Julio Ríos | @julio_rios
09 de octubre de 2016.- Con el perfil combativo de quien es capaz de alzar la voz ante las tropelías urdidas y solapadas por la caterva que se apoderó de la dirigencia nacional del PAN, Javier Corral, ya instalado en la gubernatura de Chihuahua resultó ser la figura del proceso electoral 2016, que tuvo su cúlmen el pasado 5 de junio.
En 2015, los principales personajes que saltaron a la esfera política nacional lo hicieron desde la trinchera independiente (Léase «El Bronco» o «El Güero») o de partidos no tradicionales (como Enrique Alfaro). Esto provocó que los independientes se pusieran de moda y perfiles emanados de la «intelectualidad» (Jorge Castañeda) o del «periodismo» (Pedro Ferriz) se subieran a la ola de entusiasmo junto a otros dos grises figuras que, si es necesario, serán capaces de renegar del partido que les ha dado todo (Miguel Mancera y Margarita Zavala).
Claro que ninguno de los anteriores luce realmente independiente. Me parece que los únicos auténticos en la camada del 2015 son Manuel Clouthier (no es pecado haber sido panista. Lo malo sería seguir siéndolo) y nuestro Pedro Kumamoto.
Sin embargo, en 2016 no hubo triunfos significativos de los independientes, lo cual algunos han aprovechado para menospreciar esta valiosa figura diciendo de forma simplista que la moda ya pasó. El problema de fondo sigue siendo la competencia inequitativa de ciudadanos en contra de máquinas.aceitadas con dinero público y con tratos amarrados con grupos de interés. Pero cuando no son Quijotes enfrentando a molinos de viento, se dio el otro lado de la moneda: resentidos de los partidos políticos que nada más se cambiaron de cachucha y nadie creyó en su conversión.
Por ello fue lógico que solo nueve de los casi 500 candidatos independientes que participaron en 2016, triunfaran. Lo mejor para los independientes fueron las victorias de Armando Cabada y Alfredo Lozoya en Ciudad Juárez y Parral, ambos en Chihuahua.
Y también del lastimado Estado de Chihuahua es la figura que surgió, con esas cualidades de congruencia parecidas a un independiente. Se trata de Javier Corral. Si bien pertenece a un partido político -muy desprestigiado por cierto- es un hombre echado para adelante y que se ha atrevido como Senador a enfrentar los intereses del duopolio televisivo y a cuestionar duramente a su misma dirigencia.
Basta recordar aquella carta escrita por Corral cuando renunció al Comité Ejecutivo Nacional del PAN, dirigida contra el entonces dirigente Germán Martínez -uno de los autores de la moderna descomposición panista- y ante el hecho de que el partido se haya vuelto un juguete de quien despachó como Presidente de la República durante seis años: Felipe Calderón.
Y cuando era candidato a la Presidencia Nacional del PAN también reveló que el entonces diputado federal Ricardo Anaya solicitó 20 millones de pesos a Manlio Fabio Beltrones para cuadrar las cuentas de la bancada blanquiazul, que gastó más de lo que debía, según denunció el chihuahuense a los medios y que demostraba que el dirigente de Acción Nacional nacía sometido al del PRI.
Corral tiene espíritu independiente. Pero tampoco ha renunciado a su militancia como si lo han hecho otros de forma oportunista. Ha tomado la respetable decisión de quedarse en el partido porque no reniega de sus colores, sino de la runfla de politiquillos que tanto daño le ha hecho al partido, que aunque usted no lo crea, algún día fue ciudadano. Y quiero suponer, que aún cree que el PAN se puede salvar y por eso permanece ahí. Como gobernador ya empezó a dar muestras de su carácter -aunque no exento de polémicas por algunos nombramientos de su gabinete.
Es entonces Corral, el personaje que surge con fuerza de este proceso electoral como figura nacional, y que tiene la credibilidad social y el respeto de propios y extraños por su congruencia. En el están depositadas las esperanzas no sólo de los chihuahuenses, sino también de los panistas que están sedientos de que surjan figuras que reivindiquen su doctrina.
No es el único. Aunque su dirigencia está podrida, en el PAN hay muchos Corrales entre la militancia blanquiazul. Lástima que con el control patrimonialista que ejerce el «grupo de grupos» encabezado por Anaya pise a quienes quieren salir a cambiar a ese partido.