Eduardo Castellanos | @edcastellanos
23 de octubre del 2016.- Viaja por casi todo el país a bordo de una bicicleta acondicionada. Lleva un mensaje de respeto hacia las personas con discapacidad y aprovecha para buscar a su madre.
Era el sábado 22 de octubre después del mediodía, no hacía calor, el clima era fresco, pues el cielo había amanecido con el capricho de estar nublado. Sin embargo, Mario Dávalos Romero estaba agotado. Las subidas en la autopista Guadalajara-Lagos de Moreno le quitaron el aire. Ya estaba en territorio tepatitlense. Venía escoltado por una patrulla de la Policía Federal.
Tres horas antes había salido de Zapotlanejo, en donde el Presidente Municipal, Héctor Álvarez Contreras lo recibió y hasta le reparó una llanta de su bicicleta.
En Tepa, fue recibido en la caseta de peaje por autoridades municipales. Luego fue escoltado por una patrulla local, más tarde dirigiría un mensaje en la Plaza Principal.
Mario es moreno, tiene la piel curtida por el sol. Lleva un casco de ciclista. Sobre el casco una cámara. Sus manos están protegidas por unos guantes que amortiguan el dolor de horas de trayecto. Es originario del Puerto de Veracruz, nació con un problema congénito que le impide caminar. Se mueve en la bicicleta que él mismo modificó. La cual, lo ha llevado a viajar en once ocasiones por 24 estados de la República Mexicana.
Para cuando termine su trayecto, el ciclista habrá recorrido 13 mil kilómetros en doce meses. Dávalos Ramos salió desde la ciudad de Guasave, en el estado de Sinaloa, el pasado 5 de septiembre. Jalisco es la tercera entidad que visita. Va con destino a Cancún, Quintana Roo y luego regresará a Los Cabos en Baja California Sur.
Tepa, un punto en el trayecto
Poco después de las seis de la tarde, un grupo de personas empezó a instalar un equipo de sonido y algunas sillas a un costado del kiosco del centro de la ciudad. Una mujer invitó a los paseantes del primer cuadro, a que escucharan el mensaje del viajero.
“Este recorrido lo inicie para promover el respeto a las personas con capacidades diferentes. Es un recorrido muy largo y extremoso porque te encuentras con muchas complicaciones climáticas, los peores son los lluviosos. No ha sido fácil y sobre todo pasar por el estado de Jalisco donde me he encontrado con puras subidas. Se necesita traer mucha condición y mentalidad. Todo lo hago para llevar el mensaje de conciencia sobre el respeto de los derechos de las personas con discapacidad, porque yo creo que todos somos importantes en esta vida”.
Por unos minutos Mario fue abordado por un grupo de chicas voluntarias de una asociación local que atiende a niños con discapacidad. Todas eran jóvenes y guapas, y pidieron tomarse fotos con él.
Se sonrojó cuando alguien le preguntó qué en dónde estaban las mujeres más bonitas. No supo que responder. Aunque con un poco de pena se atrevió a decir que en Jalostotitlán se encontraba la gente más bonita, pero aceptó que también las de Tepa son atractivas.
De nadador a ciclista
Antes de recorrer el país, Mario era maratonista en silla de ruedas y deportista de alto rendimiento, se desempeñaba como nadador, deporte que lo llevó a obtener un número considerable de medallas, sin embargo, el poco apoyo de las autoridades deportivas lo llevaron a buscar otras formas de vida.
“Hace muchos años, yo empecé a hacer recorridos en silla de ruedas. Antes me dedicaba a las carreras, maratones y mucho antes era campeón nacional en natación en mariposa, dorso, relevos e individuales. Durante mi carrera como deportista logré ganar un total de 48 medallas de primeros y segundos lugares”.
“Antes no se respetaba al deportista, ni a su persona, entonces era un apoyo simbólico solamente, por eso yo mejor dije: no puedo ser deportista siempre al cien por ciento. Las medallas que me gané, las gané porque Dios es muy grande y porque salí muy bueno para la natación, pero pos ni modo estamos en México y las oportunidades eran pocas”, indicó el viajero.
