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Julio Ríos | @julio_rios | 05 de junio de 2017
Si con los resultados de este domingo la izquierda mexicana no entiende que su enemigo está afuera, entonces yo no se con qué van a entender.
El triunfo (cuestionado, por cierto) del PRI en el Estado de México, y en Coahuila, dejan en claro que con la maquinaria tricolor y con el catálogo de marrullerías que tienen bajo la manga, ni Morena ni ningún partido se puede dar el lujo de dar absolutamente ningún tipo de ventaja a este partido.
Es cierto que Morena creció como no se había visto nunca en la historia con un partido de reciente creación y hasta hirió de muerte al PRI. Pero en las circunstancias complicadas del 2018, la única manera de no dar margen de maniobra al fraude, a la manipulación de cifras o a la compra de votos, es que la ventaja sea más que amplia. Que sea contundente.
Basta con que Morena y el PRD se unan (junto a PT y MC, porque todo suma), para vencer al tricolor. No necesitan al PAN, para nada. Con ellos, creo que, bastaría y sobraría.
Sin embargo, como bien dijo Enrique Toussaint en uno de sus twitts, la mezquindad no los deja ver más allá. No se dan cuenta que el enemigo es el PRI, pero parece que entre ellos se ven como los peores rivales.
¿Qué fue una elección de Estado? Ya lo han dicho varios analistas. Por ejemplo, Raymundo Riva Palacio revela en su columna que el presidente Peña Nieto desplegó a todos sus secretarios en los municipios clave de la entidad y hasta movilizaron beneficiarios de los programas sociales.
En base a conteos de salida –relata el columnista- el PRI fue dosificando y haciendo ajustes para inclinar la balanza. La compra del voto, comenzó cotizándose en 2 mil 500 pesos y al cierre de la jornada concluyó en 4 mil pesitos.
Y a eso se le suma la prisa inusitada del instituto Electoral del Estado de México por declarar el triunfo del PRI, en base a un conteo rápido que incluía únicamente el 10 % de las casillas. Esto, ocurrió precisamente cuando la candidata de Morena, Delfina Gómez, encabezaba el PREP.
En otras ocasiones los institutos electorales pregonan que cuando existen resultados tan cerrados hay que irse con cautela y esperar a que haya cifras definitivas, con el cómputo al cien por ciento. Hoy se fueron contra esa regla no escrita, insistimos, con urgencia inusitada.
Por eso, para evitar las elecciones de Estado, qué mejor antídoto que una verdadera alianza de izquierdas. Si lo que lo impidió fue la terquedad de Andrés Manuel López Obrador, o si el PRD prefirió hacerle la chamba al PRI, seguirá siendo el tema de discusión en las mesas de café por varios meses.
Pero la única realidad es que si con esto que ocurrió no les queda clara la lección, entonces yo no se con qué.
