Tepatitlán de Morelos, Jalisco.- Al Cristo una niña le obsequió un “bolis”. La pequeña sabía del sacrificio que había hecho Víctor Trinidad López Navarro, un joven químico farmacobiólogo que este año interpretó a Jesús en la representación de la Judea en vivo que realizan integrantes del Grupo de Viacrucis de la Parroquia de la Sagrada Familia, agrupación que cumplió medio siglo representando la Pasión de Cristo.
El reloj marcaba casi las 13:30 horas del viernes santo en la capilla dedicada a la Virgen del Perpetuo Socorro en la colonia Pozo del Monte (Los Viveros). Anunciaron la resurrección de Jesucristo, la gente aplaudió, hubo una plegaria. El señor cura de la parroquia de la Sagrada Familia, Miguel Ángel Dávalos agradeció la participación del grupo del Viacrucis de esa comunidad parroquial y a todos los que hicieron el sacrificio de seguir el calvario de Jesús. Repartió bendiciones e invitó a los actores que participaron en la representación de la Judea en vivo para hacerse una foto.
La procesión inició en el parque Hidalgo, (*Para cuando yo llegué al encuentro del Viacrucis) ya lo habían enjuiciado y lo habían cargado con la cruz. Era justo antes de la primera caída. Vi andar, casi corriendo, a la mujer que interpretaría a María junto con otro personaje hacia la cuarta estación, en donde Jesús se encontraría con su madre. Había azotes y miradas tristes de los espectadores que no eran indiferentes al sufrimiento del hombre que interpretaba al redentor.
En el árbol que da sombra a la caseta telefónica de los carros de sitio de la Sagrada Familia, Luis Eduardo Aguirre, un muchacho de ojos verdes y barba rubia, que interpretaba a Judas Iscariote ya esperaba a Jesucristo para mostrarle su arrepentimiento por la transacción de 30 monedas de plata. El actor dijo unas palabras al Salvador e hizo como que se desvivía, colgándose de una rama fuerte, claro, todo era ficción. El joven estaba amarrado a un arnés que fue adquirido gracias al apoyo de la comunidad. Aquí algunas personas quedaron atónitas, la escena les había cortado la respiración.
Jesús y su comitiva siguieron su camino de sufrimiento, bajo el sol abrazador de mediados de abril. Los muchachos de la Pascua juvenil protegían a los actores con una valla, Bertha interpretaba las piezas dolientes, un grupo de seminaristas leía el evangelio en cada estación. Para la cuarta, ya estaba María con su acompañante que no viene en la biblia. Justo afuera de la tienda de pollo de Cuquita se leía: Cuarta estación, Jesús encuentra a su madre.
El Viacrucis trae recuerdos de la infancia de muchos en el Barrio Alto, como el del Niñito de la Salud, al que hace ya varios años se podía ver desde la ventana de su casa por la calle Álvaro Obregón, siempre lleno de flores y veladoras. Ahí, cerca de esa casa en donde por mucho tiempo vivió la venerada imagen de Jesús Niño estaba la quinta estación; en una vivienda que ese día albergaba una reliquia del próximo santo, el primer beato millennial de la historia de la Iglesia Católica, Carlo Acutis, de este muchacho unas mujeres alzaban una imagen a la llegada de la procesión, mientras otra estampa de gran tamaño, la del Niñito de la Salud era tapada por un grupo de personas.
En este punto un hombre de piel blanca y chapeteado, que desde hace algunos años interpreta al Simón de Cirene, fue obligado por los soldados romanos a ayudar a Jesús a cargar la cruz. El hijo de Dios se ve agotado. Los soldados romanos siguen dando golpes a la cruz. Tres tambores que preceden el paso del Salvador recuerdan que falta menos para llegar al Monte del Calvario.
La multitud avanza. El Viacrucis se moderniza, los seminaristas y jóvenes de la Pascua hacen las lecturas desde una tablet en cada estación. En la camioneta del sonido de la procesión una mujer transmite en vivo la Judea a través de las redes sociales.
Es llegando a la sexta estación en donde la Verónica intenta darle de beber a Jesús, pero un soldado barbaján le arroja el líquido al piso, la mujer llora, se acerca al que representa a Cristo para enjugar su cara, en la tela se produce un milagro, la cara de Jesús el Salvador en color purpura.
