuchas, camisetas, tortas aplastadas y frutsis. Que todo sea con debates y spots en tiempos oficiales asignados por el Instituto Nacional Electoral y listo. Y que las campañas sean cortas, de un solo mes. ¿Para qué queremos más?
¿Que estoy loco?
También eso puede ser cierto. Pero si reflexionan profundamente, dentro de su ser, saben que todo lo aquí expuesto, es lo más sensato.
Así de sencillo.
*Este texto de Julio Ríos apareció publicado originalmente en SDP Noticias: ¿Demagogia eliminar financiamiento a partidos políticos? y es reproducido en Kiosco Informativo con pleno consentimiento del autor.
*Aquí la petición ante Change.org en la que se solicita que se elimine el presupuesto público a los partidos políticos y que este sea donado a las ciudades afectadas con el sismo del pasado 19 de septiembre.
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