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Julio Ríos | @julio_rios | 25 de mayo de 2017
Es cierto que quitarle el dinero público a los partidos políticos no soluciona ninguno de los problemas del país, ni de Jalisco. Sin embargo, es un acto de justicia.
No es posible que mientras la mayoría de los mexicanos batalla para sobrevivir en el día a día, las cúpulas doradas de los partidos disfruten de múltiples canonjías. No es lógico tanta pobreza en la gente y tanta riqueza en la clase política.
El tema está al rojo vivo porque se discute el tema en el Congreso de Jalisco y ha generado un intercambio de dimes y diretes entre diputados y presidentes de partidos respecto a la validez o ilegalidad de la propuesta.
Es verdad que no se puede borrar de un plumazo la figura del financiamiento público a los partidos. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos lo prohíbe. Y aunque deja en libertad a los Estados para que apliquen las fórmulas que consideren prudentes para calcular el recurso que reciben, la Ley General de Partidos Políticos señala un conjunto de actividades que deben realizar estos entes.
Entre ellas, están el fomento de la cultura cívica, alentar la participación política de la mujer o de los jóvenes, entre otras, que sabemos, ningún partido cumple. O si acaso, simulan cumplir.
Cualquier partido político podría argumentar ante Tribunales que presupuestarle a los partidos un peso – como propone el gobernador de Jalisco Aristóteles Sandoval- es insuficiente para cumplir esas tareas sustantivas (las cuáles, perdón que insista, de todos modos no cumplen). Con ese argumento los partidos ganarían cualquier impugnación ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
La ley no lo permite. Es cierto. Sin embargo, este no es un problema de legalidad. Sino de voluntad política.
El problema se acabaría de una forma muy sencilla: si los partidos acatan la reforma sin que presenten ninguna impugnación. Y aceptan, de facto, no tomar más dinero público.
No creo que un ciudadano en sus cabales combata jurídicamente la propuesta de arrebatarle dinero público a los partidos. Y si los partidos lo hacen,si impugnan, simplemente mostrarán su verdadero rostro.
Soy de los que creen que los partidos deben sostenerse con pura aportación de sus militantes. No tienen ya porqué costarnos en pleno siglo XXI.
Que se rasquen con sus uñas como lo hacen todos los ciudadanos. Porque insisto: para la justicia todos deberían ser iguales y no debería haber ciudadanos de segunda y ciudadanos de primera que estiren la mano para que les den dinero público.