La bajada, la subida, en la cuneta que forma esta vertiente que lleva el camino a la Escuela Secundaria Foránea Número 26, estaba la estación número siete, en donde estrepitosamente y a pesar de la ayuda del Cirineo; Jesús cae por tercera vez. Una mujer y un niño en cuclillas miran fijamente, con lástima el sufrimiento del nazareno.
Los caminantes siguieron su camino a la octava estación, infantes en carriolas, otros en brazos, junto con sus madres y padres soportaban el calor del mediodía, reyes y pobres iban también. Los dos ladrones que serían sacrificados junto al hijo de Dios recibían azotes. Un grupo de mujeres que representaban a las de Jerusalén, encabezadas por una mujer octogenaria de piel curtida por los años, esperaban a Jesucristo para que les regalará su bendición, el consuelo y el perdón.
Ya habían pasado las tres escuelas de educación básica que hay en la colonia y por tercera ocasión Jesús cayó al piso, de nuevo el estrepitoso caer de la cruz dejó atónitos a los peregrinos que acuden para pedir a o dar gracias a Dios por algún favor recibido o esperando alguno, según sea el caso. La mujer que en cuclillas había observado en la anterior estación el dolor de Jesús, pidió a los asistentes un poco de agua para el mártir del calvario, ella misma se acercó con un vaso en la mano y mientras el actor yacía en el piso, arrojó el líquido transparente a la cabeza del actor para que tuviera aunque fuera un poco de frescura.
A Jesús le pusieron una cadena, un soldado lo llevaba casi a rastras, el sufrimiento en la cara del que representaba al nazareno era tan real que se sentía, se enchina la piel de verlo tan metido en el papel del redentor. Llegaron al monte del calvario, le quitaron sus vestimentas, lo despojaron de toda dignidad. La gente graba con su teléfono celular, quieren simplemente guardar el momento o compartirlo en las redes sociales, para que se vea que Cristo sufrió. Una de las actrices con su mano al pecho y sus uñas retocadas observaba con lástima y dolor el sufrimiento del Hijo de Dios.
El “Tac-tac”, “Tac-tac” de los clavos entrando en la madera ocuparon el espacio, los ejecutores estaban martirizando a Jesús, las miradas de la multitud eran atónitas. Ya bien sujeto a la cruz, el sufriente fue subido a las alturas, a sus costados los dos ladrones, uno reclamando porque Jesús no los salvaba ni se salvaba a él mismo, el otro crucificado, pidiéndole que se acordara de él cuando estuviera junto al padre, este último olvidó un poco su discurso, tal vez los nervios lo traicionaron.
“Mujer, ahí tienes a tu hijo” le dice Jesús a María quien sufre por el inminente final de su muchacho. “Ahí tienes a tu madre”, se dirige el Hijo de Dios a su discípulo Juan. “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” y la profecía se vuelve realidad. Minutos de silencio, de gente pidiendo perdón por los pecados, unos observan, otros toman fotografías, unos cuantos hacen videos, pero todos en unidad sufren la muerte del nazareno. De una lanza con efectos especiales chorrea el líquido púrpura cuando es acercada a la costilla del redentor.
Foto: Jesús desde las alturas | Eduardo Castellanos
No fue tarea fácil para el voluntario que ayuda a bajar el cuerpo del crucificado en la décimo tercera estación, se notaba su nerviosismo. Con una sábana blanca sujetó al Jesús muerto, lo tomó por las axilas y poco a poco lo bajó hasta ponerlo en brazos de su madre que ya lo espera para seguir con su dolor.
Arriba solo queda la cruz con la sábana blanca que la atraviesa, en el lado izquierdo del madero descansa la corona de espinas con la que coronaron al Cristo como rey de reyes. El silencio seguía reinando, se sentía paz. El redentor fue llevado por los soldados al sepulcro. Luego de un rato, en ese andamio que también fue vestido para la ocasión, apareció Cristo resucitado, ante tal hazaña, los romanos incrédulos se taparon la cara con sus capas rojas, tal vez la ardiente luminosidad del redentor les cegaba la mirada.
