*Arturo Pérez Martínez | panartepa@yahoo.com.mx | 08 de febrero de 2017
La corrupción en nuestro País se ha convertido en una epidemia. A pesar de los avances democráticos que ha sufrido México en los últimos 20 años, esto no ha servido para disminuir o tan siquiera mantener los niveles de este mal.
Transparencia Internacional, publicó que México pasó del lugar 95 en el año 2015, al lugar 123 en el 2016, esto de acuerdo al índice de percepción de corrupción en el sector público, estudio realizado por dicha institución a 176 países en el mundo.
Este mal que tiene a nuestro País con una desigualdad enorme, existiendo en nuestro territorio personajes entre los hombres más ricos del mundo y a la vez prácticamente la mitad de la población sumida en la pobreza.
La desigualdad ha sido producto del desorden social de nuestra Patria en el que la corrupción se ve como algo normal, y en el que participan desgraciadamente gran parte de los mexicanos.
A pesar de existir instituciones encargadas de prevenir y combatir la corrupción; como los órganos de transparencia, las contralorías y las auditorías en los tres órdenes de gobierno, estos no han dado buenos resultados y en la mayoría de los casos padecen el mismo mal.
No es ajeno a su servidor, que sigan prevaleciendo y siendo realidades en nuestro México dos frases: el que no tranza no avanza y aquella de que político pobre es un pobre político, pues se da uno cuenta que en los ejercicios de gobierno, incluidos los de todos los partidos políticos, es una práctica común eso de los moches, el diezmo y la mordida, incluso en los congresos se hizo hasta de manera institucional, al auto otorgarse los diputados partidas presupuestales en la que cada uno disponía de una buena cantidad de recursos que podían ser otorgados para obras en los municipios de manera discrecional y en la que se tenía o tiene como regla no escrita, el moche, además de otorgarse las obras a compañías muchas veces ligadas a los diputados a los que también correspondía o corresponde también su cooperación.
En cuanto a la segunda frase, creada por el priista Carlos Hank González, también es conocido, que para llegar a un cargo público lo que se requiere es contar con mucho dinero, incluso si tienes lo suficiente, puedes llegar a ocupar una curul sin siquiera participar en una campaña política o sin ganar en tu distrito, tan solo aportando el recurso necesario para que te incluyan en los primeros lugares de las listas de partido destinados a la representación proporcional.
Claro que aunque estas prácticas sean comunes hay que decir que hay sus excepciones, también existen personas que pese a estar como dicen, en el tocadero, van contra corriente y se abstienen de entrarle a la corrupción, como ejemplo tenemos a personajes de talla nacional como un Alejandro Encinas o un Javier Corral, que ocupando diversos cargos y responsabilidades, hasta la fecha, no tienen cola que les pisen, de los demás yo la verdad no me atrevo a decir nada, pues cuando menos estos personajes se han mostrado siempre del lado de los ciudadanos, enfrentando a grandes intereses sin doblegarse ante su dinero o sus amenazas.
Una evidencia de esto fue la sesión en el Senado de la República, en el año 2006, donde, Javier Corral Jurado debatió junto con otro buen político, Felipe de Jesús Vicencio Álvarez (q.e.p.d.) y otros senadores, en contra de la Ley televisa, la cual fue aprobada por el congreso con apoyo de personajes siempre ligados a los intereses más oscuros de México y afortunadamente declarada inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia de la Nación de manera posterior.
Este tipo de políticos no es común encontrarlos, desgraciadamente son la excepción y pudiéramos decir que son garbanzos de a libra, pero creo que en todas partes debe de haberlos, solo es cuestión de ubicarlos y por supuesto apoyarlos y así contribuir a la pérdida de la vigencia de tan famosas frases que enarbolan la corrupción.