Julio Ríos | @julio_rios
30 de septiembre de 2016.- En la década de los 70´s una de las quejas generalizadas era el recrudecimiento en el cobro de impuestos -que tres años después tendría su cúlmen con la invención del Impuesto al Valor Agregado- y la evidente falta de congruencia con lo recaudado y las obras de infraestructura, que hacía sospechar del destino de ese dinero.
Esa situación, inspiró al líder de El Tri, Alex Lora, a escribir uno de sus temas más emblemáticos:
“Nuestros Impuestos Están Trabajando”.
Nos suben la renta, nos suben la luz,
nos suben las tortillas, nos suben la gasolina,
subieron la mota, también el alcohol
y el gobierno va a ser el ganón
y es que nuestros impuestos están trabajando
es que nuestros impuestos están trabajando
y cada día hay que pagar más…
Pasaron los años y Lora suele improvisar durante sus conciertos, cambiando los nombres de los protagonistas. Primero eran Echeverría y Esther. Después era Vicente y Martita. Durante su concierto en Guadalajara, este jueves 29 de septiembre, el rockero más famoso de México, la dedicó ni más ni menos que a Peña Nieto.
Y a decir, de Lora, nada ha cambiado. El país que nutrió a sus críticas letras –aunque con lenguaje simplista y de lugares comunes-sigue siendo el mismo México maltrecho. Es decir, 48 años después de que se formó El TRI (En aquel entoncesThree Souls in my Mind (1968)), no sólo la música es la misma. En México, todo sigue igual.
La máscara de la higa
En el arranque de sus conciertos de El Tri, se proyecta un pomposo video el que se califica a Lora como leyenda. Y les concedo razón, pues cinco décadas en este negocio, en un país que no es de identidad rockanrolera, no es cosa fácil. “Poeta del Rock”, “Vicioso del Rock” y “Voz de la raza indocumentada en Estados Unidos”, son algunos de los calificativos que recibe. La gente, lo saborea, pues ya está ansioso del plato principal. Y vaya que esa noche el aperitivo fue muy gourmet con los tapatíos “Rostros Ocultos”.
Lora, apareció con una máscara de luchador, mitad verde y mitad roja, con una higa. ¿Qué es una higa? El lector seguramente podrá localizar fácilmente la definición en internet. Basta de darles todo masticado. Y ya que se pondrán a buscar, también investiguen que es un corte de manga, otra de las señas favoritas de nuestro personaje.
Una vez que Lora sale al escenario, ya nadie lo puede parar. Y ningún espectador puede permanecer sentado. Todos bailan, aplauden, cantan. Es el encanto nada discreto de la música El Tri. Un ritual en el que todos saben que la tirada es divertirse.
Con temas como “Mente Rockera”, “Perro Negro y Callejero”, “La Raza más Chida” (con todo y danzante prehispánico), y la balada “Pobre Soñador”, es imposible que el espectador no disfrute. Hasta las señoras de mayor edad movieron el esqueleto con regocijo.
“Esto es mejor que quedarse en su casa jalándole el cuello al ganso”, gritó Lora ya despojado de la máscara de luchador. Es así como los “uo, uo, uo”, y los “yie, yie, yie, yie” se entremezclan con los “prau, prau, prau, prau”, y los “au, au, au”. Y “culero, culero” y “puto el que no baile”, o “el que no cante aparte de puto es que no se la sabe”. Y todos ríen. Y para los cerveceros, es música perfecta para beber.
Aquí un paréntesis. Lora utiliza la palabra “puto” a la menor provocación. De su limitado acervo de majaderías, es su favorita. Pero nadie malinterpreta sus frases. Ni mucho menos hacen un escándalo, pues no lo califican de homofóbico. Su público entiende la importancia de poner esta palabra en el contexto adecuado. Tan es así, que algunos gays que acudieron al concierto se divertían con los chistes y no se mostraban ofendidos. Saben que el puto no es un homosexual, sino un rajón. O como dice Lora, alguien que “no tiene huevos”.
Megamentada a Trump
“Donald Trump no nos quiere (…) dice que somos viciosos, drogadictos y marihuanos ¿por qué no te mueres?”. De esta forma Lora presentó su tema dedicado a Donald Trump. Y además de hacer cantar a los presentes en el Auditorio Telmex, entre carcajadas, el gritante encabezó con ganas la megamentada de madre dedicada al villano de moda: el candidato republicano. Una vez más, imposible no disfrutar con este recurso, facilón, pero efectivo.
Antes, con “En el Último Trago” Sheila Ríos protagonizó un olvidable segmento con mariachi, a dueto con Lora. Fue un interludio que el respetable aprovechó perfectamente para ir a comprar más cerveza.
El que si fue un momento excepcional, fue cuando Lora invitó a echarse un “palomazo” a integrantes de las bandas seminales del rock tapatío: Los Spiders, Toncho Pilato y la Revolución de Emiliano Zapata. Particularmente sorprendió la destreza de “El Javis”, a quien solo le faltó hacer suspirar a la guitarra.
Intercambio de saliva
Para concluir la velada, no podía faltar la presencia de Chela Lora, la domadora y gerente del negocio corporativo en que se ha convertido El Tri. Su presencia fue aprovechada para interpretar canciones muy buenas para el repegón y el intercambio de saliva con la pareja. “Triste Canción de Amor, y “Bésame”. “Chavo de Onda” y “El Boogie del Tri”, también volvieron loca a la audiencia.
Y para cerrar con broche de oro, “A.D.O.”, la que todos se saben aunque no sean rockanroleros y perfecta para presentar a los integrantes de la banda. Y cuando los músicos hacían la finta de que ya se marchaban, regresaron para regalarle al público otra rola que todo mundo conoce: “Las Piedras Rodantes”, ganadora del Premio Ariel al mejor tema de una película en 1994. Aunque nadie se acuerde del filme.
Ni un minuto más
Alguna vez leí que Alex Lora se había aburguesado. Que solía acudir al mejor gimnasio de la Ciudad de México a ejercitarse. Que sus bodas de plata contaron con la presencia de algunas estrellas de Televisa. Algunos critican que su acercamiento con la raza es más bien histriónico y que interpreta a un personaje para seguir en el negocio del rock. Y otros dicen que El TRI se convirtió en una banda corporativa que incluía la venta de tequila y mezcal con su marca, además de otros artículos. Me negué a creerlo.
Cuando al final del concierto del miércoles, Alex Lora no regresó al escenario a pesar de que el público pedía “otra, otra”, y comprobar que tocó exactamente dos horas como habían dicho, ni un minuto, ni un minuto menos, comencé a creer que todo lo que critican es cierto. Regalar un minuto más sería como regalar dinero. Una práctica capitalista. Por eso, a diferencia de otros artistas, no cantó otra.
Sin embargo, luego de reflexionarlo con la cabeza fría, repasando los chistes y el material que interpretó, y lo bien que suenan los siete músicos, creo que no faltó nada. Tocó las mejores canciones.
Además, El Tri por lo menos ha sido capaz de dar a su público algo que la clase política a la que Lora critica –aunque sea por pose- no ha logrado nunca: felicidad. Aunque sea durante dos horas, olvidándose de “las broncas y frustraciones”, como suele decir este personaje.
Finalmente, no hay nada que reprochar. Y sí la música es la misma que hace 48 años, que bueno que así sea. Ese es el buen rock and roll. Longevo y duradero.
Lo triste es que el país sí siga igual que cuando Lora fundó su banda.