Julio Ríos | @julio_rios | 26 de marzo de 2017
A veces el exceso de talento es contraproducente. Pocas bandas han grabado uno de los mejores discos para sepultarlo ellos mismos al grabar el siguiente. Eso pasó con Radiohead, que regaló al mundo una de las mejores obras de los años 90, pero ellos mismos, se encargaron de destruirlo al presentar otros lanzamientos de mayor repercusión artística y comercial. Por lo cual, “The Bends”, el disco que hoy nos ocupa, es injustamente ignorado.
Aún desprovistos de su aura de maestros, pero ya sin la inocencia de sus primeros días, Thom Yorke y compañía parieron en 1995 “The Bends”; uno de los mejores discos de los años 90, que sienta las bases del monstruo en que se convertiría años después.
Su primer disco, “Pablo´s Honey” fue más una colección de demos y canciones de sus primeras rodadas en los clubes británicos. Algo así como “The Best Of”, pero de la época en que eran underground. Por eso el resultado es muy heterogéneo, muy suelto, y los estilos de composición se notan muy distintos en varios pasajes del disco. “Creep” fue entonces el éxito que los catapultó a la fama, pero que los integrantes del grupo detestan con toda el alma y por lo tanto, es rarísima la vez que la tocan en vivo. Seguro que al lector le agrada la rola de “Creep”. Solo advertimos que si un día se encuentran a Yorke, ni se la mencionen, porque seguro les mete un puñetazo.
La obra maestra de Radiohead es y seguirá siendo “OK Computer” (que según la revista Rolling Stone es el cuarto mejor disco de la historia). Pero “The Bends” ya alcanza a mostrar esas pinceladas de genialidad de Thom Yorke y compañía: Johnny Greenwood en la guitarra, Colin Greenwood, en el bajo, Ed O´brien en la otra guitarra y Phil Selway en la batería, fue el combo que grabó esta joya de 1995 (uno de los mejores años en cuanto a producción de obras musicales se refiere).
Lo atractivo de The Bends es que en este disco se experimenta mucho. Cualquier otra banda del mundo hubiera anhelado componer esta colección de rolas. Y en este larga duración aún se mantiene el espíritu de pop británico que tan amable es para los oídos refinados.
Guitarras sombrías, virtuosismo en la parte vocal, y letras que parecen haber sido escritas por un maniaco depresivo en la esquina de un cuarto oscuro, muestran ya desde entonces a una banda que empezaba a asomar la cabeza entre las nubes de ese paraíso que le estaba destinado y que comparten con los grandes artistas de la historia del rock.
El disco empieza con la etérea y atmosférica “Planet Telex”, que para ser sinceros es el corte más flojo de esta placa. No se por qué eligieron esa pieza tan melódicamente débil en el arranque de este material. Aparece luego el tema que da nombre al disco, “The Bends”, el cual es una canción más rítmica con algunos riffs interesantes. Hasta aquí nada del otro mundo.
Es en el tercer corte donde el álbum empieza a crecer. “High And Dry”, con su guitarra acústica y una batería impecablemente grabada, fue el primer sencillo de este disco. La voz de Thom Yorke es tierna y en el coro interpreta un falsete técnicamente envidiable. Gracias a este sencillo, el escucha aguanta haber escuchado los dos primeros cortes tan enrevesados. A partir de ahí, viene la apoteosis.
Viene luego el que personalmente es mi tema favorito: “Fake Plastic Trees”. La interpretación simplemente eriza la piel. El juego de matices en la voz, con falsetes y una modulación tierna y al mismo tiempo aplastada emocionalmente, son acompañadas de una sencilla guitarra acústica y discretos arreglos de cuerdas (un chelo, un violín y una viola, para ser precisos). La letra es digna de analizar y desgarradoramente deprimente (como la mayoría de la música de Radiohead) .
Pocos lo saben, porque casi nadie suele analizar las letras, ni investigan al respecto. Este tema, habla de un centro comercial británico en Londres que existió en la vida real. Se llamaba Canary Wahrf. Con la caída de la bolsa en los años 90, y la demoledora crisis económica que azotó se país, el complejo quebró, dejando a cientos de londinenses en la calle. El nombre de la rola viene porque el paisaje de la zona había sido decorado con árboles artificiales de plástico.