“Un aplauso, Jesús ha resucitado”, dijo alguien en los altoparlantes. ¡Aplausos! Las sonrisas volvieron a las caras de los asistentes al viacrucis de la Sagrada Familia. Las felicitaciones se abrieron paso después del dolor de haber caminado un pesado trayecto para recordar el martirio de Jesús.
La organización del viacrucis
Este año, José de Jesús Pérez Macías y Leslie Araceli Díaz Gutiérrez fueron los encargados de coordinar la Judea en vivo. Alrededor de 40 actores estuvieron preparándose en los últimos tres meses. Reconocen que en la actualidad es difícil encontrar personas que quieran participar representando a algún personaje bíblico.
José de Jesús lleva 16 años como parte del grupo y Leslie tiene un lustro en el Viacrucis viviente que en este 2025 cumple 50 años. La representación de la parroquia del Barrio Alto, es una de las más antiguas e importantes de la ciudad.
“Nos reunimos una vez por semana. Nos encargamos de reclutar a los actores y una vez que ya los tenemos a todos, votamos para elegir que personaje representará cada uno. Este año el que le entró a representar a Jesús es un chavo que es químico. Últimamente batallamos mucho para conseguir a los actores, la gente ya casi no quiere participar pero nosotros buscamos y Dios nos lo manda también”, indicó Pérez Macías, quien interpretó a un jefe de los soldados romanos.
Foto: José de Jesús, Víctor y Leslie | Eduardo Castellanos
Ante la falta de voluntarios para representar a algunos personajes, Luis Eduardo Aguirre tuvo que interpretar a dos: Judas Iscariote y Herodes.
“Hay ocasiones en que nos llegan a faltar actores, por ejemplo a mí me tocó estar en dos personajes y fue una experiencia muy bonita. Para mí sí hubo una conexión, pero también hubo un tanto de tristeza, porque también das un mensaje a los jóvenes, porque muchas veces en una depresión, puedes tomar decisiones equivocadas (se le razan los ojos)”, declaró Aguirre.
Foto: Soldado, Judas y Jesús | Eduardo Castellanos
El joven químico farmacobiólogo que interpretó a Jesús sonríe para la foto, la emoción de haber terminado la procesión y vivir la experiencia le dejó satisfecho. Primero una foto con Jesús y Leslie, luego con Luis Eduardo y Jesús. Víctor llevaba tiempo dejándose el cabello largo y la barba.
“Tengo una amiga de nombre Verónica que tiene ya algunos años en el grupo del Viacrucis viviente de la Sagrada Familia, me preguntó que por qué me había dejado el cabello largo y le contesté que porque quería salir en un viacrucis; me dice te voy a incorporar al grupo de Viacrucis de la Sagrada Familia. Empecé a ir a las pláticas y a las reuniones, me preguntaron si quería hacer el personaje de Jesús y yo le dije que sí, vamos a aventarnos el recorrido. Estuvo muy bien”, señaló López Navarro.
Para el recién estrenado actor, representar a Jesús de Nazaret fue enriquecedor, aseguró que le dejó buen sabor de boca, señaló que fue una bonita experiencia estar con sus compañeros del grupo para celebrar la cuaresma, mientras ensayaban, platicaban y hacían oración.
“Mi representación cumplió con mis expectativas. Vivir la experiencia del sentimiento, llegar a sentir algo de lo que tuvo que pasar Jesús nuestro señor cuando vivió su calvario; todo esto con el apoyo de los compañeros del grupo, cargando una cruz, sintiendo una flagelación que no digo que es igual, pero es una similitud a lo que Jesús vivió. Me cansé mucho, estuvo pesadito pero salió y nos dieron los espíritus para salir hasta el final”, detalló el que representó a Cristo.
Aunque reconoce que antes de ser parte del grupo del Viacrucis de la Sagrada Familia, no era muy allegado a la iglesia, Víctor Trinidad dice que el haber vivido la experiencia le cambió positivamente “el chip”, se le veía contento, reconocido por la gente, por el pueblo que con mucha devoción recorrió junto a él un pesado calvario, uno que al final tuvo una recompensa, un bolis de hielo para refrescar el alma, el cuerpo y el corazón.