La música como atractivo
El vehículo que transporta al ciclista está equipada con tres ruedas, unos pedales que adquieren movimiento con las manos de Mario, una pequeña batería para las luces y un austero equipo de sonido para atraer a la gente y distraerse.
“Después de varios recorridos en mi bicicleta adaptada, decidí ponerle sonido, para que la gente me viera y pudiera ir a llevarles el mensaje. Escucho de todo, la salsa, el crisol, son los que más me gustan. Por ejemplo, cuando venía aquí en las subidas de la autopista venía oyendo música para no ponerle atención a la subida. Cuando llego a los parques me pongo a hacer una grabación, doy el mensaje a las personas que están en los lugares a los que llego”, precisó el ex nadador.
Independencia, ante todo
Su carácter e independencia fueron forjados por la abuela materna, Doña Gumercinda Galván, quien desde pequeño le enseñó a valerse por sí mismo.
“El ser como soy se lo debo a mi abuelita, ella fue la que me crío, nunca me trató como una persona discapacitada, siempre se preocupó por eso, ella se iba a trabajar y me dejaba un kilo de arroz y uno de frijol y me decía: ¡ahí está! Si quieres comer vas a comer. Yo me arrastraba, me escapaba y me iba a las carretas a trabajar. Ella me dejaba hacer las cosas, porque sabía que algún día se iba a ir de este mundo y me iba a dejar sólo. Se preocupó por que yo fuera independiente y todo lo que soy se lo debo a ella”.
“En el caso de la discapacidad hay dos caras de la moneda, una que el propio discapacitado es el que se acompleja, otra es que la misma familia es quien lo hace acomplejado, entonces la familia le limita diciéndole: ¿que para que sales?, te van a atropellar, te puede pasar algo. Yo creo que los accidentes les pueden ocurrir también en sus propias casas. También tienen que enseñarlos a ser independientes”, apuntó Mario.
Lleva el mensaje y busca a la madre ausente
Olivia Romero Galván es el nombre de la madre de Mario, no la conoce, no sabe si aún vive, pero la busca. Ella lo abandonó cuando él tenía seis meses de edad. Dávalos dice tener curiosidad por conocerla, desearle lo mejor, y si la mamá está mal, ayudarla, no le guarda rencor.
“Un día mi madre le dijo a mi abuela que se iba a ir para Tampico y que allá iba a buscar un cuarto, cuando encontrara el espacio, ella iba a regresar por mí, nunca volvió. Entonces ya tengo cuarenta y ocho años, hace muchos años mi abuela la volvió a ver, se mandaban cartas. Un día mi abuela fue a buscarla nuevamente, pero ya no la encontró”.
“No le guardo rencor, no es bueno guardarle rencores a nadie, los rencores no son buenos, no deberían de existir, sólo provocan que seas una mala persona”, expresó el también activista.
El “cicloviajero” dijo que en estos años de viajar por carreteras del país, sufriendo las inclemencias del tiempo, le han servido para encontrar gente bondadosa que lo recibe con los brazos abiertos. En esas personas también guarda la esperanza de que hagan saber a la madre ausente que él va por la vida con la esperanza de un día encontrarla.
“Estoy aprovechando el camino para poder dar mi mensaje de lo que vengo haciendo y de paso ojalá que alguien me pueda ayudar a llevar el mensaje de preguntar sobre su paradero (el de la madre)”, subrayó el ciclista.
Para dar su mensaje en Tepa, Mario fue recibido por autoridades municipales, encabezadas por el Alcalde, Hugo Bravo, quien junto con Carlos Gutiérrez, jefe de Comunicación Social, la Regidora María Gómez, la jefa de Desarrollo Social y Humano, Cristina de Alba y la Jefa de Gestoría, Guadalupe Reynoso, le dieron la bienvenida y reconocieron la labor que realiza por todo el territorio.
Dávalos Romero se ve cansado a veces pensativo, Lupita Reynoso le ofrece algo para cenar, él sólo pide una lata de duraznos en almíbar y una botella de agua.
Después de concluir el evento, Mario fue invitado a una fiesta en la que estaban conviviendo otras personas con discapacidad, él prefirió retirarse a su cuarto de hotel a descansar y tener fuerzas para el lunes cuando autoridades municipales den el banderazo de salida para despedirlo a las diez de la mañana.