Poco a poco se incorporan el bajo, el órgano y la batería, de modo que la canción crece hasta convertirse en un remolino de agujas que se encajan en el alma. Refleja el espíritu decadente de la generación X. No por nada, los que estaban en el estudio cuentan que Thom Yorke grabó el tema en una sola toma, y al finalizar, se tiró al suelo llorando, despedazado. Vale la pena escuchar “Fake Plastic Trees”.
“Bones”, en cambio, es un tema divertido con letra punzante pero con una estructura muy sencilla. El bajo luce mucho con ese ritmo para mover la cabeza hacia los lados.
Después aparece otra canción desgarradora y deprimente: “Nice Dream”, que pareciera interpretado por el perdedor más grande del mundo que comparte sus más profundos anhelos, aquellos que para cualquier persona son comunes, pero que para un fracasado son inalcanzables: como el hecho de que tu madre te abrace o una chica te quiera o puedas regalarle una flor a alguien. Insisto, es una canción muy dolorosa.
Luego viene “Just”, que fue el tercer sencillo de este disco. Esta rola es súper potente. Inicia con una guitarra acústica que se mezcla promiscuamente con energéticos riffs. En los versos, el ritmo es un medio tiempo solo con la voz, donde la batería y el bajo solo son cómplices. En los coros aparece la potencia de la guitarra eléctrica y la voz alta. Una fórmula muy gastada en los años 90´s pero que en este caso sí luce fresca y genial. Mención aparte merece el videoclip de esta canción. Uno de los mejores de la década antepasada. Cien por ciento recomendable.
“My Iron Lung” es un tema de sus primeros tiempos, que incluso fue incluido en un Ep de 1994, con el mismo título pero en este álbum fue grabado con mejor resultado y más tecnología. Es un regalo para los fans.
Luego sigue “Bullet Proof I wish i was”, también de gran manufactura. Es un tema etéreo, con mucha paz, que recuerda a los grupos setenteros, y que en momentos te recordara hasta a Pink Floyd. Ese falsete en la frase Bullet Proof se encaja directo al corazón del escucha.
Comienza la recta final de este gran disco. “Black Star” empieza con un fade in, que va presentando a los instrumentos. Se juega con una guitarra sin distorsión y la otra muy crujiente además de un bajo lucidor. La voz de Thom Yorke, toma de nuevo el rol protagonico, y la melodía es la envidia de cualquier compositor. Como debe ser. Bien dicen los conocedores: Melodía mata poker.
Le sigue “Sulk”, también muy pasional y en la que la guitarra toma la batuta ante una interpretación pautada, y de nuevo con un coro alto. No tan memorable.
Y para cerrar, aparece la canción “Street Spirit” que es de lo mejor que ha tenido Radiohead en su historia. Es como la mamá o abuelita del “Ok Computer”.
La letra, de nuevo deprimente, es acompañada de un arpeguio eléctrico hermoso. De nuevo todos juegan para que la voz de Yorke destaque, aunque todos los integrantes se lanzan con el micro a hacer unos coros muy armonizados. Este fue el cuarto sencillo y cierra el álbum.
Insistimos, The Bends es un discazo, que debe formar parte de toda fonoteca decente. El problema es que comparado con ”Ok Computer” cualquier álbum palidece, y Kid A y Amnesiac también son unos monstruos. Es decir: Radiohead se encantó de sepultar su propio segundo disco con sus obras maestras sucesivas.
Pero si “The Bends” lo hubiera grabado un grupo de menor jerarquía, como por ejemplo, Franz Ferdinand, o los aburridos Artic Monkeys, seguramente este material estuviera mucho más valorado y habría sorprendido a medio mundo.
Es decir, “The Bends” sería el mejor disco de cualquier banda del planeta. Excepto por sus majestades Radiohead, claro está.
RADIOHEAD-HIGH AND DRY
RADIOHEAD-FAKE PLASTIC TREES
RADIOHEAD- JUST
RADIOHEAD- STREET SPIRIT (FADE OUT)